Aquel corazón sionista que late a la izquierda

Una charla con Emanuele Fiano, activo hace años en la búsqueda del diálogo y de una solución política para resolver el conflicto de Medio Oriente.

Por Francesca Bolino / Traducción Alicia Benmergui

Usted es parlamentario del Partido Democrático italiano (PD) y fundador en el 2005, de la Izquierda por Israel. ¿Cuál ha sido su maduración intelectual, cultural y política?
Por mucho tiempo ser sionista de izquierda ha sido la cosa más coherente en la historia de Israel. Israel ha sido fundado por los sionistas de izquierda y el movimiento sionista socialista al cual pertenezco era Hashomer Hatzair, nacido a comienzos del siglo pasado, en Polonia. En la revolución de octubre de 1917 participaron muchos judíos. Allí se formó una variante de la idea del socialismo para aplicar luego, a través de la realización sionista, en Israel. Esta dimensión  del sionismo socialista era una dimensión absolutamente natural. En Italia el Hashomer Hatzair tiene una historia que nace luego de la posguerra. He crecido luego en un movimiento que educaba a los jóvenes judíos a pensar que sus posibilidades de realización concreta – posibilidad de elaborar su judaísmo – fuese en Israel, en un kibutz. La idea era aquella de pensar en vivir una vida diferente de aquella que se vivía en Milán, en Roma, desarrollada según los ideales colectivos de igualdad y sobre todo en Israel.
 Usted proviene de una familia profundamente antifascista…
 Sí.  La impronta  antifascista no podía dejar de ser muy fuerte: lo demuestra la historia de mis padres. Es más, y no es poco, soy uno de los años sesenta: cuando era adolescente, era la época de los movimientos de izquierda que poco a poco se desarrollaban fuera del ambiente judío que yo frecuentaba. De joven crecí con ideas próximas al partido más fuerte de la izquierda, que era el Partido Comunista Italiano. No he frecuentado nunca el Partido ni he militado pero lo he votado.  Hasta una cierta edad me ocupé siempre del judaísmo: primero en el Hashomer Hatzair luego, después a los veinte años, fui a Israel y allí permanecí durante un año y medio. Luego fui a vivir en el  Kibutz Sasa: históricamente meta de los italianos adherentes al movimiento del Hashomer Hatzair.

Habiendo vuelto a Italia, después de algunos años inicié mis actividades en la comunidad judía de Milán como consejero. En particular me ocupé  de la cultura. Estos años fueron muy importantes ya que ocuparse de cultura en una ciudad como Milán significa poder desarrollar elementos de reflexión común, sobre todo en torno a las cuestiones de las minorías.  Fue en este período que recibí una propuesta de candidatearme a las elecciones políticas de 1996 como independiente en el Olivo (N. de R.: coalición electoral italiana de centroizquierda). Luego, de 1998 al 2000, fui presidente de la Comunidad Judía de Milán. Sucesivamente fui candidato en el Consejo Comunal y consejero del Partido Demócratas de Izquierda (DS). En el 2006 llegué al parlamento.


 

 

 ¿Y la  “cuestión judía”? ¿Qué significa militar en la izquierda y estar por los derechos de Israel?
 “Izquierda por Israel” es una asociación, de la que hoy soy Secretario Nacional y de la cual es presidente  Furio Colombo, la cual refundamos a nivel nacional con Piero Fassino (actual Secretario General del DS) en el 2005, con numerosos militantes de los partidos de centroizquierda, pero también con importantes firmas, como la del actual presidente de la República Giorgio Napolitano, de Walter Veltroni, Giuliano Amato, Umberto Eco, entre otros.

La asociación nació inmediatamente después de la Guerra de los Seis Días. Los fundadores originales vinieron de la generación precedente a la mía. También los simpatizantes de los partidos históricos de la izquierda italiana – socialistas y comunistas, socialdemócratas, republicanos que percibían, después de la Guerra del 67, la fractura que se había producido entre la izquierda italiana y el Estado de Israel. Esto se debía a la alineación de los países árabes con la Unión Soviética. Algunos judíos que militaban en estos partidos querían que la izquierda italiana recuperase una lectura correcta y equilibrada del problema del Medio Oriente, y en salvaguarda de los derechos de Israel. Hoy también la política va por Internet: tenemos una lista que tiene unos 1000 participantes. Estamos también en Facebook. Hoy hay una sede en Roma, una en Milán y una en Boloña. Debo decir que hay muchos cambios sobre este tema  en la centroizquierda que hoy está representada en el PD.


