N.S.: ¿Existe dentro de las fuentes judías elementos que inspiren o promuevan el desarrollo de una política de izquierda o de derecha?
R.F.: Se podría decir que en las fuentes judías existen elementos que pueden llegar a generar ambos tipos de pensamiento. Un ejemplo claro es el profetismo judío: en diversos autores como Amos e Isaias existen reclamos por la justicia social que son suficientes para inspirar un pensamiento de izquierda. También en el mesianismo podemos encontrar una promesa de redención y de esperanza por un mundo utópico pleno de armonía. Simultáneamente, hay una vertiente conservadora que busca refugiarse en las fuentes frente a los supuestos o eficientes influencias y ataques externos contra la integridad de la identidad judía.
En Argentina existen ejemplos tales como los movimientos evangelistas que en su búsqueda de conservarse, terminan relacionándose con actores políticos de derecha como Duhalde y De Narvaez en oposición al partido Kirchnerista. Este no es el caso de la corriente Luterana o del movimiento de los “Sacerdotes por el Tercer Mundo” que a diferencia de los evangelistas, han optado por pensamiento más de izquierda y progresista.
Hoy en día, pienso que las instituciones religiosas, excepto por algunas rupturas, está asociada con las políticas neoliberales y conservadoras.
En el interior del judaísmo, la situación siempre fue compleja ya que al no poseer una institución superior que baje línea a sus diversas iglesias, se ha generado una cierta autonomía para que cada rabino en su templo pueda fomentar un amplio espectro de pensamientos políticos y sociales. Estos templos no poseen una jerarquización determinante y por ello, logran diferenciarse de otros templos e instituciones religiosas.
N.S. ¿Crees que existe algún tipo de mirada judía sobre lo político?
R. F.: cuando pienso la relación entre lo judío y la política, me surge la imagen de un vínculo muy estrecho con los partidos de izquierda, la relación directa que existió entre la militancia por los derechos sociales e igualitarios y los intelectuales judíos, tales como Marx y Trotsky. En Argentina hubo también una gran participación de los judíos en la política y en especial durante los años de la última dictadura. Este vínculo complejo entre lo judío y lo político tiene su origen desde los reclamos de justicia social que lideraron los profetas.
También en Europa, los debates acerca del sionismo y el socialismo influyeron en el contexto internacional y, por ejemplo, durante la revolución Rusa existió una gran cantidad de judíos dentro del Ejército Bolchevique. En el movimiento anarquista, que fue muy influyente durante todo el siglo XX, hubo diversos autores judíos, tales como Ema Goldman. De esta forma, ya desde el siglo XX podemos visualizar un judaísmo mucho más secularizado que decide integrarse en diversos entornos y frentes políticos buscando transformar el escenario internacional.
Todo este movimiento obviamente se replicó en la Argentina, donde la comunidad judía también promovió un nuevo enfoque cultural que -por ejemplo- logró materializarse en el teatro Idish, las editoriales, los debates públicos, los barrios judíos como el Once, donde funcionaron centros políticos para los partidos de izquierda. Incluso podemos nombrar a Marcos Osatinsky quien formó parte de movimientos guerrilleros como “Montoneros” y finalmente fue asesinado por la dictadura militar. A su vez, esto se puede observar en la gran cantidad de desaparecidos judíos durante la última dictadura militar de 1976.
Hubo también una gran cantidad de judíos de izquierda que influenciados por el movimiento Sionista, optaron por hacer Aliá, en especial durante las décadas del 60 y 70, poblaciones migratorias que supieron influir en la demografía y economía Israelí.
N.S.: ¿Crees que esta militancia tuvo un componente identitario judío o acaso simplemente eran militantes de izquierda de origen judío?
R. F.: Pienso que es una mezcla de ambas. En términos personales, lo judío siempre estuvo vinculado a la imagen de la libertad, el sueño utópico de la tierra de “leche y miel”, la lectura de la Hagadá de Pesaj y la lucha contra la esclavitud, las rebeliones de los guetos -en especial de Varsovia-, las conversaciones políticas dentro de los clubes y los campamentos, el movimiento kibutziano. Todo esto estaba arraigado en la identidad judía argentina que nos generaba un constante debate y crítica de la realidad. Tenía que ver con el tipo de inmigrantes judíos europeos que traían muchas de las ideas libertarias y anarquistas, e incluso miembros del movimiento Bundista. Podemos decir que el imaginario antisemita que estereotipa una clase de judío de izquierda y militante tiene cierta porción de verdad. Recuerdo también el nombre de Simón Radowitsky, judío anarquista que atentó contra la vida de Ramón Falcón. Nosotros somos descendientes de muchos de estos hombres y mujeres.
