Un portavoz del Kremlin, citado por la agencia de noticias rusa ‘Itar-Tass’, dijo que «si firmamos un contrato de venta de armas es para cumplirlo. Es una cuestión de principios».
El vocero negó que la resolución 1.737 adoptada por la ONU el pasado 23 de diciembre sea un impedimento para la venta de armas al régimen iraní. Subrayó que «no existe ninguna prohibición por parte de las Naciones Unidas para la venta de armamento defensivo, como los sistemas antiaéreos Tor. El Consejo de Seguridad no lo impide, y Rusia es un Estado que respeta las leyes internacionales”.
Irán tiene intención de utilizar estos sistemas para defender infraestructuras vitales como las centrales nucleares de Isfahán, Teherán y Bushehr.
El portavoz agregó que un grupo de militares iraníes concluyó a finales de diciembre, en Rusia, el curso de preparación para el empleo y mantenimiento de los sistemas antiaéreos de alcance medio.
Cada una de las instalaciones está dotada de ocho misiles tierra-aire con un alcance de hasta 12 kilómetros y 6.000 metros en vertical.
Son los únicos cohetes que se fabrican en el mundo que pueden detectar y seguir hasta medio centenar de objetivos simultáneamente.
Son capaces de abatir en cadena dos o más aparatos con el mismo disparo. Por eso son especialmente eficaces cuando se trata de hacer frente a ataques masivos como los desencadenados por las fuerzas estadounidenses contra Irak, durante las dos últimas guerras, o Afganistán, en las fases previas a la entrada en escena de las fuerzas terrestres.
Teherán espera una operación similar contra su territorio de parte de Estados Unidos o de Israel.
Israel calificó la venta de los sistemas de defensa antiaéreos como «una puñalada en la espalda», mientras Estados Unidos asegura que los Tor contribuirán a la inestabilidad en Medio Oriente.
Rusia, por su parte, sostiene que los cohetes no alterarán la correlación de fuerzas en la región.