Sin embargo, el Tribunal Europeo decidió negar la extradición de Klein a Colombia por «No poder garantizarse ahí su vida y sus derechos humanos», dos lujos que Klein no negó a miles de colombianos, las víctimas de los comandos sanguinarios que entrenara, acusados del asesinato de campesinos, periodistas, funcionarios de gobierno y candidatos a la Presidencia.
El nombre de Yair Klein llegó a los titulares en Colombia e Israel, cuando en 1989, Luis Carlos Galán, un político joven, candidato a la presidencia por el Nuevo Liberalismo, fue asesinado en un atentado que evidenció un alto nivel de profesionalismo en su realización. La investigación llega hasta el comando a las órdenes de Pablo Escobar, a la cabeza del Cartel de Medellín. Y a la figura del mercenario entrenador de estos comandos de la muerte, Yair Klein, un oficial israelí en la reserva dispuesto a adiestrar al mejor postor.
Klein había sido miembro de un comando israelí, pero se había retirado para comenzar una carrera como hombre de negocios, abriendo –y rápidamente cerrando- una estación de servicio y un restaurante especializado en pollos a la parrilla. El fracaso de esta experiencia comercial, lo llevó a ofrecer a la venta lo que mejor sabe hacer: entrenar para defenderse y especialmente para matar.
Klein creó la compañía «Jod Hajanit» («Punta de lanza») y comenzó a ofrecer su mercadería al exterior, en momentos en que no existían en Israel las limitaciones para la exportación de armas y conocimiento militar que existen hoy, en parte en reacción a las complicaciones diplomáticas que produjo la acción de Klein a fines de los ochenta.
Klein alega que llegó a Colombia a pedido de la corporación de terratenientes de Magdalena Medio, que le solicitaron entrenamiento para defenderse de los ataques de la guerrilla de las FARC y el ELN. En la práctica Klein entrenó al comando de acción de Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha, líderes del cartel de Medellín. Entre los «educandos» de Klein encontramos al temido Alonso de Jesús Baquero, conocido en la guerra con el alias de ‘Negro Vladimir’. Además de su apodo, cargaba con el meritorio calificativo de ser el mejor alumno de Klein. Entre 1987 y 1989, asesinó a más de 100 personas.
Entre aquel grupo de 60 combatientes, de aquellos años de preparación con el mercenario israelí, ‘Vladimir’ guardó el recuerdo de haber recibido lecciones sobre la táctica inglesa y la alemana. “Consistía en que al enemigo hay que exterminarlo de raíz”, comentaba en 1997. Y erradicarlo significaba que había que disparar ante cualquier sospecha. Fue apasionante ser alumno de Klein”, concluye «Vladimir».
Buscado por las autoridades colombianas, Klein escapó a Africa, donde años después se sabe de su trabajo de entrenamiento ilegal en Sierra Leona.
En una entrevista que le realizara el Canal Caracol de Bogotá, en el marco del programa «Hablando con la prensa’, el mercenario repitió su afirmación de haber sido invitado a Colombia a entrenar a grupos de autodefensa contra la guerrilla del FARC.
Klein, quien no aprendió de su propia experiencia a hablar poco y preciso; se expresó abiertamente poco antes de su detención en Moscú a principios del 2008, criticando el proceso de desmovilización de los paramilitares. “Es una estupidez y una falta de liderazgo desarticular a los paramilitares sin haber acabado con la guerrilla. Ahí hay presiones extranjeras porque el gobierno colombiano no puede ser tan tonto para ello”, dijo.
En un gesto de altanería que lo caracteriza, el ex comando israelí señaló entonces que «volvería a Colombia si lo necesitaran para acabar con la guerrilla, que era la importante tarea que inició en el país en 1987 y que no se ha concluido. Volvería para exterminar a la guerrilla y porque “el mejor capítulo de mi vida fue mi paso por Colombia”….