Sin embargo también han existido figuras judías influyentes en el encuadre de la economía argentina que han tenido una actitud conservadora y neoliberal. Pero incluso en esta esfera, existió cierto compromiso judío con la política argentina, que podemos visualizar en la consolidación de la CGE representada por Julio Broner. Fueron grupos de empresarios judíos con un nivel cultural envidiable en comparación con la actual dirigencia judía, que se involucraron en diversos gobiernos argentinos.
Se puede afirmar que en amplios niveles y clases sociales, los judíos en su mayoría se comprometieron en la política argentina y por eso no nos debería sorprender el papel actual de Bergman, que mediante un discurso de derecha ha intentado representar a una parte de la comunidad judeo-argentina actual. En lo personal pienso que Bergman contrasta con la histórica corriente progresista que caracterizó a la militancia judía durante el siglo pasado ya que reivindica una política neoliberal y conservadora.
La ideología de Bergman me sorprende ya que él supuestamente proviene de una educación y enfoques progresistas, por el hecho de haber sido parte del movimiento reformista, formado en el Seminario Rabínico Latinoamericano. Pienso que si hoy en día, Marshall Meyer se levantase de su tumba diría que Bergman no tiene nada que ver con su pensamiento político, social y sus enseñanzas.
N.S. Bergman se asume como representante de la comunidad judía ¿Qué consecuencias y contradicciones genera en relación a la histórica militancia judía argentina?
R.F.: Pienso que en los últimos años a causa del terror que causo la última dictadura militar en Argentina sumado al vaciamiento económico y cultural que vivenciamos durante la década del 90 -materializado en las crecientes privatizaciones y la apatía política-, se generó en la mayoría de los argentinos y gran parte de la comunidad judía una fuerte desideologización y un quiebre con la cultura popular, que se ha deformado en un exceso de consumismo e individualismo, incluso de racismo. Un ejemplo claro son los crecientes prejuicios y maltratos hacia el otro utilizando palabras como “goy” y “shikses” con connotaciones puramente negativas y violentas. También se ha generado un vaciamiento cultural que ha caído en el populismo, de personas que sólo piensan su mundo desde su vida cerrada en los countrys y sus viajes a Miami.
En este contexto, se puede argumentar que Bergman es astuto y aprovecha esta creciente tendencia para lograr tener relevancia en el ámbito político. Además, no debemos olvidar que el hecho de presentarse como el “candidato judío” le sirve a Macri para intentar aplacar sus actitudes en relación a la comunidad Judía, como el intento de nombrar a Fino Palacios -sospechado de encubrimiento en la causa Amia- como jefe de su nueva policía metropolitana.
En esta relación entre Macri y Bergman, donde intentaron forjar una polémica representatividad, apelando burdamente al estereotipo del “amigo judío”, se ha terminado con aquel imaginario que relacionaba al judío argentino con el militante de izquierda y progresista.
N.S. ¿No hay una selección de la memoria, y cierta idealización del pasado, en la ubicación de los judíos casi homogéneamente como humanistas, o de izquierda?
R.F.: Cuando uno habla de los jóvenes de la década del 60, del 70 y de la historia en general, nunca se puede hablar de un total compromiso de la juventud; siempre existieron fragmentaciones entre quienes militaban y quienes poseían una actitud conservadora o una fuerte tendencia hacia la apatía política y social.
Sin embargo, no deberíamos dejar pasar el hecho de que durante aquellos años el accionar de los que sí activaban -en los diversos movimientos juveniles y partidos políticos en general- logró repercutir profundamente en los diversos ámbitos que conformaron a la Argentina como país, ya sea desde la política, la educación, la economía… y especialmente supieron ser influyentes mediante herramientas culturales tales como las tradicionales bibliotecas populares, por ejemplo. El partido comunista contó con una gran participación judía en su conformación.
Recuerdo que en mi infancia asistíamos a los campamentos donde se percibía una fuerte identificación con los pilares del sionismo y el socialismo. Hoy en día sólo podemos encontrar muy pocos casos que continúan conservando dicho espíritu, se me ocurre mencionar al movimiento juvenil Hashomer Hatzair.
En la actualidad la mayoría de la actual dirigencia comunitaria judía está muy alejada de todo esto.
N.S. ¿Crees que una mayoría de la comunidad judía votó por Macri?
R.F.: Supongo que si Macri ha sacado el 47% de los votos en la primera vuelta, y casi 65% en la segunda, seguramente gran parte de los ciudadanos judeo-argentinos ha decidido votarlo. Me parece que esta elección demuestra este desinterés y desinvolucramiento político de un gran porcentaje de la comunidad judía actual que se preocupa exclusivamente de su vida privada y ha dejado de lado la esfera la esfera pública. Hoy existen sectores de clase media acomodada que son fervorosamente antikirchneristas a pesar de que el gobierno actual siempre ha asumido un rol activo en la lucha contra la impunidad de los atentados a la Amia y a la Embajada de Israel.
* Director de Nueva Sión