Xenofobia en Suiza

Por José Itzigsohn

Hace poco tuvo lugar un plebiscito en Suiza, para decidir cómo responder a un pedido de la comunidad musulmana de ese país para la construcción de mezquitas.  La mayoría de los votantes estuvieron de acuerdo pero se opusieron a que ésta tuviera un minarete, las torres desde los cuales los musulmanes llaman a sus fieles a la oración. La razón aludida para oponerse fue que los minaretes alterarían el paisaje típico de las ciudades suizas. Pienso que la razón de esa oposición no es estética, sino que encubre otra realidad. Esa votación expresa que en estos momentos, la mayoría del pueblo suizo se siente amenazada por la presencia de una cultura extraña (Xenos, en griego clásico es precisamente extraño y fobos, temor), de allí que podamos hablar de xenofobia.

Dado el antagonismo, por momentos virulento, de muchas comunidades musulmanas en Europa y el mundo en contra de Israel y de los judíos que apoyan la existencia de un Estado con mayoría judía, no han faltado algunas voces judías que han estado de acuerdo con el resultado de esta votación. En cambio ha habido otras voces de personalidades judías, religiosas y laicas, mayoritarias, que se han opuesto al mismo  y pienso que tienen razón.

Suiza es un país con fuertes tendencias conservadoras, en el que ha habido conductas xenófobas también con los judíos. Fue el último país de Europa Occidental en conceder igualdad civil a los judíos, (en dos etapas, en 1866  y 1872) antes que el vendaval del nazismo arrasara con todas las conquistas liberales con respecto a  los judíos en Europa. También fue el último país de Europa Occidental que dio el derecho de voto a las mujeres. Si se me permite una metáfora, diría que ese carácter conservador está ligado a la fabricación de relojes, industria típica de ese país, pues los relojes enmarcan y dominan al tiempo. Cabe señalar también que durante la segunda guerra mundial, el gobierno suizo tuvo una conducta ambivalente respecto a los judíos  pues si bien dio acogida a varios millares de refugiados  de los países dominados por el nazismo, rechazó a otros tantos y los devolvió a lo que significó su muerte segura.

Debemos comprender que la xenofobia es única e indivisible y debemos estar permanentemente alerta frente a ella, aunque no seamos las victimas de turno.

Debemos entender también que permitir la construcción de mezquitas y prohibir los minaretes, es el equivalente de permitir la construcción de iglesias y prohibirles que tengan torres o espadañas para sus campanarios, o  permitir la construcción de sinagogas y prohibirles que tengan cúpulas de estilo oriental. Los minaretes, además de la función de llamado a los fieles musulmanes a la oración, cumplen también para estos una función simbólica, pues están inspirados en el antiguo faro de Alejandría como fuente de luz, en este caso , la luz de su creencia religiosa

Personalmente soy un judío laico, ligado a su pueblo por su cultura y su destino y no por la fe, pero respeto a todas las religiones, con exclusión de las manifestaciones fundamentalistas, intolerantes, de cualquiera de ellas. Pienso que al ofender a los creyentes musulmanes de Suiza, entre quienes hay sin lugar a dudas moderados y extremistas, se está dando pábulo a las tendencias xenofóbicas dentro de esa minoría. Es el principio de acción y reacción. El mutuo respeto y el diálogo interreligioso y de religiosos con laicos, tarea en la que he participado varios años en Israel y España, es el único camino para afirmar nuestro destino común como seres humanos.