El pasado 26 de marzo, José “Pepe” Eliaschev publicó en su columna del diario Perfil que el Gobierno argentino estaba dispuesto a negociar con Irán el esclarecimiento de los atentados a la Embajada de Israel (1992) y la AMIA (1994) a cambio de revitalizar la agenda comercial bilateral. Se refería a un documento secreto del gobierno iraní que mencionaba esta propuesta elevada por el canciller Hector Timerman al gobierno sirio durante su visita a Alepo a fines de enero de este año.
Este fue sólo el comienzo de una historia que aparentemente tuvo su epílogo días atrás en la visita de Timerman a Israel.
¡Shalom Israel, habla Pepe!
La información arrojada por Eliaschev tuvo inmediatamente una repercusión mediática que llevó al prestigioso periódico israelí Haaretz a replicar la denuncia publicada por Perfil. De ahí, una viralización que transcurrió por las redes sociales hasta que finalmente el Embajador israelí en Argentina recibió instrucciones de pedir explicaciones al Gobierno argentino que, sin embargo, prefirió llamarse a silencio alimentando, según propios y extraños, la incertidumbre acerca de la veracidad de la noticia.
En la agenda inmediata de Timerman se encontraba una gira por Israel que rápidamente fue puesta en duda por integrantes de la cancillería israelí a la espera de alguna señal contundente que nunca llegó. Frente a esa situación comenzaron a tomar protagonismo otras repercusiones. Por ejemplo el fiscal Alberto Nisman, a cargo de la investigación por el atentado a la AMIA y gestor del pedido de captura de los dirigentes iraníes a Interpol, se animó a decir que la información era totalmente falsa. Luego, apareció el titular de AMIA, Guillermo Borger, también descalificó la versión. Luego fue el turno del Presidente de DAIA, Aldo Donzis, que más que tibio se mostró sorprendido. Esa duda de Donzis fue interpretada por Perfil como una señal de acompañamiento. En cambio las intervenciones de Nisman y Borger fueron tomadas como expresiones de quienes tienen un apego ciego al actual gobierno nacional.
Después de algunas idas y vueltas, finalmente la Cancillería israelí aceptó que se había apresurado en su pedido de explicaciones y que la información no estaba lo suficientemente avalada como para generar una tensión con Argentina y Timerman fue recibido por Liberman y Netanyahu respetando la agenda convenida.
En todo ese interín, la novela fue seguida con interés por los medios del Grupo Clarín y casi con indiferencia por los medios oficiales y oficialistas, y nadie, ni Eliaschev ni ningún otro medio u órgano político aportaron evidencias o mayores informaciones que la publicada originalmente en Perfil.
De silogismos e imaginarios
La pregunta entonces es ¿cómo una noticia tan débilmente fundada y no alimentada pudo tener semejante repercusión como para generar tensión entre dos países?
Algunas posibles respuestas se podrían encontrar en los imaginarios que despiertan algunos de los componentes del juego propuesto por Eliaschev.
En principio el autor de la nota, un periodista de vasta trayectoria identificado abiertamente como judío y defensor de la “causa” de Israel. En el imaginario del lector y del judío medio, Eliaschev no va a traspasar un límite tan sensible como es el esclarecimiento de los atentados sólo por generar un revuelo. Tampoco va a hacer circular una información de ese tenor sin haberlo chequeado debidamente.
Eliaschev se ha instalado también como un acérrimo opositor al kirchnerismo. Por lo tanto, alguien podría pensar que Eliaschev se dejó llevar por su interés de afectar al gobierno de CFK.
Del otro lado, un periodista derivado en político identificado abiertamente como judío y defensor de la “causa” de Israel, hijo de un reconocido periodista absorbido por Israel cuando Argentina lo desnacionalizó. En el imaginario de muchos judíos, Timerman no va a traspasar un límite tan sensible como es el esclarecimiento de los atentados sólo por una situación coyuntural de intereses comerciales.
A su vez, Timerman quedó señalado como un traidor en algunos sectores comunitarios por haber avalado como Canciller la posición argentina favorable a la constitución de un Estado palestino. Por lo tanto, Timerman si pudo emitir una declaración de ese tipo bien podría haber negociado la causa AMIA. Más si hablamos de un gobierno que comulga asiduamente a causas tercermundistas.
Y allí está Nisman, acusado de ser hombre auspiciado por el Gobierno. Y entonces, sería probable que Nisman -quien, acertada o erradamente, avanzó en la investigación de la causa como pocos antes- si es afín al Gobierno bien podría apañar una operación entreguista. Por intereses personales, claro.
Y cómo no hablar de Borger, un hombre religioso de vínculo estrecho con la gestión kirchnerista bien podría enceguecerse y tirar por la borda una de las principales deudas pendientes de la AMIA por un poco de reconocimiento político. Si lo hicieron otros dirigentes anteriores, por qué el no.
Esto es todo amigos
Ya pasó un mes de la noticia sacada a luz por Pepe Eliaschev. Timerman visitó Israel y para el gobierno de Netanyahu el asunto está formalmente terminado.
Nadie más pudo corroborar ni desmentir, ni brindar indicios sobre la noticia de que Argentina habría hecho tal ofrecimiento a Irán por intermedio de Siria. ¿Eso implica que la noticia es falsa? No necesariamente. Sin embargo la política exterior e interior llevada adelante por la gestión kirchnerista desde 2003 a esta parte en materia de atentados ha sido mucho más activa de lo que el imaginario opositor quiere instalar. Desde otorgar libertad a los agentes de la ex SIDE a prestar declaración hasta la desclasificación de archivos secretos, pasando por el pedido de captura internacional a once hombres de la alta jerarquía iraní y el reclamo constante de Néstor y Cristina Kirchner en la Asamblea General de las Naciones Unidas para que Irán y la comunidad internacional den curso a ese pedido.
Eliaschev no será el primero ni el último en criticar los caminos tomados por la investigación oficial, ya lo hacen entre otros Jorge Lanata y Raul Kollman. Pero Eliaschev ha caído en la imprudencia de arrojar una piedra y esconder la mano. Allí queda el artículo de Andrew Graham Yooll, ex director del Buenos Aires Herald, argumentando en Perfil a favor de la protección de las fuentes.
Nos queda el deseo de haber encontrado en Eliaschev un émulo de Bernstein o Woodward, los míticos periodistas del Washington Post que en una pequeña noticia develaron lo que luego sería el Watergate. Por ahora, esta historia se parece más a una opereta que se burló de todos los que seguimos esperando justicia para las víctimas de los atentados más cruentos de la historia de nuestro país