Esta es la historia: La guerra de El Líbano eliminó la desconexión unilateral de Cisjordania, por la cual Kadima pidió la confianza de los electores y recibió 29 bancas de la Knesset (Parlamento), de la agenda pública nacional. Seamos serios, para variar, y aceptemos la realidad pos guerra con satisfacción: La devolución (aunque sea parcial) fue expulsada de nuestras vidas para siempre, como la madre egipcia y su pequeño hijo fueron expulsados a vagar en el desierto. En buena hora nos libramos de esa lata de gusanos. Hubiera creado un terrible dolor de cabeza, y el dolor podría haber sido más fuerte que la cabeza.
Una guerra inteligente no deja un vacío. Incluso si borra una agenda, ya está llenando el espacio vacío y bosquejando otra mucho más deseable para Israel. En vez de remover de raíz lo que fue plantado en Judea y Samaria, plantamos a los desarraigados -gente y árboles-; en vez de destruir comunidades, estamos rehabilitando con gran impulso las comunidades destruidas; en vez de invertir en los territorios para la evacuación, invertimos en Galilea para la construcción. El Santo nos hizo un bien al darnos esta guerra, que le permite al Gobierno reorganizar su orden de prioridades. Este no es momento para disputas internas, es tiempo de unidad en las filas. Si no es ahora, ¿cuándo?
La guerra con El Líbano nos garantiza la oportunidad de cosechar sus ganancias en otros frentes, otro logro probado. En nuestra frontera septentrional se revelaron, nuevamente, las intenciones verdaderas de los árabes, de aniquilarnos. Israel, claro, no podrá convenir en la creación de una amenaza similar en la Franja de Gaza. Recuerden lo que Hezbollah nos hizo y no olviden lo que debemos hacerle a los palestinos todos los días, incluso los días festivos. Atacarlos y atacarlos, porque nos hartamos de que estén allí, y aquí. Las lecciones de El Líbano alientan nuestro derecho y deber de matar palestinos sin descanso, y es una cuestión de no mucho tiempo antes de que retornemos la ‘Ruta Filadelfia’, y el camino revolverá la Franja, que pronto será reocupada completamente. No solo es cosa del pasado la próxima desconexión de Olmert, sino que la previa desconexión de Ariel Sharón también será anulada.
No podríamos restaurar la corona de la gloria pasada de Gaza si nuestros ojos no hubieran sido abiertos por la presente gloria de El Líbano. Tampoco podríamos haber expandido la línea de asentamientos en Cisjordania, o aún dejado intactos los puestos de avanzada ilegales, o haber recibido a Efraim Sneh en el ministerio de Defensa, finalmente.
La guerra de El Líbano, debe ser recordado, se iniició para que recuperemos a nuestros tres soldados cautivos.
Sin embargo, no debemos negar sus aspectos positivos: mientras Guilad Shalit esté en manos de sus secuestradores, no comenzarán las negociaciones con los palestinos: “Eso es inescrupuloso”.
Es verdad, no se mantuvieron negociaciones en años, y la prometida pero inexistente reunión con Mahmoud Abbas ni siquiera es visible en el horizonte más lejano, pero al menos ahora hay una razón.
Y nuestros logros en relación con nuestros enemigos palidecen frente a nuestros logros respecto a nosotros mismos. ¿Podría haber sido posible la expansión del gobierno y albergar dentro suyo a los auto percibidos opositores sin miedo?
¿Habría sido posible esterilizar a Aviador Lieberman e iniciarlo en la comunidad de tomadores de decisiones?
¿Habría sido posible liquidar de un solo toque a Amir Peretz tanto ministro de Defensa como Presidente del Partido Laborista?
¿Habría sido posible aislar a ‘Bibi’ Netanyahu y dejarlo solo fuera de la cerca?
Nada de esto habría pasado sin la guerra.
Y esto no es todo. La guerra dejó al auditor del Estado lleno de trabajo, tanto que aparentemente no tiene tiempo para terminar las investigaciones que fueron anunciadas con tanta fanfarria. ¿Ahora se desvanecen, en tono agonizante? La Policía también se demora con sus investigaciones, como si se sintiera acosada.
Entonces, ¿cómo sabremos si alguno de los candidatos a la carrera por la presidencia usó ilegalmente dinero de estímulo?
Quizás se les realicen análisis de sangre y así seguro sabremos con quién están relacionados y por qué.
Cuando las amenazas externas se intensifican, se tiende a ignorar las amenazas domésticas. Cierto, existen algunos excéntricos que ven a la corrupción como una amenaza estratégica, pero incluso ellos dudarían de confiarle el tratamiento a la persona que estaba encargada de las amenazas esta semana. En nombre del gobierno, agradecemos a la guerra que llegó en el momento justo, y en la undécima hora restauró la cordura e hizo posible “ver las cosas en proporción”.
Los autonombrados comités de evaluación, que fueron vilipendiados sin motivo alguno, son gradualmente revelados como la decisión correcta. Por la naturaleza de su creación y el ritmo de su trabajo, le prometen a los políticos y generales largos años en sus puestos, y eso también es para bien. La estabilidad gubernamental no es poca cosa, y es importante mantenerla. Y en contraste con la podrida costumbre que prevaleció aquí por muchos años, hasta el guardia más humilde no será despedido esta vez.
Resumamos: La guerra de El Líbano dejó 156 muertos -117 soldados y 39 civiles- y alrededor de 4.200 heridos. Pero a la luz de este positivo balance general, ¿quién se atrevería a dudar de su justificación y éxito? ¿Quién se animaría a ser tan cruel de decir que las víctimas murieron en vano?
La muerte insufló vida a Olmert y su gobierno. Una larga y buena vida.