¿Qué tipo de “bomba periodística” puso?
Una noche llegó un informe muy crítico sobre el conflicto de intereses de Sharón. El redactor que hizo el artículo lo acabó con la frase: «Sharón no ha dicho la verdad». Me sugirió que ése fuera el título y yo, como jefe de Edición, lo acepté.
¿Lo despidieron por eso?
Sí. Me comunicaron mi destitución como jefe de Edición y, dos días después, recibí la carta de despido. Me dejaron fuera de combate. Había protagonizado agrias disputas internas por cuestiones políticas, pero llevaba trabajando ocho años, cuatro de ellos como editor; había dirigido al equipo de periodistas, me habían nombrado jefe de Edición… ¡Era una de las piezas clave del diario!
¿La crítica a Sharón es considerada traición?
Desde hace tres años la atmósfera ha cambiado por completo. La presión, tanto de los niveles superiores como del propio público, es enorme. Y cada vez es mayor.
Desde el inicio de la segunda Intifada, Israel vive una situación de guerra. Criticar al Gobierno en temas políticos relacionados con Palestina es considerado antipatriótico. Y sí, incluso como una traición. Antes la prensa israelí era bastante libre.
Antes publicó artículos como el de “La batalla de los olivos”.
Ese artículo relataba cómo, durante la construcción del muro, 60.000 olivos fueron arrancados de tierra palestina. Oficialmente, los contratistas estaban obligados a devolver esos árboles. Pero no sólo no lo hicieron, ni indemnizaron a los palestinos, sino que fueron vendidos en Israel a razón de 200 euros por olivo.
¡12 millones de euros!
Es dramático. Y el muro anula la posibilidad de crear dos estados.
Explíquese.
El muro está construido de tal forma que imposibilita la independencia del pueblo palestino. Los 350 kilómetros de valla entrarán y saldrán por sus tierras. Los mapas oficiales de la segunda fase dibujan nueve enclaves cerrados. En ellos vivirán 650.000 palestinos. Totalmente rodeados de Israel. Sin suelo.
¿Quién es el verdadero cerebro de esta barbaridad?
El muro es la concreción de un plan que Sharón concibió hace 30 años. El quería que los palestinos estuvieran reducidos a pequeños enclaves controlados en la parte intermedia del Estado. Los ataques suicidas le han dado el pretexto.
Lo chocante es que hay laboristas que defienden el muro.
El muro “cambia” políticamente. Al principio ellos pensaban que una buena cerca situada en la Línea Verde haría buenos vecinos. Pero, durante la segunda fase, se han dado cuenta de que entra muy adentro de Palestina. Empiezan a oponerse.
Y el israelí de a pie, ¿qué opina
La gente se opone al muro por su exorbitante costo, no sólo de construcción sino de defensa. Pero la mayoría está a favor. Si puede detener a los kamikazes, pues adelante.
Es una visión unilateral.
Al principio nadie les informó sobre las consecuencias humanitarias del muro. Mi reportaje fue el primero que las denunció. Pero, aun sabiéndolo, creen que es el precio a pagar por su seguridad. No piensan en el sufrimiento de los palestinos.
¡Que eso le ocurra al pueblo judío!
Mire, cuando un palestino mata a un israelí, todo el mundo empieza a hablar del Holocausto, ¿entiende?
No sé qué decirle.
Estos tres años de Intifada, de muerte de inocentes, han cegado a la gente. Hay quien dice que esta ceguera es algo inherente a los israelíes. No sé. Lo que sí sé es que no ven la conexión entre la ocupación y la resistencia palestina.
Dice resistencia, no terrorismo.
Sí. Ellos no ven el precio de la ocupación y de los 250.000 colonos.
¿Cuál es la solución?
La solución válida es la de dos estados. Pero a medida que los asentamientos se hacen mayores y el muro se construye, nos separamos de esa idea. Quizá debamos pensar en un Estado para dos pueblos.
Son ustedes tan parecidos…
Más de lo que pensamos. Quién sabe… Cinco años antes del fin del apartheid nadie hubiera dicho que Mandela sería Presidente.