Editorial de “El País” de Madrid

Antisemitismo

En su edición del jueves 23 de octubre, el periódico español “El País”, editado en la ciudad de Madrid, publicó el siguiente artículo editorial relacionado con el antisemitismo, el Muro de Defensa o de Seguridad (según para quien) que Sharón seguirá construyendo (en una sociedad y opinión pública israelí partida al respecto) y la resolución de las Naciones Unidas que exige la paralización de la construcción del Muro y su destrucción donde ya está finalizado.

El antisemitismo es una de las más viejas y tenaces manifestaciones del racismo, y una de las más criminales, si no la más. El primer ministro de Malasia, Mahatir Mohamad, acaba de alimentar este monstruo al vincular a los judíos con una supuesta política de control del planeta.
Es un síntoma de algo muy preocupante: la extensión del antisemitismo por el mundo árabe y musulmán. Esa extensión, expresada en la circulación y en la popularidad de los peores tópicos acuñados por el nazismo en muchos países árabes y musulmanes, se nutre hoy en día de un error gravísimo: la identificación entre la política respecto a los palestinos del Gobierno de Israel, y en particular la de sus ultras, con toda una cultura, una religión, una comunidad.
Y así, las tropelías de los espías, los soldados y los colonos de Sharón son presentadas muchas veces en los medios de comunicación árabes y musulmanes como tropelías de los judíos. Algo inadmisible.
Pero este antisemitismo no es típico ni tiene sus raíces en el islam; al contrario, es originario del Viejo Continente, y ha ido cuajando en el mundo islámico en paralelo a las políticas de ocupación de Israel, y más recientemente a la carta blanca que el Gobierno de Bush le otorga al Likud y a la indiferencia de gran parte de las opiniones públicas israelí y estadounidense por los sufrimientos de los palestinos. Vive ahora de una terrible simetría, del odio contra todo lo judío en muchos países islámicos y de la invisibilidad palestina en Estados Unidos, con sus correspondientes figuras de exclusión: el diablo sionista y americano en tierra del islam y un sujeto inexistente y por tanto sin derechos que sirve de excusa a los terroristas en tierras occidentales.
Ayer, 144 países se pronunciaron en la Asamblea General de la ONU -con la lamentable excepción de Estados Unidos, que no tiene derecho de veto en este foro- en contra del muro que Israel está levantando para protegerse de atentados palestinos. Sería absurdo tildar de antisemitas a esos 144 países, incluidos los de la Unión Europea, que votaron contra algo que repugna a la conciencia civilizada. Máxime cuando el muro no se limita a cercar la propia finca -el Israel anterior a la guerra de 1967-, sino que penetra en la del otro: los territorios palestinos.
Desde el respeto y consideración que merece el judaísmo y desde la repugnancia que provoca el antisemitismo, debe quedar espacio para la crítica más severa a la política de Sharón por contraria, entre otras cosas, a los intereses de paz y seguridad del Estado fundado por Ben Gurión.