Cambiando paradigmas

  Los diez días que comienzan  con el Año Nuevo Hebreo y culminan con el Día del Perdón comprometen al diálogo y la reflexión. Repensar la realidad, aprender de los errores nuestros y de otros, en definitiva: madurar, crecer.

 Crecer -cambiar, abrir una página distinta- puede ser un momento doloroso. Los días de Rosh Hashaná a Iom Kipur condensan el regocijo y la angustia ante el abandono de los esquemas del tiempo pasado. 

 Shlomo Avineri, profesor de Ciencia Política  en la Universidad Hebrea de Jerusalén , publicó recientemente en el matutino Haaretz un lúcido análisis de lo que define como doble fracaso: la derrota en Afganistán y en Irak, de la concepción estratégica estadounidense.

 

Por Moshé Rozén

  Avineri describe la imposibilidad de instaurar sistemas democráticos mediante la ocupación militar. Tanto en Bagdad como en Kabul, Washington omitió el abismo social, económico y cultural y pretendió demoler las estructuras básicas que, en el imaginario norteamericano, proyectaron la expansión al resto del planeta  del terror cultivado por las dictaduras locales.

 El costo de esta política no fue solamente catastrófico  para los paises invadidos: en Irak murieron 160 mil ciudadanos y más de un millón y medio perdieron su hogar; la inversión norteamericana es casi incalculable en términos financieros, pero el número de bajas no es menos hiriente: más de  cuatro mil soldados muertos y casi 32 mil heridos.

 Obviar identidades étnicas y religiosas con la fantasía del esquema occidental, supuestamente global es, para Avineri, un error de gravísima magnitud.

 Creo que también Israel tiene que operar un cambio de paradigma: en vísperas del nuevo año, tratemos de no copiar la omnipotencia de políticas  de ocupación; tratemos de encontrar caminos propios, inspirados en la ética judía, para encontrar vías de diálogo y reconocimiento. La insistencia en esquemas de fuerza y más fuerza, ya se agotó. Que tengamos un año mejor.