La encuesta, realizada por el Instituto Dahaf de opinión pública, indica que el 60% de los israelíes considera «no buena» la integridad personal del jefe del gobierno, contra sólo un 30% que la ve como «satisfactoria».
El 80% cree que al decidir abrir un conflicto en El Líbano contra Hezbollah, luego del secuestro de dos soldados, no se evaluaron todas las posibles circunstancias. No obstante el sentimiento general de que la guerra fue un fracaso, un 56% cree que -de todos modos- fue justificada, mientras el 42% opina que no.
El sondeo que revela la mdesilusión con Olmert se difunde en momentos en que los columnistas políticos israelíes se preguntan si las cosas no irían mejor si Sharón prosiguiera aún en el cargo.
Los periodistas definen a Sharón como un político que adoptaba medidas radicales tras un cuidadoso planeamiento, como la retirada israelí de la Franja de Gaza de 2005.
Olmert, en cambio, es considerado un hábil operador con escasas dotes de estadista.
En una columna publicada en el diario ‘Maariv’, el periodista Ben Caspit escribió que el año de Olmert en el gobierno «comenzó a alturas vertiginosas y terminó en una resonante caída».
Demonizado por los árabes por sus durísimas represalias militares, su participación en la primera guerra de El Líbano en la década de 1980 y por su apoyo a las colonias judías, Sharón experimentó una transformación en los últimos años que la reflejó en la evacuación de los asentamientos judíos de Gaza.
En una entrevista publicada, este 4 de enero en el diario ‘La Nación’, el médico argentino que operó a Sharón hace un año, Félix Umansky, dijo que el ex premier no se encuentra en estado vegetativo sino en un estado de «conciencia mínimo», con los ojos abiertos y la capacidad, de a ratos, de seguir algo con la mirada.
El neurocirujano, nativo de Rosario, agregó que el progreso de Sharón es sumamente lento y que es poco probable que experimente mejoras sustanciales.
