A los 56 años, el dirigente de la Unión Cívica Radical, uno de los fundadores de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, logró el apoyo popular con un discurso centrado en la recuperación del sistema democrático y las normas republicanas.
En relación al conflicto mesooriental mantuvo una actitud de diplomacia balanceada, señalando siempre el "inalienable derecho de existencia" del Estado de Israel.