Hospital Tel Hashomer; una noche lluviosa. Un solo enfermero, Shmil. Le toca el turno justamente a él para pasar la noche en la habitación del viejo Primer Ministro, Ariel Sharón. Todos saben que ‘Arik’ ya no es Primer Ministro. Sólo él no lo sabe.
Shmil permanece sentado, pelando una manzana, mientras que el guardia del servicio de seguridad dormita. De pronto, los aparatos en la habitación comienzan a silbar, las lamparillas empiezan a centellear, las líneas rectas comienzan a serpentear: El Primer Ministro se despierta.
– Hace tiempo que no dormía así. – dice -Joven, consígame a Adler, se me ocurrió otra idea.
– Buenos días, señor – le saluda Shmil – ¿Cómo se siente?
El Primer Ministro le contesta:
– Me estoy muriendo de hambre, ¿dónde estoy?
El guardia de seguridad continúa dormitando mientras Shmil le cuenta al ex Primer Ministro lo que le sucedió.
– Entonces, esta noche te tocó clavarte con el Primer Ministro ¿eh?
– Lo lamento señor, pero usted ya no es Primer Ministro.
Después de unos segundos de consternación ‘Arik’ pregunta:
– Entonces, ¿quién está en mi lugar?
Shmil le contesta:
– Ehud Olmert.
– ¿Olmert? ¿Ese ‘potz’ (imbécil) jerosolimitano? ¿Qué sabe él? ¿Qué pasaría si estalla una guerra? ¿Acaso sabe cómo dirigir un ejército? Menos mal que Shaul todavía está allí.
– Shaul Mofaz es Ministro de Transporte, lo actualiza Shmil.
– ¿Y quién está en Seguridad?
– Peretz, dice Shmil.
– ¡¿Ese viejo todavía vive?!, pregunta el despierto ex-Primer Ministro.
– No Peres…, Peretz…, Amir Peretz, le susurra temblequeando Shmil.
– ¡¿Qué?! ¿Se volvieron locos? ¿Cerré mis ojos por un momento y al dirigente de los trabajadores le confieren la seguridad del país? Las empresas en Dimona no son todas iguales, ¿él lo sabe?… Escuche, joven, me llama de inmediato a Omri, él me va a poner orden.
– Lo siento, señor, Omri está camino a la cárcel.
– ¿A la cárcel?, clama el ex-Primer Ministro con sorpresa. ¿Por esa estupidez? No lo puedo creer. Necesito un abogado de inmediato. Despierte a Klagsbeld.
Shmil, consternado: Dori Klagsbeld está en el lugar de Omri.
Arik se tranquiliza.
– Sabía que se podía confiar en Klagsbeld.
Pero Shmil lo corrige: También Klagsbel está camino a la cárcel, provocó un accidente, no se dio cuenta y mató a una mujer joven y a su pequeño hijo; no lo hizo a propósito…
– Entonces, traiga a Itzhaki. Avigdor siempre supo como manejarnos en situaciones como éstas.
– Señor, hay sospechas contra Itzhaki sobre la asesoría ilegal de los impuestos. Él realizó demasiados manejos.
– No puede ser; yo conozco a Avigdor, le tendieron una trampa. Consígame al Comandante de la Policía.
– Lo lamento, señor, Karadi está ocupado en una investigación.
– Él es un policía, seguro que está en una investigación.
– No, señor, en esta ocasión es en su contra.
Sharón suspira profundamente.
– ¡No puede ser!, nuestro sistema judicial se corrompió; debemos sacarlos a ambos de ese embrollo. Llame al Ministro de Seguridad Interna, ¿Tzaji, cierto?
– Señor, en contra de Tzaji Hanegvi se presentó una acusación por diversos actos de engaño y soborno; él ya no es Ministro de Seguridad Interna.
– ¿Y que sucede con el Ministro de Justicia? ¿A quién designó Olmert?
– Designó a Jaim Ramón.
– Entonces, ¡tráigalo!
– Lo siento, señor, Ramón fue acusado de actos obscenos.
– ¡¿Qué?! Deje; pasemos a otra cosa, llame directamente a Katzav. ¿Todavía es Presidente, sí?
– Lo lamento, señor, Katzav en estos momentos está vedado.
– ¿Dónde?
– Está siendo investigado por violación de cinco muchachas y por audiciones secretas de conversaciones.
– ¡Oh, qué Katzav este! Siempre me pareció que se acerca demasiado cuando habla. Oiga, la situación está que arde; necesito al Comandante General, Bogui. Ah, perdón…, Dan Jalutz. ¿Con él todo está bien, no?
– Hay un asunto con acciones, pero no delictivas. El problema principal con él es que será citado próximamente a una Comisión Investigadora, regida por un Juez Supremo debido al fracaso de la Guerra en El Líbano.
– Pero en esa guerra aún era un niño, apenas un aviador…
– La Segunda Guerra en El Líbano, señor, usted dormía, ¿se acuerda? Hubo una guerra…, como decirlo con delicadeza…, perdimos. Pero el Primer Ministro nos pidió paciencia, quizás el triunfo llegará.
‘Arik’ miró a su alrededor. Observó la luz del fluorescente, la habitación verde en la cual se encontraba. Al lado de la cama, en una silla dormía el guardia de seguridad; a su lado, una jarra con un ramo de violetas de sus últimos días.
– Dígame, usted, ¿cómo se llama?
– Shmil, señor…
– ¿Y cuál es su función aquí?
– Soy enfermero …
– ¿Enfermero, eh? Bueno, hágame un favor, no le cuente a nadie sobre esta conversación.
– Puede usted confiar en mí, señor…
– Me regreso a dormir. ¡Buen año!
-¡Buen Año!, señor…
– Y perdone, ¿eh?
– Perdonado, señor.