¿Y los judíos de Israel?

Por Abi Ben Shlomo, Israel.

He leído en la página un comentario a las declaraciones de Mike Rosenberg, Director General del Departamento Mundial de Aliá y Absorción de la Agencia Judía. También yo pienso que «son propicias para reflexionar respecto del estado actual de la cultura judía», y sobre toda ante la afirmación: “En la Argentina no va a quedar comunidad judía”.
Pienso que en la Argentina sobrevivirán durante muchos años grupos de personas que se reclamarán judíos, descendientes de judíos, y todas las variantes que se quieran…
Lo que yo pongo en duda es algo mucho más serio, serio y significativo: ¿qué va a ocurrir con la comunidad judía en Israel? El amigo Rosenberg ha dicho lo que ha dicho puesto que es un funcionario «pescador», vale decir, introducir en las redes de la aliá a los restos de una comunidad judía que, según vaticina, va a terminar asimilándose.
El gran problema del sheliaj de la Agencia Judía es que oculta, calla, mira hacia otro lado cuando debería ilustrar, a los «judíos» que quieren salvar, sobre las bondades dela «vida judía» en el estado receptor. Explicarles, por ejemplo, que los olim jadashim y no jadashim argentinos cumplen el papel de los bolivianos, peruanos y paraguayos dentro de la sociedad israelí (siempre y cuando puedan conseguir alguna ocupación dentro del mercado laboral agotado): limparles las casas a los adones y madamas, a los condes y condesas, por menos del salario mínimo; trabajar en las agencias de seguridad 18 horas de domingo a domingo; ser los burros de carga de los supermercados en los que los condes y condesas efectúan sus compras mensuales. Y muchas otras lindezas y simplezas de la vida cotidiana. Advertirles, asimismo; que las puertas de Israel están abiertas para todos los hombres de buena voluntad que quieran radicarse en la tierra de la miel y la leche (ninguna relación con el antiguo preámbulo de la constitución argentina de 1853) y salvarse de la asimilación que les preparan los «goim» argentinos.
Explicarles que es mucho mejor asimilarse al racismo, la intolerancia, el chovinismo y la violencia de la sociedad israelí… !Mucho mejor!
No me dan ganas de participar de esos debates académicos sobre los vericuetos de la cultura judía de la diáspora, las disquisiciones sobre la diáspora y el centro, porque vivir en este país es alienarse en un mundo hipócrita, falaz, tumefacto desde las raíces hasta la cabeza.
Estamos al borde del terremoto social y, tal vez, en los prolegómenos de una nueva guerra con Siria. Sharón, convicto de Sabra y Shatila, convicto de cuanta provocación antipalestina se ha dado en este país, nos lleva al precipicio (porque en sus bordes ya vivimos).
En fin, es triste y patético vivir en esta soledad política, cuando se pueden contar con los dedos los partidarios de la paz consecuentes, no aquellos que reaparecen como honguitos residuales después de las lluvias.
Muchas gracias por permitirme llorar sobre vuestro hombro.