Entrevista con uno de los mayores expertos en trauma colectivo. Haaretz 20/10/2023

¿Cómo se rehabilita el alma de toda una sociedad?

Netanel Laor, un psiquiatra que ha estado trabajando durante décadas para rehabilitar a las víctimas de desastres naturales y guerras, sugiere que primero apagemos la televisión, pasemos tiempo con los niños, nos reunamos con amigos, volvamos a los pasatiempos, juguemos y, sobre todo, coloquemos la dimensión espiritual en el centro de la vida.
Por Netta Ahituv. Traducción: Bemy Rychter

El domingo de esta semana, el Prof. Netanel (Nati) Laor se paró frente a unos 50 psiquiatras en el Centro de Salud Mental de Geha y dio una conferencia en un clima de urgencia sobre la resiliencia nacional en situaciones de desastre extremo. Abrió la conferencia con la definición del término «desastre» en la literatura profesional: «Un evento natural o provocado por el hombre que daña grave y extensamente los bienes y la vida, crea un efecto sistémico destructivo y perturbador de la matriz, el sustento y la rutina básica de comunidades enteras». La definición general de desastre todavía podría ser aceptada puramente profesionalmente, pero la siguiente diapositiva de su conferencia atravesará el corazón de cada israelí, incluso si es un profesional. Contenía la definición aceptada en la literatura de una «catástrofe terrorista»: «Un evento provocado por el hombre que confronta aguda y exhaustivamente a personas, poblaciones enteras y naciones con el fin de desafiar sus suposiciones básicas sobre la naturaleza humana y las convenciones, que busca sembrar la muerte, el terror y la inseguridad extrema al presentar un salvajismo que convierte la vida en mera aleatoriedad material».

En mi corazón corre la palabra «salvajismo» y en mi cabeza corre la idea de convertir la vida en un estado de riesgo y amenaza. Una definición tan precisa y tan dolorosa de lo que sucedió en ese sábado infernal.

Laor, de 73 años, es un psiquiatra con muchos años de experiencia en el tratamiento de traumas colectivos. En 1989 comenzó a ocuparse del tema de la rehabilitación de las víctimas de desastres naturales y guerras, y naturalmente se extendió al tema de la resiliencia personal, comunitaria y nacional. Ha estado investigando durante años la cuestión de cómo desarrollar la resiliencia incluso antes de que ocurra un desastre para reducir sus graves consecuencias para el individuo y la sociedad. Laor es profesor emérito de Psiquiatría y Filosofía en la Universidad de Tel Aviv y en Yale.

Alguna de las preguntas que surgieron durante la entrevista:

Según su experiencia, ¿cuánto tiempo llevará la reconstrucción de aquellos que sufrieron atrocidades en el sur y para todos nosotros como sociedad?

La rehabilitación social de una comunidad después de un desastre suele durar entre un año y medio y dos años. La rehabilitación a nivel nacional llevará muchos años. El trauma experimentado por los ciudadanos en el sur es extremadamente crítico. El trauma de los abusos y las atrocidades tiene efectos más duraderos porque, entre otras cosas, causa una gran pérdida de fe en la humanidad. Hay que estar atentos a todos y cada uno de ellos, porque para cada uno de ellos se abre la ventana terapéutica interna en un momento diferente”.

Es imposible no mencionar a los secuestrados y a sus familias. ¿Cómo abordas este tema como terapeuta de salud mental?

“Este es un tema muy difícil. Es difícil para mí personalmente, porque conozco a muchos prisioneros de la guerra del 73. Me ocupé de muchos de ellos. Las familias de los secuestrados se encuentran actualmente en un estado existencial de terror ante una posible pérdida. Se encuentran con la reacción inicial de los responsables de la toma de decisiones aparentemente «prácticos» y no necesariamente de un equipo de atención de la salud mental. En una situación así, no necesitan un tratamiento diseñado para sanar, sino uno que pida, desde la compasión y una postura moral, desarrollar resiliencia para soportar la complejidad de esta situación. Mentalmente, tienes que ayudarles a sobrellevar la situación. Aquí hay una pérdida mezclada con incertidumbre e imágenes impactantes, por lo que acompañar a profesionales, amigos y familiares, así como a la sociedad en su conjunto desde la solidaridad, es fundamental para ellos”.

Y los prisioneros y secuestrados, una vez que regresen, ¿cómo se recuperan de algo así?

“Es individual. No se puede decir nada inclusivo. Cada persona reacciona de manera diferente. Lo ves entre los supervivientes del Holocausto, hay supervivientes que se rehabilitaron incluso sin tratamiento y hay otros que necesitaron terapias a largo plazo y también están aquellos que no se recuperaron nunca”.

¿Cómo se rehabilita una sociedad que ha experimentado un trauma?

