Nosotros nos destacamos en Historia. La oposición de derecha compite en la pregunta con el gobierno Olmert-Lieberman sobre quién nos intimidará más frente a Irán; quién originará que los inmigrantes forzados no hagan aliá (inmigración) a Israel, que más cantidad de israelíes emigren, que los israelíes que desean regresar dejen de hacerlo.
Si existe una acción antisionista propiamente dicha, es esta campaña amenazante. Si estuviésemos en Berlín del año 1938, la conclusión sería sumamente clara: Los judíos deben comenzar a hacer sus valijas.
Peligrosa exposición
No significa que no haya problemas; los hay y muchos. Pero la reacción histérica contribuye a los intereses de Ahmadineyad en grandes proporciones, aún antes de acercarse a la primera bomba. En lugar de ir en búsqueda de una solución que reduzca el peligro significativamente, los sabios del gobierno y sus seguidores en la oposición, sugieren que Israel lleve a cabo una acción militar definitiva de una vez por todas, y que termine con el problema. Apuntan hacia una acción parecida a la de la bomba iraquí en 1981. Aunque también les queda claro que no existe ninguna semejanza entre ambos casos. Y que todo procedimiento militar -aún cuando tenga éxito- continuará por largos meses, y en su transcurso Israel quedará expuesta a los cohetes convencionales de los iraníes.
Los discursos inútiles
Yo supongo que si el gobierno de Israel tiene verdadera intención de actuar contra cientos de centrifugadoras iraníes dispersas por todo ese país (que se encuentran en las profundidades de la tierra), no tiene ninguna necesidad de prepararse para ello con discursos enardecidos ante los judíos del mundo, sino que debe hacerlo en los cuarteles, donde es posible encontrar mapas, computadoras y modelos en miniatura.
Los discursos son la nueva agenda de este gobierno, sustituto dramático de las promesas de fijar una nueva frontera en Cisjorsdania y de una política social más equitativa.
La histeria iraní es el escape de los porfiados de la paz, de los que pierden la agenda. Tampoco el discurso en Sdé Boker va a contribuir al cambio.
Una hipótesis positiva
Supongamos por un momento que respondemos positivamente al llamado de Bashar Assad y llegamos con él a un acuerdo de paz a cambio de las Alturas del Golán; que aceptamos el reiterado pedido de Abú Mazen y llegamos a un acuerdo de paz a cambio de poner fin a la conquista; y también llegamos a un acuerdo de paz con El Líbano: ¿qué perspectiva existe de que continúe la amenaza de Irán, incluso de Ahmadineyad?
Considero que las posibilidades se reducirían significativamente. Pero aún cuando me equivoque, ¿proseguirá el líder iraní provocando y amenazando en un momento en que nos encontraremos a nosotros mismos en una situación completamente diferente si todos los países árabes establecieran relaciones diplomáticas y económicas, en concordancia a las resoluciones de la Liga Arabe del año 2002, y creen -conjuntamente con nosotros- una coalición contra la intimidación de Teherán, dirigida hacia ellos en igual medida que hacia nosotros?
Desencantos por lo no hecho
Itzjak Rabin solía decir que la estrategia israelí debe tender a conseguir la paz con nuestros vecinos antes que Irán conciba la bomba nuclear. El comprendió a la perfección la importancia del subterfugio por el cual el conflicto árabe-israelí justifica, aparentemente, la amenaza de desarrollar armas nucleares por parte de Irán.
A mediados de los años ´90, Irán estaba muy lejos de ello; actualmente está más cerca, mucho más cerca.
Hoy en día el logro de la paz parece ser más concreto. La predisposición árabe existe. El precio ya se sabe, y no hace falta comenzar de cero.
Es cierto que sufrimos varias decepciones, pero ninguna de ellas fue causada por el acuerdo de paz concertado, sino por los procedimientos unilaterales y por los acuerdos parciales, que ambas partes no materializaron adecuadamente. Los acuerdos de paz con Egipto y Jordania demostraron su estabilidad frente a los cambios de gobernantes, así como el armisticio con Siria.
Pero lo que un Primer Ministro -dueño de una visión estratégica- considera como sobrentendido (Rabin), ni siquiera se le pasa por la cabeza a un Primer Ministro que perteneció al Likud y regresó espiritualmente al mismo, a consecuencia del shock sufrido en la batalla por la desdichada Guerra de El Líbano.