 Por la izquierda italiana, ¿también incluye a Piero Fassino?

 Fassino forma parte de aquella izquierda que estos errores no los ha cometido nunca. Fassino siempre ha prestado una gran atención al mundo judío, por su propia maduración cultural y por haber crecido en un ambiente como el de Turín, en que la participación de los judíos en la vida social de la política de la izquierda era muy grande: por ejemplo los  Ginzburg, Carlo Levi, Primo Levi, Amos Luzzatto y muchos otros . Para mí el encuentro con él fue muy importante.


 ¿Cuáles son los cambios en el PD?

Me parece que, con algunas excepciones, en el PD ha crecido una sensibilidad equilibrada sobre estos temas. Por ejemplo, el simposio organizado por el PD, “No resignarse a la guerra. Construir la Paz en Medio Oriente”, en el que estaban presentes el Embajador israelí Gideon Meir, y Sabri Ateyeh, representante de la Autoridad Palestina en Italia y todos los líderes del PD. En suma, en los veinte años que me ocupé de estas cuestiones no había visto a todo el grupo dirigente del mayor partido de la centroizquierda discutir con una programación largamente compartida del problema israelí-palestino. De este encuentro ha salido una visión justa y equilibrada sobre el asunto de la última Guerra en Gaza y sobre el caso en general de la cuestión del conflicto. Es justo decir que el PD ha sido el único partido que en estos días dramáticos ha buscado verdaderamente poner luz a las razones de estos dos pueblos, poniendo a dialogar a los representantes oficiales. Al fin, para el PD el núcleo de la cuestión existente entre estos dos pueblos se traduce en dos derechos y no en un derecho y una injusticia: esto es dos Estados para dos Pueblos.


 Israel y Palestina: dos derechos,  ¿una utopía?
 Ciertamente estas cosas no pueden solucionarse en corto tiempo.  En el fondo, es verdad que el  proyecto de Oslo se interrumpió. Pero algo quedó de aquel proceso.  En Cisjordania hay una estructura inicial de autonomía palestina e Israel mantiene diálogo con sus dirigentes. La línea que ha sido trazada en ocasión del convenio organizado por el PD es esta: la responsabilidad inicial de la guerra de Gaza, es de Hamas e Israel tenía el derecho de reaccionar. Los civiles de Gaza tienen el derecho de no morir. La solución militar no llevará a Israel a la seguridad real y el terrorismo no llevará a los palestinos a tener un Estado. La única vía para  la solución del conflicto histórico en una vía política. La vía de las tratativas de los cambios y del compromiso sobre la base de planes que en muchos años fueron elaborados.

La cuestión del islam radicalizado de Hamas es algo nuevo. El texto de la carta constitucional de Hamas, que circula en internet es un texto que asigna el Islam a Palestina y no a los palestinos. Un principio, por decir así,  teocrático, distante años luz de los principios del mismo Arafat, que inicialmente fundó un movimiento de liberación palestino, en cuya base había un razonamiento político que decía: “esta tierra nos pertenece por una motivación político-racional y no ciertamente por una motivación religiosa”.  Arafat  nunca hubiera soñado llamarla Guerra Santa como es llamada en la carta constitucional de Hamas. Nunca  Arafat o Abu Mazen hubieran pensado aplicar la Shaaria en el mundo palestino como lo hace el Hamas en su carta constitucional.


 ¿Qué sucederá con la izquierda?
La izquierda no debe tener el temor de decir dónde está el bien y donde está el mal, respecto a la novedad del Integrismo Islámico. Necesita ayudar al mundo árabe a liberarse de él. El trabajo de Izquierda por Israel debe ser ayudar a comprender el Medio Oriente dentro de esta nueva y terrible dimensión.