Morir en Bagdad: 43 muertos y 224 heridos

Ramadán a sangre y fuego

Sirenas de ambulancias, calles cortadas, 74 coches reventados tras el estallido de las bombas o con daños de menor consideración. Una alambrada y dos tanques norteamericanos impiden que nadie se acerque a la sede de la Cruz Roja. La calle donde está ubicada parece un río, a resultas del agua lanzada por los bomberos para apagar el incendio, que el maltrecho alcantarillado de la ciudad es incapaz de absorber. En la acera, Nada Dumani, portavoz en Bagdad de la Cruz Roja Internacional está, conmocionada, al borde del llanto. "No puedo entenderlo. Hemos estado aquí -explica Nada- desde 1980. La gente nos conoce. Trabajamos por los prisioneros de guerra durante la contienda con Irán. Continuamos en los 90 para aliviar el impacto de las sanciones y los embargos. Fuimos la única organización humanitaria internacional que nos quedamos durante esta última guerra. Y ahora visitamos a los presos que están en manos de la coalición y continuamos ayudando a los hospitales. No tomamos partido. Y ahora -agrega- el precio lo pagan los iraquíes, que han sido las víctimas de este ataque. ¿Quién puede haber hecho esto?" Una pregunta de difícil respuesta. Bagdad está regada de muerte, en los últimos ataques de la resistencia murieron 43 personas y ya se cuentan 224 heridos. Definitivamente, los Estados Unidos se encaminan a su “nuevo Vietnam”.

La violencia no deja en Irak ni un día de respiro, ni siquiera en el Ramadán. La primera jornada del mes del ayuno musulmán estuvo teñida de sangre en Irak, donde cinco atentados suicidas perpetrados en cadena contra cuatro comisarías de la policía y contra la sede del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), se saldaron ayer, lunes 27 de octubre, con 43 muertos y 224 heridos. Todas las víctimas fueron iraquíes, excepto un soldado norteamericano. Las fuerzas de los Estados Unidos responsabilizaron de los ataques a extranjeros infiltrados en Irak, posiblemente extremistas islámicos.
Los cinco atentados suicidas que convirtieron el día de ayer en el más mortífero y negro de la capital iraquí desde el fin de la guerra fueron perpetrados en un tiempo de 45 minutos -entre las 8.30 y las 9.15 hora local- y sembraron el caos en la ciudad.
El primer edificio atacado fue la comisaría de policía del distrito de Baya, en el sudoeste. Cinco minutos después, un coche bomba estalló frente a la sede del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), a unos 20 metros del ingreso. Después les tocó el turno a otras tres comisarías ubicadas en extremos opuestos de Bagdad.
Otra intento de ataque contra la comisaría de Jadida, en el Nuevo Bagdad, fue abortado por agentes de la policía iraquí que lograron detener al suicida.
El general norteamericano Mark Hertling, de la Primera División Blindada de los Estados Unidos, dijo que el atentado del día anterior contra el Hotel Rashid, donde se alojaba el subsecretario de Defensa estadounidense, Paul Wolfowitz, fue obra de «elementos leales al régimen de Saddam Hussein», mientras que los ataques de ayer fueron perpetrados «por grupos extranjeros que se aprovechan de la situación en Irak».
De las 43 víctimas mortales, al menos ocho son policías que custodiaban los edificios atacados y que, en algunos casos, impidieron que la masacre fuera aún mayor, al interceptar a los kamikazes que hicieron estallar sus artefactos prematuramente. También 68 de los 224 heridos son policías.
La nueva policía iraquí, que recibe formación por parte de las tropas de la coalición ocupantes Irak, es acusada de «colaboracionismo» y se ha convertido en objetivo habitual de los ataques de la resistencia y de los fundamentalistas islámicos.

Cruz Roja

El atentado contra la sede del Comité Internacional de la Cruz Roja causó especial conmoción, ya que difícilmente pueden adivinarse los motivos que hayan podido convertir a esta organización en objetivo del ataque. Doce personas perdieron la vida en este atentado entre los que, al menos dos de ellas, eran empleados de la organización humanitaria. El coche bomba, cargado de explosivos, que el conductor hizo estallar, tenía pintados los símbolos de la Media Luna Roja y toda la apariencia de una ambulancia.
El presidente estadounidense, George Bush, que repasó ayer con su representante en Irak, Paul Bremer, la situación en ese país, subrayó que los últimos ataques demuestran que los rebeldes están «desesperados».
El delegado de la Cruz Roja Internacional en Irak -Pierre Gassmann- declaró que “hemos sido quizá algo ingenuos al creer que no nos iban a atacar”.
“Empezaremos a repatriar a los colaboradores internacionales y veremos cómo seguimos aportando nuestra ayuda con nuestros trabajadores iraquíes”, continuó Gassmann.
Previamente, había indicado que “tras el atentado ha quedado claro que no podemos seguir como hasta ahora trabajando con 35 colaboradores extranjeros”. El delegado de la organización asistencial señaló, sin embargo, que la Cruz Roja “tiene un mandato que cumplir: encargarnos de los presos de guerra iraquíes y ayudar a la población de Irak”.