Mitos demolidos

Cicerón sostenía que la historia es como un maestro de vida: en hebreo diríamos que la historia es  como un madrij.
El Archivo Nacional hizo públicos, en los últimos días, numerosos documentos, hasta ahora inéditos, sobre la Guerra de Iom Kipur.

Por Moshé Rozén

Los testimonios, que son sustancialmente registros dactilografiados de reuniones de gabinete, fueron resguardados en secreto por restricciones de seguridad militar: si los protocolos se hubiesen difundido años antes, probablemente, siguiendo a Cicerón, Israel ahorraría muchas vidas perdidas en contiendas bélicas posteriores al conflicto que conmocionó al país desde entre el 6 y el 24 de octubre del 73.

“Nor dos felt mir”, esto es lo único que me faltaba, suspiró, en idish, la premier Golda Meir al escuchar las sirenas en las primeras horas de la tarde del Día del Perdón.

Entre otras revelaciones, la documentación hace referencia a los pasos  tácticos –militares y diplomáticos- discutidos en el gobierno para hacer frente a la ofensiva de Egipto y Siria: se habló, entre otras cosas, de convocar a la juventud judía de todo el mundo a enrolarse en las filas del Ejército de Defensa de Israel, ante la presunción de una amenaza a la existencia misma de la población.

El ministro de Defensa, Moshé Dayán, trató de sobreponerse a la sorpresa del arrollador avance en el sur y en el norte, proponiendo ataques aéreos sobre El Cairo y Damasco, opción rechazada por Meir, que deseaba movilizar un apoyo militar masivo de EE.UU. y  consideraba que un plan como el de Dayán impediría la adhesión de Nixon.

En los 37 años transcurridos desde esta guerra, Israel no logró resumir una lectura aceptada por la mayoría de sus ciudadanos: Iom Kipur abrió un abismo irreconciliable; fue el catalizador en el surgimiento de dos movimientos políticos oponentes: Gush Emunim, de un nacionalismo de raíz religiosa-ortodoxa -focalizado en los territorios de la margen occidental del Jordán- y, como contraparte, Shalom Ajshav-Paz Ahora, intransigente opositor a las políticas de fuerza que negaron el diálogo con el enemigo derrotado en 1967.

La documentación liberada nos aproxima a la debilidad de Dayán: el avallasador combatiente aparece, en las discusiones de las altas esferas políticas y militares, como una magra figura, carente de un liderazgo con sustento estratégico ante adversas circunstancias.

Y aún así,  una lectura detallada de los distintos documentos, no depara  enorme sorpresa. Sabíamos que el mito de Dayán no resistió  ante la cruda realidad del rearme árabe posterior a las conquistas de la Guerra de los Seis Días.

Lo que sí sorprende a muchos es la insistencia actual en los esquemas diseñados por Dayán: en su libro «Nuevos mapas, nuevas relaciones»  sostenía que se debía construir en los territorios a anexar  y determinar así, de modo unilateral, las futuras fronteras del país.

 

Moshé Rozén:  Miembro del kibutz Nir-Itzjak,  Israel