El conurbano israelí

Ajami

Candidata al Oscar 2009 como mejor película extranjera, premio que perdió en manos de nuestra “El secreto de sus ojos”, Ajami, -escrita y dirigida el director israelí Yaron Shani y el palestino Scandar Copti-, exhibe la otra cara de la globalización, aquella que se encuentra escondida por todo aquello que se enseña en las academias y las escuelas.

Por Julian Blejmar

En efecto, si al hablar de Aldea Global la asociación directa es internet, mercados financieros, deportistas, series o lanzamientos mundiales, visto desde Latinoamérica, este film israelí exhibe en que medida la opresión y marginación de ciertos sectores sociales convierte a niños en adultos precoces, víctimas en victimarios, inocentes en delincuentes.

Y es que la historia que se presenta, dividida convenientemente en cinco capítulos, sorprende en sus similitudes con aquella argentina que marcó época quince años atrás, “Pizza, Birra, y Faso”, con la magistral “Okupas”, miniserie emitida por la televisión 10 años atrás, o con la monumental brasilera “Ciudad de Dios”, que narra el surgimiento de las favelas.

Distantes geográficamente en casi 15.000 kilómetros, los escenarios y personajes guardan un sorprendente parecido, la de ser los restos de la globalización, -globalización en sí misma también- cortados por la droga, la soledad, un presente vacío, y el crimen organizado, es decir el producto que generan pero prefieren barrer bajo la alfombra las clases acomodadas.

Ajami es el nombre del barrio árabe-israelí situado en la ciudad de Jaffa, Tel-Aviv. Allí residen, entre cientos de hacinadas familias árabes, judías y cristianas, Omar, Nasri, y Malek, jóvenes que de un día para el otro se verán obligados a insertarse en el crudo mundo de esta ciudad, donde entrarán en contacto con todo tipo de delincuentes así como de policías israelíes agobiados por la permanente violencia que reciben y producen. Con un ritmo tensionante, -que no obstante en algunos momentos decrece y hace perder interés a la trama-, y una particular estructura narrativa, este film, que se estrenará durante el próximo junio en la Argentina, es otra oportunidad de girar la vista hacia aquel mundo que también producimos, y que, tarde o temprano, nos mirará a nuestros propios ojos.