Amira Haas:

“No es un asunto interno de los palestinos…”

El artículo que leerán adentro fue enviado por el colaborador Abi Ben Shlomó quien prologa el texto con un comentario personal que también damos a conocer:

Abi Ben Shlomó: La “cuestión interna”

No fui nunca partidario de Arik Sharón. Tampoco durante la desconexión,
por tratarse de un acto unilateral, un desprecio flagrante a los dirigentes palestinos, Abu Mazen y la dirección del Fatah. Pero a Sharón se le ocurrió entrar en coma, dejar al estado de Israel en manos de un político gris que en las elecciones del 28 de marzo obtuvo la primera minoría (29 mandatos en lugar de los 40 que hubiese recibido Arik). Desde allí, el gobierno creado bajo la dirección de Ehud Olmert ha ido desmoronándose sin poner en marcha ninguna de las promesas preelectorales. La guerra de los 33 días, los 117 soldados caídos por la inepcia de los comandantes de Tzáhal, y la retaguardia de la zona norte de Israel indefensa y viviendo el terror de las katiushas, la negativa a formar una comisión investigadora oficial, la invitación a Ivette Liberman para que forme parte del gobierno, indican una sóla cosa: el problema palestino, de fácil solución (aplicar la resolución 242 votada en las Naciones Unidas) asegura la prolongación sinedie, sangrienta, dolorosa del conflicto entre Israel y Palestina, un tercer intento de aplastar a El Líbano y la probable guerra contra Siria. Un gobierno de mediocres sin más plan que la violencia y la guerra como sistema de “convivencia” con sus vecinos. Cincuenta y ocho años de guerra no aplacan el sueño ambicioso y enfermizo de un Gran Israel potencia. Por todo esto, pido publicar y aconsejo leer atentamente el artículo de la periodista judía israelí Amira Hass publicado en el diario Haaretz el 4 de octubre de 2006.

“No es un asunto interno de los palestinos…”

Amira Hass es la única periodista israelí que desde hace años reside en Gaza y Cisjordania, y aborda en ‘Crónicas de Ramallah’ (Galaxia Gutenberg) temas de los que generalmente se prefiere no hablar. El gran número de jóvenes dispuestos a suicidarse, la nueva expansión de los asentamientos judíos, la corrupción de la Autoridad Palestina o la muerte de niños a manos de francotiradores del ejército israelí, son algunos de los temas sobre los que pueden preguntarle a esta periodista, que escribe lo que ve desde el lugar de los hechos.

El experimento ha sido un éxito. ¿La prueba? Los palestinos se están matando entre ellos. Hacen lo que se esperaba de ellos al final de ese largo experimento llamado: ¿Qué ocurre cuando se encierra a 1.3 millones de personas en un lugar cerrado como gallinas en un moderno gallinero?
Y lo que sigue es el proceso de experimentación y sus componentes:
Se los encierra (desde 1991), se los aísla de las fuentes de trabajo, se cierran casi herméticamente todos los caminos de salida al mundo exterior, se destruyen las fuentes de trabajo existentes imposibilitando la comercialización de los productos y el ingreso de materia prima, se impide la entrada organizada de medicamentos y otros elementos para los hospitales, no se permite la llegada de productos alimenticios frescos durante semanas. Parientes, profesionales o las amistades de miles de personas, enfermos, padres de familia, niños, están aislados y no pueden visitarse. La gente está encerrada tras los portones obstruidos de la única entrada y salida de la Franja.
Retienen cientos de miles de dólares (dinero de impuestos recaudados por Israel pero pertenecientes a los palestinos), que impiden pagar los míseros sueldos de los trabajadores públicos durante meses. Se presenta a las raquetas Kasam de fabricación casera, como una amenaza estratégica que solo terminaremos hiriendo a niños, mujeres y ancianos; se bombardea desde el aire y tierra barrios densamente poblados, se destruyen plantaciones de frutas, campos y cultivos. Se envían aviones que atraviesan la barrera del sonido, atemorizando a la población, porque se escucha como explosiones; se destruye la nueva central eléctrica, obligando a la gente a vivir sin electricidad la mayor parte del día desde hace cuatro meses y que, según dicen, se extenderá hasta un año… Vale decir, un año sin heladeras, sin ventiladores, sin luz para estudiar o leer, sin televisión, sin agua (que depende del funcionamiento de la electricidad).
Es éste un viejo experimento israelí: “Los meteremos en la olla a presión y veremos que pasa”. Y ésta es una de las razones por las que afirmamos que este no es un problema interno palestino.
El éxito del experimento israelí se manifiesta también en la desesperación que se percibe en Gaza, en las peleas entre grupos familiares (Jamulot) que estallan casi todos los días, en las luchas entre los grupos armados de OLP y Hamas. Sólo podemos asombrarnos que no haya más luchas, de que se conserven algunas muestras de solidaridad que salvan a la gente del hambre.
Al contrario de las reyertas entre grupos familiares, las batallas del último domingo en Gaza (1º de octubre) y las campañas de destrucción y amedrentamiento, en especial en las ciudades de la Franja, no fueron el producto del caos y una momentánea falta de control. Ciertamente, son luchas entre dos milicias, cada una de las cuales representa a una mitad de la población, pero es la iniciativa de algunos grupos de la OLP el clavetear más clavos en el féretro de la dirección electa.
Las fuerzas de seguridad del Gobierno Palestino, es decir, de la OLP (que están bajo la responsabilidad de Mahmud Abbas), se escinden detrás de las verdaderas necesidades y protestas de los trabajadores públicos, que viven sin sueldos fijos. Esto, a pesar de que todos saben que los sueldos no se pagan, fundamentalmente, por la política israelí y no por un problema administrativo. Las fuerzas de la OLP fueron enviadas a sembrar un anarquía organizada, como lo aprendieron en la escuela de Arafat.
¿Y por qué es éste también un asunto israelí? Porque estos representantes armados tienen un interés común con Israel: Volver atrás, a la situación en que la dirección palestina colaboraba (en apariencia) con las negociaciones de paz, mientras Israel continúa con la ocupación y los países del mundo envían el salario del silencio en forma de sueldos para los trabajadores públicos.
Y otra razón para demostrar que este es también un asunto interno de Israel: Sea cual fuere el resultado, las luchas internas de los palestinos y el peligro de una guerra civil afectan directamente a los árabes israelíes, el 20% del total de la población de Israel.
Los afectan a ellos, y también a la parte del público que no olvidó que Israel sigue siendo la fuerza conquistadora que gobierna a los palestinos, hasta que no se concrete la meta del Estado Palestino en los territorios ocupados desde 1967.