Durante esta campaña presidencial, este candidato ha tenido declaraciones de contenido discriminatorio, misógino, contrario a la diversidad sexual, a la pluralidad política, y a la convivencia democrática en general. Corresponde condenar además su ataque al papa Francisco, ofendiéndolo a él y, a través suyo, a millones de fieles.
Asimismo, no puede obviarse que su compañera de fórmula, Victoria Villarruel, es la principal figura del negacionismo en nuestro país y de defensa de una dictadura que tuvo un probado carácter antisemita al ensañarse especialmente con desaparecidos/as de origen judio. En igual sentido, ha sido tristemente célebre en las últimas semanas por atacar a una referente indiscutida de la lucha por los derechos humanos como Estela de Carlotto.
Se da la particularidad de que Milei dice estudiar la Torá asiduamente, incluyó el talit y el shofar en su acto de cierre de campaña previo a las PASO, cita frecuentemente fuentes judías y hace referencias a personajes como Moshé, entre otros actos.
Queremos expresar de forma clara: la ética judía que aprendimos y que aspiramos a poner en práctica en nuestras vidas está íntimamente vinculada a la noción de igualdad y de justicia social, la misma que Milei tilda de aberrante. Por lo tanto, nuestro judaísmo se encuentra en las antípodas de Javier Milei y su proyecto político. El profeta Amós, el mismo que Milei descontextualiza en su material de campaña, fue quien denunció la desigualdad entre los ricos y pobres de su pueblo. Otro profeta, Isaías, criticó duramente a quienes ayunaban siguiendo el ritual religioso sin ver la necesidad de liberar a los oprimidos de su yugo y de socorrer al necesitado. El texto lo encontramos en el Tanaj, el mismo libro que nos insiste en la necesidad de recordar siempre con humildad que descendemos de esclavos en Egipto, y que ordena proteger a los grupos más vulnerables de la sociedad a través de leyes y prácticas redistributivas basadas en la dignidad intrínseca del ser humano.
Por otra parte, las referencias de Milei a la «superioridad estética» de la derecha y su lucha anunciada contra el «marxismo cultural» (un concepto de indudables orígenes antisemitas) deben funcionar como un llamado de alerta para todos y todas, judíos/as o no, quienes estemos comprometidos con la convivencia pacífica y el diálogo.
Asimismo, manifiesta que Israel será uno de sus principales aliados y mudaría la embajada a Jerusalén en un eventual gobierno a su cargo. Ya hemos visto cómo proyectos políticos de similares características en otros lugares del mundo, identificados con Israel, albergaron en su interior expresiones netamente antisemitas, y partidarias de otras formas de racismo y discriminación, que crecieron a su abrigo. Como parte de un pueblo que ha sufrido las más horrendas persecuciones a lo largo de su historia, decimos firmemente que Milei no nos representa. No permitiremos que su apropiación de símbolos y conceptos judíos nuble esta realidad.