Elecciones en Suiza

Los “neutros” doblaron a la derecha

Los resultados obtenidos por la Unión Democrática de Centro, partido de reconocidas líneas xenófobas y antieuropeístas, en las elecciones suizas no hacen sino confirmar una trayectoria política cuyo auge se acreditó hace ya cuatro años, cuando su representación alcanzó idénticas cotas que las del partido mayoritario, el socialista. Desde entonces, el líder de tan peculiar formación, el multimillonario Christoph Blocher, se ha limitado a insistir en sus postulados programáticos propiciados por el estancamiento económico que sufre Suiza. Blocher encontró en la creciente animadversión hacia la inmigración el chivo expiatorio de todos los males suizos y con ella su particular llave hacia el Ejecutivo suizo.

Ya en 1971 hubo en la Confederación Helvética un intento de limitar al 10% de la población el número de extranjeros. La llamada Iniciativa Schwarzbarch fue, entonces, derrotada por un mínimo margen. Ahora el porcentaje de inmigrantes es el doble y, aunque hasta la fecha había sido más o menos asimilado por la población autóctona, la crisis que se vive en este país exportador -con su economía presa de la recesión que sufren sus vecinos- ha conseguido que el mensaje de Blocher sea comprado por casi un tercio de los votantes. El ascenso del polémico empresario no alterará sustancialmente el Ejecutivo federal, aunque es previsible que la UDC reclame un segundo miembro en el mismo a costa de los cristianodemócratas, la fuerza menos votada de las cuatro que se reparten los siete asientos del Gabinete.
Las previsiones constitucionales miden claramente los márgenes de maniobra que pueden alcanzar proyectos como el de Blocher. Clamar al cielo en campaña es una cosa y gobernar otra muy distinta.
Jörg Haider, en Austria, y el partido del fallecido Pim Fortuyn, en Holanda, ya lo experimentaron.

“No tengo nada contra los extranjeros”

“Nada tenemos contra los extranjeros, pero sí contra los excesos del derecho de asilo y contra los inmigrantes ilegales». Así resumió Christoph Blocher su éxito en las elecciones legislativas de Suiza a través de su partido Unión Democrática de Centro: es el primer partido, con cuatro puntos de ventaja sobre los socialistas y 55 escaños de un total de 200.
Cuando se forme el nuevo Consejo Federal, la sedicente UDC tendrá dos ministerios en lugar de uno. En Suiza, el Gobierno, de siete ministros, siempre es de coalición entre los cuatro primeros partidos.
Más allá de la normalidad institucional está lo anómalo: un partido de tics racistas, con un jefe que no ocultó su poca estima por los judíos, antieuropeo y que ve en los inmigrantes la causa de casi todos los males, se ha implantado lejos de Zúrich, su área tradicional, y recoge algunos frutos en la Suiza francófona -región donde se ubican la mayoría de las oficinas de las organizaciones internacionales radicadas en el país helvético-, liberal y progresista.
La explicación está más en la psicología social que en la política: Suiza está en seria depresión económica con auge del paro, correlato del de sus vecinos alemán y francés. Y han buscado un culpable para satanizarlo.