A propósito de Sucot y la política israelí

¿Quién visitará la Sucá de Olmert?

"Cuando el Pueblo de Israel deja sus hogares para ingresar a las Sucot en honor al Eterno, ellos se hacen acreedores a dar la bienvenida a la Divina Presencia allí, y entonces los siete Ushpizín (invitados, en arameo) descienden del Paraíso para visitar la Sucá" (Libro del Zohar). Ante el panorama actual, ¿quiénes y porqué visitarán la Sucá de Ehud Olmert?

Por Alberto Mazor (Desde Israel)

Tiempo de fiestas en Israel, época de renovación, perdón, reflexión y regocijo.
Resulta complicado festejar cuando los recuerdos de la reciente guerra aún ensombrecen la situación política y social del Estado.
Estamos en vísperas de Sucot, la fiesta de las cabañas. Según la tradición judía, el espíritu de los patriarcas Avraham, Itzjak, Yaacov, Iosef, Moshé, Aarón y David visita las Sucot; es en base a dicha tradición, que los judíos acostumbramos a recibir visitas en nuestros tabernáculos.
Ante el panorama actual, ¿quiénes y porqué visitarán la Sucá de Ehud Olmert?

1) La ciudadanía israelí:
Más allá de que se cumplieron o no los objetivos, la guerra entre Hezbollah e Israel ha debilitado notablemente al gobierno de Olmert. A pesar de haber sido una guerra que contó en sus primeras etapas con un consenso mayoritario entre la sociedad israelí, una vez concluida la contienda, se han desatado innumerables críticas hacia la conducción política y militar, a la cual se le atribuyen múltiples errores.
Porque, aun cuando sigue habiendo acuerdo en que la guerra tenía que ser librada, el juicio acerca de la manera de cómo se planearon y ejecutaron las acciones militares, lo mismo que el manejo de la protección a la población civil israelí bajo fuego no es -de ninguna manera- positivo. Proliferan, por ende, exigencias a Olmert, como máximo responsable de lo ocurrido, para que renuncie a su cargo.

2) Los confundidos miembros del Partido Kadima:
El conflicto con Hezbollah destruyó la columna vertebral programática que sustentaba al Partido Kadima de Olmert: el retiro unilateral de los territorios. Cabe recordar que Kadima surgió a partir de la voluntad de proseguir en la línea de Ariel Sharón, consistente en emprender pasos unilaterales en relación con los palestinos -como sucedió con la desconexión israelí de Gaza, que no fue acordada con el adversario-.
La idea central del proyecto de Kadima, apoyada a principios de este año por importantes sectores del espectro político, era la de proceder de la misma forma en Cisjordania para determinar, así, las fronteras permanentes de Israel. Con lo ocurrido en el último semestre, se ha echado por tierra ese objetivo: la evacuación total de Gaza no fructificó en una mejoría de la relación entre israelíes y palestinos. El triunfo de Hamas en las elecciones palestinas de enero dió como resultado un recrudecimiento del lanzamiento de cohetes Kassam hacia Israel. El segundo desengaño respecto a la eficacia de las medidas unilaterales se presentó con el reciente ataque de Hezbollah.
Los miembros de Kadima exigen a Olmert la difusión de una nueva plataforma que justifique su continuidad al frente del gobierno.

