Proyecto de servicios audiovisuales, los Soprano y la regulación estatal

El kirchnerismo contraataca

Por Gerardo Yomal

Después del cachetazo electoral que sufrió el gobierno el 30 de octubre cuando alrededor del 70% de la población eligió otras opciones políticas, la debilidad manifiesta del kirchnerismo era abrumadora. Parecía un gato acorralado contra la pared por cuatro rotweillers que lo estaban por destruir. La realidad política es tan vertiginosa que nos olvidamos que para aquella época en diferentes ambientes políticos, empresarios, periodísticos se especulaba y en muchos casos se deseaba que los Kirchner abandonaran el poder para ser reemplazados por el vicepresidente Julio Cobos o algunas otras variantes afines al establishment. La alquimia política incluía a Duhalde, Reutemann, elecciones anticipadas…Sin embargo el poder de contraataque del oficialismo fue notorio: volvió al centro de la escena, trató de marcar la cancha y finalmente logró imponer temas centrales de la agenda política.

Uno de ellos es el proyecto de ley de Servicios Audiovisuales, negocio del fútbol incluído, que busca romper los oligopolios de prensa en el país, fundamentalmente el que maneja el Grupo Clarín, un peso pesado de las comunicaciones y de notoria influencia política.

Al margen de los puntos en los que se puede mejorar este proyecto (participación o no de las Telefónicas, organismos de contralor, etc) es evidente que el gobierno de Cristina Fernández se ha metido con un peso pesado, con un tema tabú como es el de la propiedad mediática en la Argentina.

Y las reacciones aparecen por todos lados, muchas de ellas totalmente desmesuradas. El periodista de Clarín Ricardo Roa, hombre importante del grupo, citó a Francisco Franco y Carlos Pagni, uno de los principales columnistas de La Nación, a Benito Mussolini. Desde las principales empresas periodísticas se pretende asimilar el proyecto gubernamental a las peores dictaduras. Evidentemente, sangran por la herida porque de lo que se está discutiendo es de una normativa muy común en países capitalistas como Estados Unidos, Canadá o Francia donde el Estado tiene un rol regulador frente a gigantes periodísticos que terminan por imponer agendas políticas y económicas. A modo de ejemplo, para saber qué pasa en el mundo en este terreno, en la ciudad de San Francisco, el dueño del diario San Francisco Times no puede tener una radio y una televisora en esa misma ciudad. Simplemente rige una ley antimonopólica que pretende desde el Estado resguardar instancias de pluralismo y diversidad.

 

Los Soprano

La caja de Pandora que abrió el gobierno al plantear a la sociedad una nueva distribución de la palabra y la comunicación hizo que los trapitos salieran al sol. El empresario periodístico Jorge Fontevecchia de Perfil denunciaba en una de sus columnas la reacción del grupo Clarín: “…tanta desesperación tiene una lógica que trasciende al dinero que pueda dejar de aportar el negocio de las transmisiones del fútbol, que aunque relevante no es determinante. El problema es que una parte de los negocios nuevos que ha podido desarrollar el Grupo Clarín en los últimos años se basó en la idea que tenían sus socios de que Clarín brindaba protección a los negocios porque nadie, incluyendo en esto a ningún gobierno, se atrevería nunca a ir contra Clarín. Exagerando, Clarín podía darse el lujo de pedir el 30% de cualquier negocio sin poner un peso a cambio, porque la contraprestación implícita era de protección, de aportar la tranquilidad de que se sería intocable si se es socio de Clarín.”

Protección, negocios turbios, mafia, concentración mediática son algunas de las realidades que se están discutiendo en estas horas. Hay  cientos de millones de dólares y de cuotas de influencia política en juego. En este contexto donde muchos periodistas están trabajando con “una pistola en la cabeza” según graficó el redactor de un diario,   el  Foro del Periodismo Argentino (Fopea) que nuclea entre otros a varios periodistas de Clarín afirmó que, “los directivos de las empresas periodísticas tienen todo el derecho de utilizar los espacios editoriales para expresar la opinión institucional. Pero lo que no pueden es exigir a sus periodistas que degraden su trabajo profesional para ponerse al servicio de sus intereses, ya que la libertad de conciencia de los periodistas debe ser respetada”.

 

Debate en Acción

De este gobierno te puede gustar su política de derechos humanos, los nombramientos en la Corte Suprema, su alineamiento internacional, la autoridad y la política económica que tuvo para capear una de las peores crisis de nuestra historia (recordar los años 2001-2002) y te puede disgustar su forma de hacer política, el exceso de personalismo, la corrupción y que otra vez a partir del 2006 la Argentina se ha convertido en una nueva fábrica de pobres. Pero lo que es innegable es que con su estilo permanentemente está planteando desafíos centrales sobre la agenda pública. Qué hacer con los medios, con la distribución de la riqueza, con el consumo personal de droga, con los fondos jubilatorios.

Los temas están sobre la mesa. El gobierno intenta establecer el rumbo. Y específicamente en este proyecto sobre medios juega al borde del precipicio frente a contendientes que son los que tienen el poder en serio.

Finalmente la sociedad con sus acciones determinará para qué lado se inclinará la balanza. Este cronista, en líneas generales, está de acuerdo en que hay que terminar con la ultra-concentración mediática y frenar su poder extorsionador. Y en esto el gobierno tiene un mérito que es hacer visible algo que nadie se animaba a transparentar. La caja de Pandora ya está abierta.