Publicado en el ‘Yedioth Ahronot’ -2 de noviembre de 2006-:

Tercera parte se necesita

Es necesario un intermediario para llevar de vuelta el carro al sendero de la paz en el Medio Oriente.

Por Ron Pundak

Hace once años, Mahmoud Abbas y Yossi Beilin se encontraron en una oficina pequeña en Tel Aviv. Ellos se presentaron con el proyecto final de lo que iba a ser conocido como el «Acuerdo Beilin-Abbas».
Tres días antes del asesinato de Yitzhak Rabin nosotros teníamos un borrador de trabajo entre manos que podía servir como base para un acuerdo de paz. Rabin fue asesinado y él nunca consiguió ver el proyecto formulado según su visión de mundo.
Cuando nos reunimos en Estocolmo, en 1994 para la primera reunión, debatimos cómo empezar. Debíamos definir, primero conjuntamente, los objetivos finales de las conversaciones, y después llenar el acuerdo con contenido, o debíamos bosquejar acuerdos desde el principio en cada punto.
La importancia de la segunda opción era que Israel estaba estipulando una asunción básica de que los territorios ocupados en 1967 no estaban automáticamente asegurados para el Estado Palestino, sino que ellos eran una cuestión en disputa.
Ésta fue la opción tomada por Ehud Barak en Camp David. Según Barak, los palestinos no tenían una base para exigir el 100% de Cisjordania y, por consiguiente, las negociaciones fueron rondando en círculos sin determinar el principio de que el estado Palestino se fundaría bajo la aplicación de la resolución 242 de acuerdo con el precedente egipcio de tierra por paz.
Nuestras conclusiones difirieron un poco. Particularmente, si nosotros deseábamos alcanzar un acuerdo, debíamos asumir que el Estado Palestino se establecería en toda la tierra. Éste sería un incentivo básico para el pueblo palestino.

Condenado al fracaso

Pensamos, entonces, que tales negociaciones también debían ser basadas en la comprensión de que el acuerdo aseguraría la seguridad de Israel; que las fronteras podían ser delineadas conforme a los varios intereses demográficos israelíes; y que Israel no podría hacer concesiones relativas a su carácter judío.
Todo lo que quedaba era negociar los detalles finos. Y ello funcionó. Cinco años después, la comisión israelí en Camp David hizo exactamente lo opuesto: Barak se negó a usar el borrador existente, y algunos dicen que esto es lo que llevó las negociaciones al fracaso.

Siete Preguntas

Desde 2001, ha sido difícil embarcarse en un nuevo camino. Según pasa el tiempo, el gobierno de Hamas y el israelí están castigando a la población palestina entera.
Por consiguiente, parece que sería más fácil para los dos pueblos, particularmente para los israelíes, aceptar una propuesta hecha por la comunidad internacional que incluiría seguridades estratégicas naturalmente.
En el estado actual de los acontecimientos, es difícil entrar en negociaciones basadas en el concepto de Estocolmo. Es más razonable para Israel y los palestinos intentar encaminarse a un arreglo intermedio que no finalizaría con los problemas territoriales.
La implementación del Acuerdo de Oslo, durante el cual ambos lados se aprovecharon del mismo porque faltó claridad y no tenían objetivos claramente definidos, finalmente llevó a choques violentos que demuestran que para alcanzar una solución, se requiere una imagen clara de la situación actual.
Hoy, la situación relativa a un acuerdo que podría ser aceptado por ambos lados es casi cristal claro.
Por consiguiente una resolución del Consejo de Seguridad con fuerte apoyo americano que reemplazaría a la Resolución 242, determinando que un acuerdo de paz debería llevar a la fundación de un Estado Palestino basado en las fronteras de 1967, y con intercambio convenido de tierra en una proporción de 1 a 1, sobre un área que no excedería, digamos, 3%, aceleraría un acuerdo de paz significativamente.
Semejante propuesta no tiene que incluir una definición fronteriza exacta, que debe ser determinada a través de negociaciones profesionales y técnicas.
El consentimiento israelí-palestino a tal delineación podría constituir un primer paso en la implementación de la iniciativa saudita adoptada por la Liga Arabe en 2002, y podría llevar, finalmente, a la paz real al Medio Oriente.