Ellos, uno de los mejor catalogados en el mundo, debían estar en un error, y estábamos dispuestos a que esto fuera así: A perder el orgullo de tener al Mossad inclaudicable a cambio de que Udi y Eldad regresaran con vida.
Estábamos dispuestos a que Nasrala se burlara de nosotros diciéndonos que estábamos equivocados, que nuestros soldados viven. Todo un pueblo quiso desoír su propia voz, tan lógica y fría, para soñar un reencuentro ideal. Pero Nasrala sí se burló de nosotros y nos mandó a nuestros chicos en dos cajones negros.
Israel es un país que atravesó ya muchas guerras, atentados y hechos de violencia. No hay prácticamente una familia que pueda decir que está absolutamente entera, que alguno de sus miembros no se vio afectado o descansa en su última morada. Sin embargo la sensación esta vez fue diferente, esta vez la tensión llegó hasta el último segundo y el pueblo volvió a ser uno, sin diferencias ni ideologías, sólo esperando.
Antes de las 9 de la mañana el aire se podía cortar con un cuchillo. Desde el norte hasta el sur, todo parecía como en cámara lenta, todo era un silencio uniforme. Un minuto después todo fue dolor, llanto y decepción: ni siquiera el recuperado orgullo por el Mossad podía reparar tanta pena.
Leer en los diarios libaneses "Libano festeja, Israel llora", no hacia mas que agudizar la angustia, pero hasta para eso ya no había resto. Sabemos que el festejo no duró mas que un día, a nosotros el dolor nos va a acompañar siempre.
Tuve oportunidad de conocer a la familia de Udi por motivos profesionales. Enseguida uno se contagiaba de su entusiasmo por la lucha, su entereza ante la falta de noticias y la nada que los acompaño durante casi dos años.
Udi asistió al mismo colegio primario donde hoy estudia mi hijo, en la cuadra donde viven Miki y Shlomo, sus papas. Era del barrio, quizás por eso muchos nos identificamos e intentamos luchar para que la causa llegara a su fin.
Desde la organización Habanim, un grupo de voluntarios, una ciudad entera y un país organizaron a lo largo de todo este tiempo todo tipo de actividades para evitar que otros temas como la corrupción dirigencial y las componendas, o los ganadores de algún Reality Show ocuparan la escena. Muchas veces se perdió, otras no.
Las remeras, los carteles en las casas, las banderas en los autos, todo lugar fue trinchera para pedir a las autoridades el regreso a casa de los soldados. En su nombre se inició una guerra inexplicable, como si alguna guerra pudiera ser explicable, y allí otros muchos cayeron intentando dar con los secuestrados. Nada sirvió.
Israel pagó un precio muy alto por los soldados secuestrados. Liberar a uno de los asesinos más antiguos en nuestras cárceles, alguien que con sus manos asesinó a una familia entera en nuestra misma ciudad de Nahariya. junto a otros tres delincuentes. Entregar además casi 200 cuerpos de terroristas. Pero, aunque la sospecha era clara, no se dudó a la hora de devolver los soldados a casa. Eso no tiene precio.
Hoy vimos al sargento Udi Goldwaser llegar a su ultimo destino, oímos los discursos oficiales, los de los amigos, el de su viuda y el de su madre. Lloramos frente a su tumba, le pedimos perdón y nos prometimos no olvidar. Udi hoy ya descansa en casa para siempre, la paz sea con tu alma, estás entre nosotros por siempre…