3) El Presidente palestino Mahmud Abbas:
La irrupción del islamismo religioso, integrista y radical de Hamas y Hezbollah -y de sus patrocinadores- en el confuso y sangriento teatro de operaciones, ha reemplazado al nacionalismo, al laicismo y al realismo de la OLP, constituida como un movimiento palestino de liberación en su conflicto con Israel. Entre las consecuencias inmediatas está la debilidad extrema del Presidente palestino, Mahmud Abbas, no sólo ante el aventurerismo de Hezbollah o el Hamas, sino también ante la extensión de la influencia chiíta proveniente de Irán, y últimamente de Irak. Por otra parte, los acuerdos de Oslo de 1993 y el plan conocido como «Mapa de Rutas» están desacreditados.
Recientemente, grupos afines al Gobierno palestino de Hamas y partidarios del movimiento Al Fatah de Abbas, se enfrentaron a tiros en Gaza y Ramallah.
Estos graves enfrentamientos hacen temer el estallido de una guerra abierta entre ambas facciones; además, las negociaciones entre Al Fatah y Hamas para la posible formación de un Gobierno de unidad nacional fracasaron.
Como ya es sabido, el Presidente Abbas está dispuesto no sólo a reconocer a Israel, sino a aceptar la limitación geográfica acordada en 1967; corresponde -ahora- al gobierno israelí de Olmert otorgarle, con mucha discreción, el oxígeno necesario para poder medirse con sus conflictos internos.

4) Mahmud Ahmadineyad:
Irán sigue siendo noticia. Desde hace años, esta nación islámica no árabe se ha colocado en el centro del debate internacional al protagonizar una serie de acontecimientos con alto impacto en la geopolítica mundial. Las aspiraciones de su presidente Mahmud Ahmedineyad, a ser reconocido como una potencia regional, han sido un motor en el constante movimiento para luchar por un poder real consecuente con su potencial económico y demográfico. Es en este contexto donde se ubica su programa de desarrollo nuclear que tanto preocupa a Israel y a la comunidad internacional.
Los esfuerzos de Israel por detener dicho proceso chocan con condiciones muy adversas: la falta de contrapeso regional -dada la guerra persistente en la que se encuentra Irak-, la alta dependencia de los grandes consumidores de petróleo y las inversiones que países como Rusia, China y algunos miembros de la Unión Europea tienen en la República Islámica. De ahí la poca viabilidad para un consenso sobre sanciones que logren presionar a Ahmadineyad, quien exporta su fundamentalismo a lugares como El Líbano, donde los nexos con el chiísmo libanés permitieron el florecimiento de Hezbollah.
En este caso, el tiempo no juega a favor de Olmert.

5) El Presidente sirio Bachar el Assad:
Siria ha experimentado dos reveses duros en un muy breve tiempo, y los dos en El Líbano. El primero ocurrió después de que las tropas sirias fueran expulsadas del territorio libanés como consecuencia de la revolución democrática que viviera el país, cuyo detonante fue el asesinato del ex Primer Ministro Rafik Al-Hariri, adjudicado a los servicios secretos sirios.
El segundo fue la ruptura de las comunicaciones militares con Hezbollah franqueadas -hasta ahora- por el gobierno de El Líbano y las Naciones Unidas. La imagen de Siria como potencia regional y la de su Presidente, Bachar el Assad, ha quedado muy deteriorada.
En caso de que Israel continúe su retiro de los territorios ocupados, o si Olmert y Abbas consiguen reanudar un proceso de negociaciones, Siria habrá obtenido una tercera derrota. Eso lo sabe muy bien el Presidente Assad, pero podría hacer poco y nada por evitarlo. El problema para Olmert es que bajo dichas condiciones, un líder aislado puede ser peligroso, sobre todo si se encuentra con otro líder aislado como Ahmadineyad.

Así, uno tras otro, los «invitados» van desfilando en la Sucá de Olmert.

Cuentan que en cierta ocasión le dijeron al Gran Rabino Menajem Mendel de Kotzk que otro gran rabino afirmaba ostentosamente que podía ver, cada año y en forma personal, a todos los «Ushpizín» en su Sucá.
Entonces replicó el Rabino Menajem Mendel: «Yo personalmente nunca los veo, pero no tengo dudas en aceptar la sentencia de Nuestros Sabios Z’l, que dijeron que no conviene ignorar a ninguno».

Ojalá que también Olmert aprenda de Nuestros Sabios Z’l.
¡Jag Sameaj!