El delito provoca el fenómeno de la identificación inmediata, la cual se refuerza cuando vas en una combi que tiene clavado a Ari Paluch en el dial, quien en un viaje de 40 minutos a Correo Central dice la palabra «asesinato» unas setenta veces, mechada con un caudal de información improcesable… ametrallada de modo tal que el oyente solo capte que «algo muy, muy malo nos está pasando». Bueno, esa mañana de ayer, ese señor de anteojos y pelo cano tomó un pedazo de sábana vieja, buscó un tachito de pintura guardado en su garage, y muy prolijamente con pincel escribió: «NOS ESTAN MATANDO». No pide justicia por nadie, no pide cárcel para los menores que delinquen, no pide pena de muerte, no pide «derechos humanos para la gente común», no exige «basta de mirar al pasado, basta con el tema de los desaparecidos» o «que vuelva el Servicio Militar Obligatorio» (aunque seguramente piense todo eso, y cosas mucho peores). Solo expresa lo que siente, irreflexivamente, arrogansose la representación de un colectivo de personas que «están siendo matadas». Su consigna no es propositiva, no denuncia, sino que pretende describir. Es sintética, es contundente, exhibe los supuestos efectos suspendiendo el juicio sobre las complejísimas causas… lo que el señor sí sabía es que sería tapa del diario al dia siguiente, que su prolijo cartelito se multiplicaría hasta el infinito, montado a caballo de todas las telepantallas del país, las radios de los autos, los diarios y revistas… y la voz de Ari Paluch, cerrando un círculo identificatorio.
Por favor, que no se crea que festejo un delito. Lejos está de mí celebrar la muerte, o la Vitalidad del Cáncer, o de exigir la clonación de policías, o de mutilar pibes chorros. Solo describo una foto, en la que se ve a un señor de lentes y pelo cano sosteniendo un cartelito por él prolíjamente confeccionado.
A todo esto, ayer habrán muerto unas 30 personas en accidentes de tránsito. A nadie parece preocuparle este hecho. Manejé ayer por la ciudad, y en vano intenté ceder incontables veces el paso en las esquinas a los transeúntes, paradójicamente poniendo en riesgo sus vidas, ya que el paso debe ser cedido por todos los conductores y no por uno solo. En definitiva, todos están dispuestos a matar en todas las esquinas del país.
Voy a pintar un cartelito que rece «ESTAMOS MATANDO»