El ataque a la sede de las Naciones Unidas se produjo justo cuando la organización internacional estaba dando pasos definitivos para implicarse en la reconstrucción de Irak. El pasado viernes, la ONU manifestó por primera vez su apoyo al Consejo de Gobierno provisional iraquí puesto en marcha por iniciativa de las potencias ocupantes, Estados Unidos y el Reino Unido.
El representante de Naciones Unidas designado en este país, Sergio Vieira de Mello, saludó al nuevo Consejo de Gobierno, pero a la vez se pronunció a favor de que se acelere todo lo posible el proceso hacia unas elecciones democráticas. De Mello había manifestado que la ocupación americana no podría extenderse más allá de un año y se mostraba preocupado por la seguridad de sus funcionarios.
Por otro lado, cabe destacar que pocas horas antes de la explosión, el Pentágono confirmó la detención en Mosul del ex vicepresidente iraquí Taha Yasin Ramadan, el hombre del régimen de Saddam Hussein más importante de los detenidos hasta ahora.
Símbolo de la diplomacia
El hotel Canal de Bagdad ha servido durante años como sede del cuartel general de Naciones Unidas en Bagdad. Situado al sudeste de la capital, es un símbolo de la diplomacia internacional al servir de base logística de las misiones de desarme de la ONU y de otras agencias del organismo.
El complejo hotelero sirvió como sede de las misiones en Irak desde 1991 hasta 1998, y antes de la guerra en Irak, desde noviembre de 2002 hasta el pasado mes de marzo.
La ONU dispone además de otros edificios en Bagdad. El hotel recibe su nombre de la plantación de palmeras cruzada por un canal.
Los periodistas que acudían a las ruedas de prensa tenían que depositar las tarjetas en el control de la entrada y llegar al hotel a pie, mientras que los conductores de los coches necesitaban una licencia especial para acceder al recinto.
Sergio Vieira de Mello pidió agua antes de morir y permaneció casi tres horas atrapado entre los escombros del cuartel general de la ONU en Bagdad. Una viga de hierro sobre sus piernas lo retuvo allí hasta que consiguieron rescatarlo, cinco horas después de que una explosión destrozara el edificio. Fue demasiado tarde. Tenía 55 años y era el jefe de la misión de paz en la posguerra iraquí.
El techo se derrumbó sobre su oficina, en la segunda planta del edificio, muy cerca de donde se produjo la explosión.
Pocos segundos después, cuando todo era humo, cascotes y silencio, Ghassan Salamé -su consejero político- lo buscaba a los gritos:
Llegó hasta él un miembro de los equipos de rescate, según un testigo. Sus piernas habían perdido mucha sangre y tenía frío. «Agua, agua», suplicó de Mello, según un testigo presencial.
«Lo vi por la ventana y me sonrió. Hablé con él varias veces por teléfono. Las obras avanzaban lentamente porque las tareas de desescombro se hacen manualmente para evitar que todo se derrumbe», agregó su asesor. Cuando la ONU anunció su muerte, Sergio llevaba unas dos horas muerto.
Falta de seguridad
Vieira de Mello, Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos fue nombrado el pasado 23 de mayo el representante especial de Naciones Unidas en Irak, por un periodo inicial de cuatro meses.
Rechazó el puesto en un primer momento, pero finalmente viajó a Irak a hacerse cargo de la misión de paz y reconstrucción.
Ya el mes pasado había afirmado, ante el Consejo de Seguridad de la ONU, que las condiciones de seguridad en Irak eran insuficientes y que la organización tenía que «confiar en su propia reputación» de organización independiente y consagrada a la ayuda.
La ONU había estimado, no obstante, que la seguridad era suficiente para hacer un despliegue de importancia en el país, según dijo un asesor de Annan, Edward Mortimer.
«Es un golpe amargo para Naciones Unidas y para mí personalmente», dijo en un comunicado el secretario general de la ONU, Kofi Annan. «Aquellos que lo han matado han cometido un crimen, no sólo contra Naciones Unidas, sino contra el mismo Irak», declaró.
Los trabajadores del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, con sede en Ginebra, lamentaron la pérdida de su Alto Comisionado, al que calificaron de «jefe, compañero y amigo querido».
«Las Naciones Unidas, Irak y el mundo entero perdieron a un trabajador infatigable y altruista que pagó un último precio por algo en lo que creía profundamente: la defensa de la dignidad y los derechos inherentes e inalienables de cada ser humano», subrayó el portavoz del organismo, José Luis Díaz, en un comunicado.
Bush: “los terroristas no decidirán el futuro de Irak”
El Presidente de los Estados Unidos, George Bush, expresó las condolencias de su país al pueblo iraquí por el atentado contra la sede de las Naciones Unidas en Bagdad y aseguró que «los terroristas no decidirán el futuro de Irak».
Bush, de vacaciones en Texas, se encontraba jugando al golf cuando estalló la bomba. A través de un mensaje transmitido por la televisión afirmó que «Irak está en el camino de su autogobierno» y que los terroristas «no prevalecerán». Asimismo, aseguró que su país proveerá «toda la asistencia necesaria» para continuar el «vital trabajo» para reconstruir y democratizar Irak y ayudar a este pueblo a «volver a hacerse de las riendas de su futuro».
La bomba contra el hotel Canal de Bagdad demuestra «el desprecio de los terroristas por los inocentes, su miedo al progreso y su desprecio por la paz» afirmó Bush.
Los autores del atentado son «enemigos del pueblo iraquí y de aquellos pueblos que tratan de ayudar a los iraquíes» pero no lograrán imponerse en el «camino irreversible» hacia la paz y la reconstrucción del país.
Por su parte, el secretario de Estado, Colin Powell, telefoneó a Annan para expresarle sus condolencias por el atentado.