Paul McCartney en Israel

Sí, se puede

Nuestro corresponsal en Israel asistió a la fiesta "beatle".

Por Alberto Mazor

En la Universidad de Haifa, cursando la cátedra de Historia, aprendí que el "si" condicional no tiene ningún valor en la investigación histórica. De nada sirve preguntar ¿qué pasaría si Itzjak Rabín no hubiese sido asesinado?
Pero lo que no es válido para la investigación histórica, no necesariamente es desechable en otras ciencias como la antropología, la psicología o las ciencias políticas. Ya decía el filósofo Isaiah Berlín que "los judíos cargamos demasiada historia en nuestra memoria pero muy poca geografía en nuestra mente". La vuelta a la normalidad, según Berlín, "no pasa únicamente por tener un Estado propio. Eso constituye un factor primordial. Pero no menos importante (para "ser normales") es poner de vez en cuando a un costado todas esas cargas emocionales que nos impiden desarrollar proyectos a largo plazo o frenan intentos de negociaciones de paz..
Fíjense ustedes:
Sí puede pasar que una persona de renombre internacional visite Israel sin que necesariamente tenga que recorrer Yad Vashem, o ser recibido – y fotografiado – por el primer ministro de turno, o ser "raptado" en helicóptero hacia los territorios ocupados para que desde lo alto consiga entender cuan angostitos y pobrecitos somos, sin que por ello perdamos nuestra idiosincrasia o nos consideremos despreciados…
Sí puede acontecer que 100.000 personas de cualquier edad, sexo, religión o condición étnica, puedan juntarse al aire libre en Tel Aviv no para manifestar o reclamar algo; sólo para cantar, sin estar preocupados de que en otro lugar del país se organice una manifestación alternativa de protesta…
Sí puede pasar que todos podamos cantar en inglés – con acento ruso, polaco, marroquí o argentino – sin tener que flagelar nuestra "mea culpa", o considerarnos vende patrias, traidores a la causa sionista o colaboracionistas con el gobierno de Irán…
Sí puede pasar que durante cinco horas (2½ de plantón ¡sin empujones, ni gritos, ni amenazas, ni discusiones políticas! y 2½ de espectáculo) no estallen bombas en los restaurantes, las mafias israelíes no asesinen gente inocente en la playa, los abuelos no ahoguen a sus nietos en los ríos, nadie sepa cómo anda la formación de un nuevo gobierno, los estudiantes no se preocupen por sus colegiaturas y que la gente  sonría, y además te mire con aires de felicidad en vez de ponerte esa cara de sabueso de caza desilusionado porque de alguna manera no pudo joderte o conseguir algo antes que vos…
Paul McCartney, el último beatle en acción, llegó a Tel Aviv sólamente a hacer lo que sabe: cantar y hacernos cantar. Así de simple. 46 años más tarde de lo planificado y permitido por el entonces gobierno israelí de turno (cargas espirituales; ya dijimos) y sin los otros tres de la banda. 46 años es un tiempo bastante considerable como para esperarlo sentado en el andén de la vida tejiendo sueños de día y destejiéndolos de noche.
Y sin embargo, sí se puede. Porque doña Eleanor Rigby es inmortal aunque ahora se relacione a la vida con un poco más de cautela. Porque Sargent Pepper nunca será enterrado en la tumba del soldado desconocido. Porque "All the lonely people" somos cualquiera de nosotros y Jude o Michelle o Lady Madonna, cualquiera de ellas. Porque Yesterday es una canción encarada al futuro a pesar de lo que digan los profesores de historia como yo, y Get Back no es necesariamente volver con la frente marchita.
Ayer en Israel, durante cinco horas, conseguimos ser normales, miembros serios de la Comunidad Internacional, sin tener que negar nuestra condición de judíos ni explicar delante de cualquier micrófono porqué estamos aquí. Apartamos nuestros miedos a un costado y dejamos por un rato de ser paranoicos y persecutas.
No hay caso; aunque los expertos lo nieguen, la música de los Beatles está más alla de la historia y de la geografía. El anciano Berlín tenía razón. 
Ayer, en el Parque Yarkón de Tel Aviv, Arlette, mi compañera de toda la vida, me dijo: "¡Cerrá los ojos y… mirá!
Pero aunque alguna lágrima resbaló, resulta que sí, se puede.