Porque vivir es hacer, y los que hacen se equivocan.
Porque vivir es creer, y los que creen se engañan.
Porque vivir es amar, y los que aman sufren.
Porque un día estamos sanos y otros enfermos.
Porque un día triunfamos y otro fracasamos.
Porque vemos lo que el sol ilumina.
Pero vislumbramos el universo cuando contemplamos las estrellas.
Porque nadie eligió nacer.
Ni el momento, ni el lugar, ni la familia.
Ni morir.
Tenemos que tener compasión de nosotros mismos y de los demás.
En Yom Kippur recordamos las palabras del profeta Isaías, que dice que no es el ayuno lo que purifica a las personas, sino nuestros actos de solidaridad.
Y que hay que buscar el perdón en quienes hemos perjudicado y humillado.
No juzgando a través del filtro de nuestras inseguridades.
Sin perder el sentido del humor y la ironía, sin los cuales nuestra vida y la de los que nos rodean se vuelve opresiva.
Ni dejando que nuestras obsesiones y la búsqueda de poder, dinero y prestigio nos empobrezcan, creando la ilusión de que controlamos la realidad o de que somos mejores que los demás.
Porque la tradición judía es una memoria que se alimenta de una historia milenaria que se actualiza en cada individuo, y nos enseña que los prejuicios, la injusticia y el sufrimiento que produce la sociedad son inaceptables, celebramos Rosh Hashaná y Yom Kipur reafirmando que la vida es un esfuerzo constante por aprender, comprender, discernir y amar, agradecemos:
Shehejyanu, ve’quimanu ve’higuianu lazman haze.
Que vivimos, que existimos, que hemos llegado a este momento.
Imagen de portada: En la víspera de Yom Kippur por Jakub Weinles.