“En el trauma, el name of he game es disociación. Winnicott describió cómo la madre sostiene la cabeza del bebé, mientras lo amamanta, para que no se caiga y cuando se distraiga, su mano puede caer y con ella también caerá la cabeza del bebé. La experiencia será traumática tanto para el bebé como para la sensible madre. Lo que nos ha estado sucediendo durante el último año se puede resumir en esta imagen de la caída de la cabeza, muchos han sentido que su cabeza se caía, en Simjat Torá nuestras cabezas se han caído y golpeado en el fondo de un abismo. La forma de lidiar con esto a nivel nacional es restaurar la envoltura espiritual y mental. Si hay algo que nos caracteriza como pueblo en este momento, es la capacidad de reposicionar la dimensión espiritual como eje central para el sentido de nuestras vidas.

No necesariamente el espíritu como religión. También puede ser una religión, pero se refiere a la humanidad en la concepción más elevada. Durante el último año, hemos visto el espíritu en Israel con toda su fuerza. Se expresa, por ejemplo, en la solidaridad tanto del movimiento de protesta como de la amplia movilización pública en busca de ayuda en estos días”.

¿La impresionante movilización de la sociedad civil para llenar el vacío dejado por el gobierno da fe de la resiliencia, tanto personal como comunitaria?

“Por supuesto. Es una respuesta sana del ser humano, que desea la vida.

Los terroristas buscan llevarnos a descender a los lugares del temor y de angustia existencial, allí desmantelaron a la humanidad, pero nosotros respondimos con ánimo, con deseos de vivir. El poder de la sociedad civil en Israel es siempre abrumador, a diferencia de las burocracias. La solidaridad es un músculo interior que hay que entrenar. La protesta civil fue uno de esos programas de entrenamiento. La protesta fue un ejemplo para toda una nación sobre cómo movilizarse y defender el espíritu, y eso es lo que nos da resiliencia ahora. En mi opinión, la resiliencia no es una virtud en sí misma, sino un componente necesario para la supervivencia del conjunto, ya sea un individuo o un grupo. Es importante recalcar que el compromiso con los valores, especialmente el valor de decir la verdad, caracteriza a los grupos con mayor resiliencia. Cuanta más resiliencia tengamos, mayores serán nuestras posibilidades de supervivencia”.

¿Netanyahu no contribuye precisamente a la resiliencia con sus discursos y, sobre todo, con sus acciones e inacciones?

“No es nada alentador y posiblemente muy ofensivo. No me sorprende que esté tratando de rehabilitarnos a su manera. Del mismo modo que el presidente Bush trató de reconstruir a los estadounidenses después del 11 de septiembre de inmediato llamando a la venganza contra la yihad. Pero la venganza no puede ser parte de un plan nacional de resiliencia, especialmente para la nación israelí. Lo que puede expresar inmediatamente nuestra resiliencia es hablar de planes operativos para preservar la existencia y estabilizar el espíritu mediante el establecimiento de valores comunes. Lo que da resiliencia es el discurso de Biden, que fue reflexivo y envolvente, presentándose como una figura inclusiva y reflexiva que actúa con preparación e intención. Los discursos de Churchill durante la Segunda Guerra Mundial también mostraron a la nación británica su espíritu con el más alto nivel de resiliencia, les dio valores de heroísmo y humanidad”.

Supongamos que el Estado de Israel acude ahora a su clínica para recibir tratamiento, ¿qué le aconseja?

“Responderé con una historia. Hoy recibí una llamada telefónica de un colega, un médico, que me dijo que en la sala de espera del hospital donde trabaja, la televisión no cesa de transmitir imágenes de la guerra y de lo sucedido el 7.10 Las personas con trastorno de estrés postraumático se sientan allí viendo aquellas imágenes y escuchando testimonios. Llamé a la gerencia del hospital y pedí que apagaran el televisor. Esta es la higiene mental a través de la cual minimizas el efecto en ti como individuo. Más allá de eso, recomiendo que todos vuelvan a sus pasatiempos, jueguen diferentes juegos, usen el humor, hagan algo junto con los niños, se reúnan con amigos. Estos no son lujos, son una necesaria preservación mental y espiritual. Es importante tratar de retornar, incluso en esta emergencia, lo que hemos perdido, como las actividades y valores queridos y las habilidades olvidadas.

Además, es importante hablar de las cosas hermosas que suceden, de las historias de heroísmo, de la mutua solidaridad, de la extraordinaria devoción de todos nosotros los unos por los otros, renueva y fortalece la confianza revelada en el hombre.

Es muy importante hacer esto para que este evento también pueda convertirse en un momento decisivo, en el que no solo experimentemos traumas, sino que también nos desarrollemos como individuos y como sociedad”.