Hurgando en los síntomas del judaísmo contemporáneo

Encuentro con Yoel Schvartz y Darío Sztajnszrajber, organizado por Nueva Sion y ULEJ

¿Existe un judaísmo moderno y otro postmoderno?, fue la pregunta que inició el diálogo entre el filósofo Darío Sztajnszrajber y el sociólogo e historiador Yoel Schvartz en un panel coordinado por Gustavo Efron, director del diario Nueva Sion, realizado el pasado jueves 19 de mayo a las 19.30 hs. en el Centro Comunitario “Tzavta”.

 

“Ante la pregunta disparadora, me vi tentado a reponder simplemente ‘no’ y así dar por terminada la charla”, bromeó Yoel Schvartz al iniciar su participación  y explicó que estos debates eran útiles en la medida en que lograban identificar nociones presentes en el judaísmo que no siempre se encuentran explícitas. “Percibimos fragmentos y nunca la totalidad de la verdad”, aseguró y para ejemplificarlo, relató la historia de cuatro ciegos que tropiezan con un elefante, y que al preguntarles luego acerca de la forma de dicho elefante, cada uno de ellos otorgaba una respuesta diferente basándose en la parte del cuerpo con la que habían tenido contacto: para uno de ellos, un elefante era como una pierna; para otro, como una trompa, y así…

“Cada judío, de acuerdo a su biografía personal, su familia, tradiciones y experiencias posée un fragmento de la verdad de lo que es el judaísmo”, fundamentó el sociólogo e historiador y explicó que durante las etapas previas a la modernidad, lo judío era percibido como un todo, “todos los textos eran considerados como judíos y se los relacionaba con la religión”. Sin embargo, “al entrar a la modernidad, esta concepción cambió y se produjo una separación entre los textos judíos y los no judíos”, señaló para luego explicar que “la modernidad es la época en la cual el judaísmo tiene opciones, y en la cual se puede elegir qué tipo de judaísmo se prefiere vivir”. Siguiendo esta logica, Yoel afirmó que en la modernidad “la ortodoxia también es una opción, simplemente es una respuesta más a la pregunta de qué es el judaísmo”.

Schvartz explicó que la posibilidad de elegir requiere un proceso de selección en cuyo proceso el hombre significa sus acciones dotando sus contenidos y símbolos con significados positivos y negativos. De esta forma se comprende a la verdad como una concepción histórica, con un determinado criterio de aquello que está bien y lo de que está mal (según el criterio que se utilice en cada fragmento de verdad). “Si aceptamos una verdad desde un relativismo absoluto no puede haber discusión y entoncesno podrá surgir la transformación”, sentenció.

Concluyendo Yoel aseguró que “para cada corriente existen contenidos y símbolos relevantes que son considerados como verdaderos y que poseen una significación positiva” y en dicho proceso, continuó, “todo lo que no concuerde con dicha verdad, será considerado irrelevante”.

Por su parte, el filósofo Darío Sztajnszrajber dijo no creer que exista un judaísmo sino que “hay judíos” y para ilustrar dicha frase, retomó el ejemplo de los ciegos y el elefante, que había mencionado Yoel, y opinó que afirmar que existe un judaísmo es afirmar que uno de los ciegos dominó a los otros tres e impuso una única concepción.

“Hay tanta diversidad entre los judíos que cuesta buscar el mínimo común denominador”, prosiguió el filósofo y argumentó que “hoy nos encontramos en una guerra de interpretaciones y de significación de nuestras identidades, ya que los diversos grupos judíos generan una guerra cuando ostentan su postulación como si fuese genuina”. 

“Etimológicamente, es identidad es aquello que siempre se repite (idéntico, igual)” explicó Darío y aseguró que “la pregunta por la identidad judía no es una pregunta judía sino que es una pregunta de occidente”. Continuando con esta idea aseguró que “el problema judío es problema en tanto que no encaja con la cultura occidental”. Y en tanto problema, se le busca una solución; el nazismo, por ejemplo, encontró su propia “solución final”.

Sztajnszrajber citó una frase de Primo Levi, escritor italiano de origen judío sefaradí y sobreviviente de la Shoa: “no hay judaísmo en estado puro” y sentenció que “el post judaísmo es una explicación hermenéutica” donde constantemente se negocian los significados de las identidades, se investiga sus símbolos, la cultura y las identidades.

“Se acusa al postmodernismo de relativismo”, dijo y argumentó que, por el contrario, el ser humano recibe tradiciones y éstas se deben reinterpretar en colectividad para darle nuevos significados que respondan a sus necesidades reales. En esta concepción, “la Torá también es una interpretación”, aseguró.

Para organizar mediante algún criterio esta diversidad de significados, el filósofo separó al “judaísmo moderno” en tres concepciones. La primera será un “judaísmo secular” que deja afuera la tradición religiosa y trata de encontrar los elementos seculares para fundar un nuevo judaísmo no religioso. La segunda será una visión “reformista” cuyo objetivo será modernizar lo judío, rescatar sus tradiciones religiosas para adecuarlas sustancialmente a su realidad: “Esta visión busca resignificar pero le es dificultoso saber dónde poner el límite y hoy en el movimiento conservador no se logra percibir cierta unidad frente a este problema” explicó. La última concepción es la ortodoxa,  cuyos actores, según el filósofo “han sabido educarse en la modernización con el único fin de generar eficientísimo, y mediante este método han sabido atraer a diversos hombres y significarles este tipo de identidad judía.”

La actividad culminó con un rico intercambio con los asistentes, quienes –además de plantear sus dudas y expresar sus concepciones- valoraron la existencia de espacios como éstos , de exploración y la reflexión filosófica en torno a la condición judía contemporánea.