Continúan y crecen las protestas en Israel

El día sábado se llevó a cabo la séptima marcha en Israel, donde más de 400.000 personas reclamaron por cambios en la política económica, mejoras en la educación y la salud pública, la justicia social, las viviendas accesibles y un regreso al Estado de bienestar. De esta forma se realizó la mayor protesta social de la historia del país.

Como sucede hace varias semanas, los “indignados” (como los llamamos nosotros en alución a la movida española)  o “acampados” (como se llaman allí, por la ubicación de las carpas en lugares céntricos de Israel) son estudiantes, empleados públicos, comerciantes, laicos, religiosos, judíos, árabes y una gran cantidad de jóvenes de la clase media que se manifiestan en Tel Aviv, Jerusalén y otras ciudades.

Itzik Shmuli, uno de los referentes del movimiento social dijo: “Nosotros, los nuevos israelíes, estamos determinados a seguir el combate por una sociedad más justa y mejor , aunque sabemos que será largo y difícil”.

En Tel Aviv, se reunieron unas 300.000 personas que se movilizaron desde el Boulevard Rotchild (donde están instaladas las carpas de la protesta) hasta Kikar Hamediná (Plaza de la Nación) en la que se unieron con dirigentes sociales y artistas. Mientras que en Jerusalén, unas 30.000 personas se concentraron frente a la residencia del primer ministro Benjamin Netanyahu.

A partir de las primeras marchas, Netanyahu creó una comisión para estudiar posibles reformas, pero los “indignados” creen que con eso sólo intentó dilatar las respuestas y las protestas.

Recordemos que durante varias décadas, el país mantuvo un  “estado del bienestar” y que en los últimos veinte años, la construcción pública de viviendas baratas casi ha desaparecido y los  precios de los alquileres han aumentado de manera exorbitante.   

Por su parte también, Benjamín Netanyahu redujo los impuestos a los empresarios más ricos, por imponer su política neoliberalista y con las privatizaciones y la reducción del Estado, trajo como consecuencia un importante deterioro en la educación, la salud y otros servicios que histoticamente eran públicos en Israel.