¡Vergüenza!

El síndrome de la ocupación continúa deshumanizando a israelíes y palestinos. Es una verdadera tristeza comprobar que a lo largo de años hay hombres y mujeres con características más cercanas a la bestialidad, y que la opresión simplemente los reúne y organiza.

Por Alberto Mazor

Las redes sociales se están convirtiendo en un dolor de cabeza para Tzáhal, que ve como los soldados exhiben allí sus travesuras militares o se recrean impúdicamente. Ahora le tocó a una ex soldado enseñar en la web un ejemplo de humillaciones a los que son sometidos los palestinos. Unas fotos en su Facebook la muestran posando burlonamente en una base militar del sur de Israel frente a palestinos maniatados y con los ojos vendados. Su álbum se titula «Tzáhal, el mejor momento de mi vida».

Las fotos están lejos de ser aquellas de la cárcel iraquí de Abu Ghraib tomadas por soldados norteamericanos. No hay tortura ni sadismo, pero sí un innegable regocijo frente a varios hombres detenidos junto a un muro. Su autora es una joven llamada Eden Abargil, quien ya finalizó su servicio militar. Bajo una de las imágenes, una de sus amigas comenta: «Estás supersexi». Ella responde: «Sí, ya lo sé… Me pregunto si él estará en Facebook; tengo que etiquetarlo. ja, ja…»

Tzáhal no tardó en condenar la conducta de la joven, tachándola de «desagradable y cruel». Pero una foto vale más que mil palabras. En entrevistas televisivas por canales israelíes, Eden consideró su accionar como «algo natural ya que odio a los árabes» y aseguró que dicho fenémeno es «muy difundido y popular en la tropa».

De hecho, a veces aparecen en Youtube o Facebook barbaridades semejantes subidas por los propios gendarmes. Como el vídeo del año pasado en el que unos guardias de fronteras obligaban a un palestino a cantarles loas y abofetearse a si mismo. Luego, uno de ellos decía «estuviste fantástico», y otro agregaba: «Así debe ser, árabe repugnante».

Tzáhal pretende acabar con el exhibicionismo de los soldados en la web. A principios de año creó una unidad especial para vigilar los contenidos que se suben a través de las redes sociales; no sólo para proteger su imagen, también para evitar filtraciones de información secreta, como la que obligó hace unos meses atrás a cancelar una acción en Cisjordania después de que un soldado adelantara los detalles de la misma en Facebook.

Suena ridículo que ninguna institución representativa de Israel no pueda tomar medidas contra esa joven (y el fotógrafo/a) sólo por la excusa de que ya concluyó su servicio a la patria. La exhibición y burla de prisioneros de guerra (nosotros nunca nos olvidamos de aclarar que estamos en guerra) son una violación de los Acuerdos de Ginebra – que Israel firmó – y la ex soldado debe ser procesada por ello; su publicación es la evidencia. Si los hombres que aparecen en las fotografías no son prisioneros de guerra tampoco deberían estar bajo su custodia, sino de la policía civil. Quien calla, otorga.

Pero el tema central es que el síndrome de la ocupación continúa deshumanizando a israelíes y palestinos. Es una verdadera tristeza comprobar que a lo largo de años, y de hechos similares a estos, hay hombres y mujeres con características más cercanas a la bestialidad, y que la opresión simplemente los reúne y organiza.