Publicado en ‘Yedioth Aharonot’ -18 de diciembre de 2006-:

Assad esperando por Ehud

Fracaso, obstinación, ceguedad diplomática, miedo y arrogancia. No hay ninguna palabra buena para describir la manera en que el gobierno israelí está manejando la oferta de Siria para volver a la mesa de negociaciones sin condiciones previas. En el no demasiado distante futuro, la negativa israelí para hablar con el régimen sirio puede resultar ser el error más trágico del gobierno de Olmert, a pesar de la competencia feroz por este "título".

Por Yariv Oppenheimer

Cualquier persona inteligente comprende que en el último verano Israel luchó no sólo en El Líbano y contra Hezbollah, sino también contra Irán y Siria. Aunque ni un solo tiro fue disparado en la frontera sirio-israelí por las Alturas de Golán, en la práctica Hezbollah usó la ayuda de Damasco, que asistía a los combatientes del grupo a transferir equipo y armas de Irán.
Nos guste o no, nosotros ya hemos pagado un pesado precio en la última guerra por la ausencia de paz con Siria y nuestro control del Golán.
Ahora, en la víspera del desarrollo de una bomba nuclear iraní y una posible revolución en El Líbano, Siria está llamando de nuevo a Israel a volver a la mesa de negociaciones sin condiciones previas para alcanzar un acuerdo de paz.
En oposición a Hezbollah e Irán, Siria reconoce la existencia de Israel y no llama a su aniquilación. El régimen sirio constantemente denota su deseo de recobrar las Alturas de Golán, así como Egipto recobró el Sinaí, y asegurar la paz y la normalización con el Estado de Israel.
De hecho, muchos políticos y comentaristas están en lo cierto cuando, incesantemente, describen a Siria como un Estado patrocinante de terrorismo y hablan sobre Hamas e Hezbollah que disfrutan el cálido hogar proporcionado por Damasco, y la manera que Siria continúa sirviendo como el eslabón entre Irán y El Líbano. Estos análisis son exactos, aunque su última conclusión -que llama a evitar el diálogo con Siria- está equivocada.

Más que sólo ‘hummus’ en Damasco

Justamente porque Siria es tal factor significante en el Medio Oriente, no habrá ningún aliento mayor a Hezbollah e Irán que un tratado de paz entre Israel y Siria. Tal acuerdo podría secar a Nasrallah, aislaría a Teherán y empujaría, dramáticamente, el equilibrio estratégico regional en favor de Israel.
Israel debe exigir de los sirios -durante las negociaciones y no como una condición previa- el desenganche de las organizaciones terroristas y de Irán y cooperar por la causa de la estabilidad regional, incluso en El Líbano.
La demanda que el régimen sirio emprenda tales acciones aún antes de que las conversaciones alcancen su curso no es seria, y constituye una mera excusa para justificar la negativa de Israel.
Cualquier régimen sensato, incluso el sirio, no comenzará un choque con elementos radicales dentro de su propio país antes que empiecen las conversaciones y antes de que sus resultados se tornen claros. No hay ninguna razón para que Siria cambie su política hacia Israel antes que el gobierno en Jerusalem acepte la demanda para volver a la mesa de negociaciones.
Aun cuando los sirios no tengan intenciones serias para tomar un nuevo camino, esto sólo puede verificarse después que se lancen las negociaciones y la seriedad de ambas partes pueda examinarse.
Hoy, cuando el Medio Oriente está volviéndose un lugar más peligroso que nunca, y cuando la amenaza iraní está tornándose más sustancial con cada día que pasa, mientras los elementos islámicos radicales están en alza, en este momento el gobierno israelí debe agotar cualquier posibilidad para la paz y la normalización, y verificar con toda seriedad las intenciones de Siria con respecto a un acuerdo.
La implicancia de tal acuerdo no se resume en la habilidad de comer ‘hummus’ en Damasco.
La paz con Siria está por encima de toda una necesidad estratégico – existencial para aislar a Irán y al Islam radical. Pavimenta el camino para un acuerdo de paz con El Líbano y otros países árabes, y garantiza la supervivencia de Israel en el Medio Oriente.