La crisis en el gobierno británico se acentuó cuando siete miembros del Partido Laborista dimitieron debido a la negativa de Blair a fijar una fecha para abandonar su cargo.
El subsecretario de Estado, Tom Watson acusó al premier de actuar contra los intereses del país y del propio Partido Laborista con su permanencia en el cargo.
En su carta de renuncia, remitida a Blair, el diputado dice: «Comparto la opinión de la abrumadora mayoría del partido y del país de que la única forma de que el partido y el Gobierno se renueven en el poder es que se renueve urgentemente su liderazgo».
La cadena británica de televisión ‘Sky’ informó que Tony Blair dejará su puesto el 4 de mayo de 2007, luego de cumplir 10 años en el poder, todo un récord para su partido.
Cualquier posibilidad de que Blair supervise una entrega del poder estable y ordenada a su ministro de Finanzas y previsible sucesor, Gordon Brown, parecía esfumarse con las informaciones de que ambos tuvieron discusiones a los gritos en algunas reuniones de gabinete.
La impopularidad de Blair se profundizó en los sondeos luego de una serie de escándalos en el gobierno, y por las guerras en Irak y El Líbano.
Jack Straw, ministro de relaciones con el Parlamento, consideró «razonable» que Blair se mantenga en el Gobierno hasta que cumpla dos años en el puesto, lo que situaría su salida en mayo de 2007.
