Durante mi estadía fui entrevistado por varios periódicos, incluyendo una de las publicaciones líderes de Europa, el ‘Neue Zürcher Zeitung’.
El reportero me preguntó, obviamente, por Israel actual y el conflicto en Medio Oriente. Me preguntó si no estaba exagerando al declarar que el antisemitismo está en alza en el mundo.
– «Quizá usted está equivocado», dijo. – «Quizá no es ningún antisemitismo, sino anti-sionismo y oposición a la conducta del liderazgo israelí hacia los palestinos».
Y ésta es la raíz del problema. Por años, los antisemitas se han estado escondiendo detrás del argumento de su oposición al sionismo y las políticas de Israel con respecto al problema palestino. «Nosotros no tenemos nada contra los judíos,» dicen repetidamente, «pero no estamos de acuerdo con las políticas de Israel».
Ésta es una mentira evidente. Los ataques en las sinagogas e instituciones de la comunidad, la profanación de cementerios y los ataques a judíos ortodoxos, ¿son una expresión de «anti-sionismo»?
El asesinato de un joven judío que usaba solideo y los intentos de «linchamiento» de otro (ambos en Francia) ¿fueron llevados a cabo en «oposición a las políticas de Israel»?. El mes pasado, la mitad de la población de Ucrania anunció que hay «demasiados judíos en su país» y que «su número debería ser minimizado». ¿Es esto también anti-sionismo?
Hace unos días, un reputado instituto alemán publicó un estudio integral relativo a la actitud de los alemanes hacia Israel. Los resultados del estudio son preocupantes: surge a la vista que el 44% de la población tiene una opinión negativa respecto a Israel, y que una mayoría arrolladora de alemanes (78%) cree que Alemania debe tratar a Israel como lo hace con cualquier otra nación.
Como si los abuelos o los padres de los encuestados no participaron en el asesinato de seis millones de judíos. Como si no hubiera judíos que aún viven quienes, milagrosamente, sobrevivieron a la «solución final» alemana.
Esa muy franca apatía del 78% de la nueva población alemana hacia Israel, fundado sobre las ruinas de la judería europea, es nada más que una expresión de antisemitismo latente.
Ellos podrían haber respondido diciendo que aunque Alemania está comprometida con los sobrevivientes y los herederos de aquéllos que perecieron, podían expresar reservas hacia las políticas del Estado de Israel. Pero simplemente dijeron: «No» a Israel. «No» al estado judío.
Cuando el presidente iraní Mahmoud Ahmadineyad dice, repetidamente y en forma categórica, que Israel debe ser aliminado de la faz de la tierra, no está diciendo que «los sionistas deben ser destruidos» sino que está exigiendo que el Estado judío entero sea aniquilado; y ningún Estado exigió que Irán sea expulsado de los Naciones Unidas dada su incitación salvaje contra otro Estado también miembro de la organización, el mejor indicio de la actitud y posición del mundo hacia los judíos. La ausencia de protesta testimonia que ‘el loco’ de Teherán no está solo.
No, no hay anti-sionismo y no hay anti-israelismo, hay sólo antisemitismo, aun cuando se presenta con un aspecto diferente.