La niña se mira al espejo y observa atentamente cómo de esa carita, que dibujaba inequívocos rasgos de una criatura, empiezan a brotar rasgos de mujer. Faltan días para que cumpla sus quince años y el vestido blanco prolijamente acurrucado en una caja le recuerda que ese día va a ser especial.
Nacida en julio de 1994, hija de una familia cualquiera, siempre supo que el año de su nacimiento estuvo signado por la vergüenza y la sinrazón porque, mientras ella brotaba del vientre de su madre, era perpetrado uno de los ataques más aberrantes de la historia argentina: volaban la AMIA. Afortunadamente nunca llegaron a oídos de ella las palabras del entonces Presidente de la Nación que pedía por Cadena Nacional “Pena de Muerte”.
Un año más tarde, julio de 1995 traía como hecho fundamental para la familia de la niña la llegada de su primer cumpleaños. Mientras tanto, la sociedad argentina escuchaba a su Presidente decir en conferencia de prensa que: “No tan sólo la comunidad judía; en el atentado también murieron muchos argentinos”. Para el Dr. Menem los judíos no son argentinos, con lo cual el ataque no fue contra argentinos sino contra judíos. Esta forma de caracterizar las secuelas del atentado le permitía al Presidente no asumir el problema como propio, sino como algo que le había sucedido a otros: los judíos.
En cuanto a la investigación por el ataque a la AMIA, el 5 de julio se conoció una novedad para la causa: la revista Gente presentó, mediante una fotografía a Eric Deprez, alias “el francés,” detenido el 25 de junio de ese año por ser “presunto amigo de Telleldín” y sobre quien la revista se preguntaba si se trataba de una “¿pista sólida o nuevo trabajo?”.
1996: Segundo aniversario del atentado. Segundo cumpleaños de la niña. Aparece en escena el presidente de la DAIA, Rubén Beraja, para asegurar que Telleldín (por entonces detenido como Presunto Partícipe Necesario del Atentado), obstruía la investigación del atentado. Sin embargo, un año después, el titular de la entidad que representa políticamente a la comunidad judía argentina volvería a aparecer en los medios para afirmar que, en realidad, “la policía traba las investigaciones” y asegurando que presentaría una denuncia “a fondo” sobre el ataque a la AMIA. La denuncia de Beraja terminó siendo apenas un compendio de hechos.
En 1997 la niña ya caminaba y manejaba varias palabras de un vocabulario que todavía debía explorar mucho más. En tanto, para los que esperaban que la causa AMIA empezara a arrojar algunos resultado, fue un año de decepciones porque, luego de un 1996 en el que las esperanzas de arribar a la verdad habían crecido mucho, la falta de resultados potenció mucho más la bronca. Este año, además, estuvo marcado a fuego por la corrupción, dado que fue cuando desaparecieron simultáneamente 66 cassettes con escuchas telefónicas que estaban custodiados en la SIDE y en el juzgado del Dr. Galeano, por entonces juez de la causa. Sin embargo, el hecho sería investigado recién en el año 2001 y algunos años después le ocasionaría problemas a Néstor Kirchner durante su mandato presidencial. Este extravío de los cassettes, ocurrido el 13 de julio de 1997, prácticamente no tuvo impacto en los medios y lo poco que se encontró responde a un pequeño artículo de Diario Popular.
Cuatro velitas en la torta de la niña y miles de fojas en el despacho de Galeano. En ese año, 1998, la primera novedad se produjo el 2 de julio e involucraba directamente a un ex miembro de la SIDE. Ese día fue detenido el ex agente de Inteligencia, Leandro Sánchez Reisse, quien había dicho que Irán había financiado el atentado. Al agente lo detuvieron por su vinculación con el secuestro extorsivo del financista Fernando Combal, pero el hecho relevante es que esto sucedió cuando comenzaba el mes del aniversario del ataque a la AMIA. Sánchez Reisse, en su defensa, diría 13 días después “yo alerté sobre la pista argentino-iraní”, frase que sería titular de la página 5 del diario La Capital (Rosario). Además, el ex SIDE había dicho que él informó al FBI sobre el financiamiento del ataque.
Llegaba el año 1999 y el Gobierno menemista empezaba a retirarse, junto con el nuevo milenio. La familia de la niña comenzaba a imaginarla de guardapolvo blanco; mientras tanto, la oposición alardeaba a diestra y siniestra sobre lo bien que hubieran ido las cosas con ellos gobernando y los familiares y amigos de las víctimas del atentado empezaban a alimentar esperanzas en la llegada del nuevo Gobierno.
Junto con el año 2000 llegó un nuevo Gobierno encabezado por el Dr. Fernando de la Rúa. Su accionar y el de los Presidentes que lo sucedieron en el cargo fue más o menos el mismo: el poder político-judicial sólo recordaba la existencia de la causa AMIA durante el mes de julio de cada uno de los años. En ese momento comenzaban a sucederse algunos hechos que alimentaban la esperanza de que la causa se reactivara, pero luego del acto éstos comenzaban a perder fuerza y terminaban por diluirse.
A quince años del atentado a la AMIA, la niña se mira en el espejo y, como muchos otros argentinos, ya no repara en que una bomba de un país extranjero estalló en suelo argentino y apagó la vida de 85 personas. En su bagaje de conocimiento tal vez haya alguna noción de que un hecho terrible sucedió en su país contra los judíos. Tal vez alguien, con buen criterio, la corrija y le diga que el atentado a la AMIA fue contra toda la sociedad argentina. Sin embargo, su confusión se vuelve presente cuando escucha a funcionarios del Gobierno de su país decir con total impunidad que los mismos judíos fueron los culpables del atentado.
La niña es hermosa. Su vestido blanco le queda perfecto. Su sonrisa es la de la pureza, la de la ilusión; y, si bien ella sueña con pintarse la boca y delinearse los ojos, todos saben que se ve mucho más hermosa a cara lavada. La causa AMIA, en cambio, sigue vestida de impunidad. La cantidad de maquillaje que recibió en estos quince años hace que casi ni se recuerde su verdadera cara, los que debieran proteger a la comunidad judía son los que intentan convertirla en victimaria, y en todo ese remolino de injusticias muchos han olvidado que debajo de los escombros se perdió la vida de 85 personas.