Hamas y el movimiento Al Fatah llegaron al acuerdo la semana pasada, con la esperanza de ponerle fin a los combates entre ambas facciones palestinas y reactivar el proceso de paz con Israel.
Ello también tiene como fin el establecer una coalición más aceptable para las naciones occidentales que han impuesto sanciones económicas contra el gobierno encabezado por Hamas ante su negativa de reconocer el derecho de Israel a existir.
El enviado palestino ante la ONU, Riyad Mansour, insistió en que el acuerdo pondría fin a las sanciones. Dijo que el presidente palestino Mahmud Abbas, de Al Fatah, reiteraría su disposición a reiniciar el proceso de paz la próxima semana durante un encuentro en Jerusalem con el Primer Ministro israelí Ehud Olmert y la secretaria de Estado estadounidense Condoleezza Rice.
«Estamos listos. Hemos unido a nuestro pueblo y nuestro liderato», dijo Mansour. «Ahora, la cuestión que enfrentamos es si Israel está listo para que comiencen conversaciones reales y sinceras».
El acuerdo, sin embargo, no cumple con tres demandas internacionales clave: Que un nuevo gobierno palestino reconozca a Israel de manera explícita, renuncie a la violencia y se comprometa a respetar anteriores acuerdos con la nación israelí.
El embajador de Israel ante la ONU, Dan Gillerman, exhortó al mundo a no dejar de lado sus demandas e insistió en que no podría haber un proceso de paz «en tanto una de las partes se niegue a reconocer la existencia de la otra».