A propósito de Rosh Hashaná

Los cuatro elementos: proyecto, convicción, decisión y bien común

El establishment y los medios Cuando entregamos nuestra publicación especial producida con motivo de los 9 años del atentado a la AMIA, “La deuda Interna”, a los periodistas que siguen de cerca los avances de la investigación y el desarrollo del juicio oral, muchos de ellos -fundamentalmente quienes trabajan en los medios nacionales más importantes- no dejaron de destacar el valor del trabajo de nuestro compañero Horacio Lutzky, así como su cansancio por las reiteradas quejas y protestas de las autoridades de la DAIA, ante sus editores, cuando se salían del discurso oficial propuesto por el establishment de la comunidad.

Por Guillermo Lipis

A pesar de la responsable preservación de fuentes, Nueva Sión está en condiciones de afirmar que tanto en La Nación, como en Clarín, sus periodistas, tienen prescripto hablar en contra del establishment de la comunidad. En ciertos círculos es como un silencio en voz alta: se dice pero no se escucha.
“No sabés cómo se quejan los de la DAIA cada vez que sale algo en contra de sus posiciones. Entre cartas, llamados telefónicos y conversaciones con nuestros editores nos suelen generar grandes dolores de cabeza”. Es por esto, y no por otra cosa, que “La Deuda Interna”, a pesar de haber sido mencionado en dos oportunidades por Clarín -durante la semana previa al noveno aniversario- y haber sido valorado como un importante documento periodístico por quienes siguen la causa AMIA, no tuvo el peso específico deseado en términos de difusión que los medios nacionales deberían de haber hecho de su contenido.
Conclusión: llegamos adonde teníamos que llegar, dijimos lo que teníamos que decir y el documento fue entregado a quienes tenía que serlo: periodismo nacional e internacional, vocería de Presidencia, SIDE, cancillería, legisladores y dirigentes de la comunidad judía. Quien quiso saber, ahora o antes, supo.

La sospecha

En la entrevista publicada a León Gieco (“Argentina no tiene políticos respetables porque tiene 30.000 desaparecidos”, edición 877/878) hace exactamente un año, el artista dejaba claramente expresada la necesidad de cambio en el manejo de la política y en la renovación de la dirigencia. Los aires frescos, en el ámbito nacional, parecen comenzar a respirarse. En estas últimas semanas, los organismos de Derechos Humanos han vuelto a poner sobre el tapete, de la mano de jueces como el español Baltasar Garzón, las reivindicaciones más elementales de justicia, la memoria y la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad como los ocurridos en Argentina durante la dictadura. Lejos de toda ingenuidad, algunos de esos militares -orgullosos de haber defendido su política asesina contra el disenso y alejada de toda alternativa de legítima defensa en un juicio justo- salieron a defender y justificar sus matanzas. “Todo el mundo era sospechoso” dijo el ex ministro del Interior Albano Harguindeguy. “Nuestro Presidente habla de 30.000 desaparecidos, pero solo fueron 8.000” afirmó el ex general Benito Bignone, como si 8.000 fuera menos grave que 30.000. Una vida es una vida y vale por todas.

El cambio

El Presidente Kirchner, y su equipo de gobierno, vino a romper con una cantidad innumerable de prejuicios. En política, primero sólo hace falta disponer de cuatro principios y postulados básicos: proyecto, convicción, decisión y bien común. Pero, estos cuatro elementos no resultan suficientes por sí solos y no generan el cambio en sí mismo; si no están, si no aparecen en una política de gobierno, ese Ejecutivo no gobierna para el general de sus mandantes.
El “Huracán K”, en estos primeros 100 días de gobierno, está ratificando los dichos fundacionales de su gestión con hechos concretos también en el campo de la justicia. En este ambiente legal es donde, por ejemplo, ha profundizado la investigación sobre el atentado a la AMIA y se están reabriendo las megacausas referidas a las violaciones de los Derechos Humanos tratando de impedir que la conciencia nacional, por decreto, olvide o supere los traumas generados por una dictadura que sumió al país en una tragedia de la que aún no hemos podido salir. Es la misma gestión que afirma que con Galeano no va “ni a la esquina”, la que ha demostrado gestos de un gobierno con un rostro humano alejado de la soberbia de los poderosos. El mismo que rompió con el monopolio en el diálogo con la representación comunitaria.
El “Huracán K” rompió barreras en esos modelos -los nacionales- que aún no bajaron en efecto cascada a la interna de la comunidad judía, aún está pendiente. Se produjo en el menemismo, con el espejo berajista; en el delarruismo, con instituciones comunitarias centrales que no avanzaron, chapalearon en la indiferencia de la gente y mantuvieron -en definitiva- el modelo hasta que les estalló en la cara.
Queda, aún, saber cómo se reflejará el efecto Kirchner en la política comunitaria. Es probable que ese misterio se devele en las elecciones que definirán la próxima dirigencia en la DAIA: ¿arrastraremos los modelos anteriores -con todos sus vicios e ideología- o quedarán en el pasado?

Nueva sintonía

La gestión Kirchner despertó una nueva sintonía de esperanza en el país. Ese hombre venido del sur, también es un sobreviviente de los 30.000 desaparecidos, un exponente de lo que puede llamarse el exilio interno que padeció la generación setentista, principal víctima del terrorismo de Estado impuesto por los militares quienes también barrieron con jóvenes judíos que creyeron en la utopía de un mundo mejor. Sin distinciones en el secuestro, claro, pero con un tratamiento especial al momento de las torturas.
Mientras en el ámbito nacional se avanza en ese sentido, en lo comunitario, seguimos esperando vernos el ombligo acerca del desempeño de nuestras instituciones durante la época de plomo.
Es un buen balance del alma para estos primeros 100 días de gestión, 100 días que llegan, en el ámbito del mundo judío, al llamado “tiempo de introspección”: el tiempo que va entre Rosh Hashaná (año nuevo judío, 5764 en esta ocasión) y el Iom Kipur (Día del Perdón, nn perdón que sólo puede producirse entre los hombres). Un buen momento para pensarnos, revisar nuestras acciones y proyectar otras que arrimen, desde nuestro lugar comunitario, con una propuesta de cambio más amplia y participativa.
Que esos mismos cuatro elementos (proyecto, convicción, decisión y bien común) que deben primar en una sociedad que se precie de justa, equitativa y evolucionada, se instalen en nuestra vida cotidiana, en nuestra comunidad, en esta Argentina que supo cobijar a miles y miles de inmigrantes y en una Israel que bien merece encontrar la paz junto a sus vecinos.
Shaná tová para todos.