A comienzos de 2004, el Congreso Judío Mundial (WJC), con base en Nueva York, ordenó el cierre de su oficina en Ginebra de un día para el otro y despidió a todos sus empleados.
La Federación Suiza de Comunidades Judías (SFJC), la organización paraguas de las comunidades judías de ese país, se mostró sorprendida y exigió una explicación. ¿Acaso no había sido creado el WJC en Ginebra en 1936? Además, Daniel Lacq, un abogado que representaba al WJC ante la ONU en Ginebra, advirtió algunas extrañas transferencias telegráficas de dinero. A través de múltiples transferencias, 1,2 millones de dólares abandonaron Nueva York para reaparecer en Ginebra, desde donde fueron transferidos luego a Israel, después a Londres. Finalmente reaparecieron en Nueva York, sin ninguna razón aparente.
“En vez de responder a nuestras preguntas en forma directa, Israel Singer, presidente de la junta del WJC, decidió distorsionar los hechos y estallar públicamente de la manera más inapropiada, y nos involucró. Nadie siquiera me escuchó”, dijo Daniel Lacq, un abogado extranjero afiliado al Colegio de Abogados de Ginebra. Las relaciones entre Israel Singer y las comunidades judías de Suiza jamás fueron demasiado buenas. Alfred Donath, presidente de la SFJC, lo culpó de haber caracterizado la neutralidad suiza durante la Segunda Guerra Mundial como “crimen”. Estas acusaciones eran “inaceptables” afirmó Alfred Donath.
El silencio del WJC llevó a los judíos suizos a solicitar una auditoría por parte de Price Water House Coopers. La misma fue completada en Diciembre de 2006. En realidad, no se trata de una auditoría sino de un informe, dado que las partes involucradas se rehusaron a responder preguntas. El informe resulta abrumador. Las cuentas financieras del WJC entre 1995 y 2004 confirman las “acusaciones de contabilidad insuficiente y situaciones financieras borrosas”. Se puede hablar de graves infracciones, ya que al millón doscientos mil dólares mencionado más arriba se le deben sumar otros 3,8 millones que están “indocumentados”. En otras palabras, sumas importantes de dinero en efectivo son enviadas de un lugar a otro sin motivo aparente, y a destinos desconocidos.
“Pedimos que el WJC se separe de los dirigentes que son responsables de esta situación, a efectos de restaurar la confianza de las comunidades judías en el WJC”, insiste Alfred Donath, presidente de la SFJC (la cual cuenta con 18.000 miembros). Señala que esta poderosa organización, presidida por Edgar Bronfman desde 1981, ha comenzado a poner nuevamente orden en su seno. En un editorial publicado el último viernes, Gary Roseblatt, un periodista que trabaja para el Jewish Week de Nueva York, expresó la esperanza de que en el futuro el WJC pase menos tiempo discutiendo con aquellos que, desde dentro de la comunidad judía, se atreven a formular acusaciones de delitos, en especial cuando esas acusaciones están bien fundamentadas.