Es el momento oportuno para poner fin al conflicto árabe – israelí

Es una oportunidad única para la paz en Medio Oriente. El barco está esperando. Es hora de navegar.

Por Por Shimon Peres*. Fuente: The Times, Londres

 


 

El viaje del Presidente Obama a Arabia Saudita y Egipto podría ser una oportunidad. Refleja la necesidad de un cambio histórico en Medio Oriente y, al mismo tiempo, una oportunidad única  de lograrlo.
Se están tratando varias ideas. Un concepto significativo es la iniciativa de paz del Rey Abdala de Arabia Saudita, adoptada por la Liga Árabe en Beirut. También puede encontrarse  sabiduría en la propuesta del Rey Abdala  de Jordania acerca de una “solución de 57 estados” al conflicto árabe – israelí.
Ambos  reyes tienen razón en ver el destino apropiado y el camino más seguro para su realización. Con el apoyo del liderazgo de Egipto, parece que es el momento oportuno para poner fin, de una vez por toda, la conflicto árabe – israelí.
El logro de este objetivo histórico exige un doble abordaje. Requiere negociaciones bilaterales entre Israel y cada uno de sus vecinos :los palestinos, Siria y Líbano. Y, al mismo tiempo,  un proceso regional de normalización de relaciones entre Israel y los estados árabes.
Esa arquitectura diplomática puede presentar una estrategia de mutua ganancia para todas las partes. El apoyo del mundo árabe proporcionará legitimidad a la Autoridad Palestina mientras aborda la difícil tarea de realizar,  y luego implementar,  acuerdos históricos. Al mismo tiempo, puede asegurar a Israel que,  las dolorosas concesiones que realizará,  serán recompensadas por una paz más amplia, duradera e integral a lo largo de la región.
Este enfoque ya fue establecido en la internacionalmente aceptada “Hoja de Ruta”. Ese esquema esboza ciertos pasos de normalización hacia Israel que deben ser tomados por los estados árabes a medida que avanza el proceso bilateral. En su segunda fase, requiere del establecimiento de un estado palestino, con fronteras provisorias,  paso hacia el status permanente. Un plan similar fue negociado en el pasado. Los palestinos rechazaron las fronteras provisorias debido a su preocupación por que se conviertan en permanentes. Un acuerdo regional, con garantías americanas y europeas,  puede apaciguar sus dudas.
Mirando hacia el pasado, confieso que los planes de paz bien formulados no son, por sí solos,  suficientes. Con frecuencia se requiere de algo más. Eventos imprevistos deciden, en algunas ocasiones,  el destino de guerra y paz ;  como un torbellino pueden desarraigar pensamientos persistentes y de larga data. Por ejemplo, si las negociaciones israelíes – egipcias hubieran sido guiadas sólo por abogados, me pregunto si se habría alcanzado la paz con tanta rapidez.
Lo que llevó al tratado de paz egipcio – israelí, firmado en 1979, fue un viaje de menos de una hora: el tiempo que le tomó a Anwar Sadat para volar desde El Cairo a Jerusalén. Esa hora cambió el curso de la historia en Medio Oriente. No porque ejerció presión, sino porque redujo viejos temores. Capturó las imaginaciones de la gente y creó un punto decisivo mucho más poderoso que la presión externa. Israel y Egipto estaban sorprendidos por el tremendo efecto de este viaje. Puso fin a la historia de desconfianza y recelo.
El padre del Rey Abdala de Jordania hizo algo similar en 1997, luego de que siete jóvenes israelíes fueran asesinadas por un soldado jordano. Sus familias vivían en Beit Shemesh, una ciudad cercana a Jerusalén. El Rey Hussein, desatendiendo el protocolo, condujo sorpresivamente hasta Beit Shemesh, donde visitó a cada una de las familias afligidas. Buscaba un perdón genuino. El impacto de este gesto, inesperado en el público israelí,  fue espectacular. Hasta hoy en día, esa visita es considerada como un punto decisivo en las relaciones entre nuestros dos países.
Una paz regional puede tener el mismo efecto drástico, siempre que se realicen los preparativos correspondientes. Puede tener el potencial de destruir prejuicios y superar negociaciones insignificantes. Por más astutos y eruditos que sean los negociadores, no pueden igualar el impacto de tal gesto. Una paz regional es más viable ahora que antes. La alternativa a la paz regional es una fisura regional. 
Muchos líderes árabes perciben la búsqueda de hegemonía de Irán como una amenaza contra su existencia e identidad. Para ellos, el desafío principal no es Israel sino los ayatollahs iraníes que buscan la dominación sobre el Medio Oriente, usando el terror y las amenazas de armas no convencionales. Israel es, cada vez más,  considerado como una parte del nuevo camino hacia una solución regional. Un marco de seguridad regional ayudará a Israel a garantizar su interés primordial de seguridad.
Una paz regional  tratará desafíos vitales tales como la escasez de agua, la polución ambiental y la pobreza. Esos problemas parecen nacionales pero son regionales y, también,  lo son sus soluciones. Su resolución depende de la ciencia y la tecnología que no reconocen fronteras. Europa conservó sus fronteras políticas pero las abrió al progreso. También pueden hacerlo las naciones del Medio Oriente.
Para mantener soplando el viento de los cambios, debemos renovar las negociaciones bilaterales con los palestinos, apoyados por claros incentivos económicos y ambientales. La “paz económica” no es un sustituto de la “paz política”, sino un catalizador para el progreso.
Los líderes regionales deben tratar estas opciones seriamente – no como otra ocasión fotográfica-  sino en una discusión sustantiva que apunte a abrir las puertas hacia una paz integral y el desarrollo económico regional.
El espíritu positivo de la iniciativa árabe de paz, junto con la Hoja  de Ruta, brindan una clara oportunidad. Israel no formó parte en la redacción de la iniciativa árabe de paz y, por tanto, no debe esperarse que acepte cada una de sus palabras. Pero Israel se abstendrá de imponer, en otras partes,  su propia formulación  y está preparada para negociar de común acuerdo. Las negociaciones regionales deberían comenzar sin precondiciones.
Su Majestad, el Rey jordano, tiene razón al enfatizar en que ésta es una oportunidad única. Es hora de navegar con el fuerte viento  que, ahora,  está soplando hacia la dirección correcta. No existe fuerza mayor que el poder de una idea que dio sus frutos. Este es el caso para la paz actualmente.
Los pasajeros están listos. El barco está esperando. Es hora que los navegantes tomen el timón con decisión.
* Shimon Peres es el Presidente de Israel