A consecuencia de las declaraciones públicas realizadas por el Presidente de la DAIA Sr. Jorge Kirszenbaum en el sentido de que el procesamiento al Sr. Rubén Beraja constituye un ataque a la comunidad judía en su conjunto así como que la “resolución judicial dictada por el Juez Ariel Lijo transforma a las víctimas en victimarios”, es necesario realizar algunas consideraciones.
En primer lugar tales desafortunadas expresiones constituyen un falso silogismo ya que el procesamiento de un integrante, en su momento principal dirigente de la comunidad judía, no afecta ni contagia al resto de los integrantes de la colectividad judía, que sí ha sido víctima del atentado como el resto de la ciudadanía argentina y es ajena -en tanto comunidad- a toda participación en el encubrimiento de la investigación.
No puede tolerarse semejante generalización desde el punto de vista ético y moral, desde que semejantes manifestaciones implican una ofensa a la memoria de las víctimas y sus familiares quienes doce años después del atentado siguen persiguiendo que el estado nacional cumpla con las obligaciones de prevención y sanción a los responsables tal como expresamente reconoció el Presidente de la Nación en el decreto 812/05 a raíz de la denuncia efectuada por MEMORIA ACTIVA ante la COMISION INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS.
Debemos rechazar un pensamiento que implique razonar con prejuicio, tal como hacen los antisemitas, cuando pregonan que si un judío es usurero todos los judíos lo son.
Cuando el Sr. Kirszenbaum afirma que toda la plana mayor de la DAIA compartía las decisiones y actividades del Sr. Beraja en punto a la investigación del atentado, podría pensarse con el mismo perverso razonamiento que deberían explicar ante la opinión pública y ante la justicia sus responsabilidades personales en el encubrimiento, por ello queremos creer que solo se trata de manifestaciones de quien habla en defensa propia.
Por último Memoria Activa quiere recordarle al Sr. Kirszenbaum que las opiniones del órgano político de la comunidad judía exigen la más alta prudencia al referirse a las decisiones judiciales, ya que parece que se ha expresado como representante de los dirigentes de la comunidad involucrados y no como representante de la comunidad víctima del atentado. De hecho los miembros de la comunidad judía, como argentinos y como judíos, debiéramos sentirnos más tranquilos cuando la justicia sanciona y castiga a las personas que cometen delitos y más preocupados cuando nuestros dirigentes no realizan la autocrítica que hace años la realidad les exige.
