Opinión:

La Edad Media entre nosotros

Durante el siglo XII se produjo, en lo que hoy en día es Francia, uno de los episodios más aberrantes de la larga historia de Europa. En ese siglo se produjo la llamada “Cruzada contra los albingenses", convocada por la iglesia católica, en el norte de Francia, para luchar contra una herejía profundamente arraigadas en el sur del país, especialmente en la ciudad de Albi, en La Provenza, de allí el nombre de la cruzada. Una cruzada que se repite en nuestros días pensando que Dios, en el ‘otro mundo’ sabrá reconocer a los suyos. Otra locura del fanatismo religioso.

Por José Alberto Itzigsohn (Desde Israel)

La lucha religiosa encerraba, también, una lucha de poder e influencia cultural, pues el sur de Francia, la Provenza, era una región muy rica, dueña de su propia cultura y de su idioma, el provenzal, el idioma de los trovadores.
La cruzada concitó el celo religioso y también la codicia de numerosos nobles y un ejército de 20.000 caballeros y 200.000 infantes invadió la Provenza que, en una guerra que se prolongo 20 años, destruyeron buena parte del país y su cultura.
Es dentro de ese marco que se produjo el episodio de la toma de la ciudad de Beziers, en la Provenza, al cual quiero referirme.
En el momento de ordenar el asalto final de la ciudad, con su secuela habitual de saqueos, violaciones y asesinatos, los jefes del ejército cruzado fueron interrogados acerca de cuál debía ser la suerte de los muchos católicos que habitaban la ciudad, mezclados con los presuntos herejes.
La respuesta, atribuida a un abate que acompañaba a las tropas sitiadoras, habría sido: “Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos”.
Esta respuesta, verídica o no, ha sido tomada como una de las muestras de frialdad y cinismo más notables de la historia.
Ahora bien, por qué traigo a colación un hecho que habría tenido lugar hace, pronto, 800 años?:
Cuando se produjeron los bombardeos del Hezbollah contra la población civil israelí, durante la reciente guerra de El Líbano, cayeron varias katiushas en zonas habitadas por ciudadanos árabes musulmanes de Israel, como Nazaret, Haifa y otras, que produjeron muertos civiles, entre ellos, niños, en esas mismas poblaciones.
Cuando se le preguntó al dirigente del Hezollah, el sheij Nasrallah, acerca de qué actitud se debía tomar ante esas muertes, dictaminó que debía declarárselos “mártires”, y que -por lo tanto- irían directamente al paraíso. Nuevamente y en nuestros días: “Dios reconocerá a los suyos”.
Aclaro aquí que no se trata de personas que eligieron el martirio adoctrinadas o por su propia voluntad, convencidas de que al morir irían directamente al cielo, y sus víctimas directamente al infierno, como se suponía que sería el destino de los herejes, en la ciudad de Beziers, sino de personas muertas por proyectiles, sin que mediara ninguna intención o decisión por su parte.
Eso nos permite pensar cuál será la conducta de los fundamentalistas islámicos en un ataque masivo a Israel que, seguramente, acarrearía la muerte de muchos musulmanes, pues en contra de lo que suele creerse, ambas poblaciones conviven en la vida cotidiana en distintas zonas de Israel, por lo que la respuesta esperable, en tal caso, sería: “trabajo para Dios, para que él, los diferencie”.
Tomemos conciencia de que el irracionalismo medieval esta próximo, y que quienes se alíen con ese irracionalismo por motivos políticos circunstanciales, son cómplices de apoyar a los portadores de una ideología que lleva un retroceso profundo en los mecanismos del pensamiento lógico de la Humanidad.
Y no se piense que el fundamentalismo religioso, de cualquier origen, es una cáscara que puede envolver aspiraciones legítimas de pueblos oprimidos y de la cual se podrá prescindir en el momento oportuno.
No, no se trata de un elemento descartable, sino que es un elemento que re estructura toda la manera de pensar, amen de los cambios que determina en la estructura social y constituye una amenaza para todo el mundo conceptual y de valores humanistas que dio origen, entre otras cosas valiosas, a la libertad de pensamiento científico, filosófico y al socialismo contemporáneo.