Avineri describe la imposibilidad de instaurar sistemas democráticos mediante la ocupación militar. Tanto en Bagdad como en Kabul, Washington omitió el abismo social, económico y cultural y pretendió demoler las estructuras básicas que, en el imaginario norteamericano, proyectaron la expansión al resto del planeta del terror cultivado por las dictaduras locales.
El costo de esta política no fue solamente catastrófico para los paises invadidos: en Irak murieron 160 mil ciudadanos y más de un millón y medio perdieron su hogar; la inversión norteamericana es casi incalculable en términos financieros, pero el número de bajas no es menos hiriente: más de cuatro mil soldados muertos y casi 32 mil heridos.
Obviar identidades étnicas y religiosas con la fantasía del esquema occidental, supuestamente global es, para Avineri, un error de gravísima magnitud.
Creo que también Israel tiene que operar un cambio de paradigma: en vísperas del nuevo año, tratemos de no copiar la omnipotencia de políticas de ocupación; tratemos de encontrar caminos propios, inspirados en la ética judía, para encontrar vías de diálogo y reconocimiento. La insistencia en esquemas de fuerza y más fuerza, ya se agotó. Que tengamos un año mejor.