Fin de una época y segunda fundación de Israel

El sionismo mesiánico anti palestino y anti diáspora de la nueva época de los Netanyahu, Ben Gvir, Levin y Smotrich no amenaza únicamente la paz con los palestinos; es un atentado letal contra el legado plural y democrático del judaísmo humanista de los más insignes sionistas, desde Ajad Haam, Martin Buber, Nahum Goldman y Yeshaiahu Leibovitch, hasta A. B. Yeoshúa, Amos Oz y David Grossman.
Por Leonardo Senkman

Solemos referirnos por «época» a un lapso histórico que transcurre entre ciertos acontecimientos considerados de particular significación: la caída de un imperio, una revolución social, el inicio del imperialismo, la descolonización del Tercer Mundo, la aparición de la civilización digital.

Toda una época en la historia judía contemporánea ha sido la primera fundación del Estado de Israel.

Un cambio de época supone, ante todo, la transformación en la manera en que las gentes ven el mundo y se sitúan en él. Las convicciones colectivas predominantes en una época son muy variadas, pero cuando llega a su fin, ciertas creencias y actitudes básicas dejan de ser compartidas.

La sexta coalición populista de ultra derecha de Netanyahu-Smotrich-Ben Gvir-Levin viene cuestionando los fundamentos mismos de época de la primera fundación de Israel:  hoy ponen en peligro su régimen democrático, el sionismo político, el principio de la autodeterminación del pueblo judío, la creación de un nuevo judaísmo, la aspiración a negociar la paz con los palestinos.

Pese a la enorme protesta civil antigubernamental, Bibi y su gobierno continúan, impertérritos, con el designio reaccionario de poner fin a la primera época de Israel. Se comenzó atacando a las instituciones democráticas y pluralistas de la república para, desembozadamente, instaurar una dictadura teocrática nacionalista. Proponen una segunda fundación de Israel, autoritaria y neo colonial, para lo cual necesitan el avasallamiento judicial de las instituciones democráticas. Uno de sus objetivos: convertir el Estado judío sionista en un régimen halájico parlamentario fundamentalista mesiánico. Pero el proyecto para esta nueva época del Estado hebreo no solo es teocrático y antidemocrático, sino político-ideológico, con el designio de anexar los territorios palestinos de la Cisjordania. A tal fin, la transformación de la ocupación militar en una Gran Israel expandida con civiles judíos requiere, necesariamente, de una así llamada reforma judicial para legalizar el apartheid.

El designio anti palestino de la reforma judicial

El mismo ministro de Justicia revelaba su verdadero designio anti palestino antes de ser abolida la cláusula de razonabilidad por el golpe judicial parlamentario. Los ejemplos que Yariv Levin daba ante la Knesset advertían   que el Supremo Tribunal de Justicia podría utilizar dicha cláusula para derogar decretos del gobierno. Dos ejemplos estaban relacionados con la revocación de decisiones para prohibir la entrada de palestinos a Israel. En un caso, familias en duelo a quienes el Ministro de Defensa negó asistir a la ceremonia anual israelí-palestina del Dia de los Caídos en 2018; en el otro caso, el Ministro del Interior no autorizó el ingreso a Israel a una estudiante palestina estadounidense alegando que era partidaria del movimiento de boicot BDS. Los otros ejemplos dados por Levin se referían a la revocación por la Suprema Corte de castigos a israelíes judíos por su activismo anti ocupación en los territorios. Uno de ellos fue la decisión del Tribunal Superior de anular el amago del Ministerio de Educación para revocar el Premio Israel a su destinatario de 2021, el profesor Oded Goldreich, acusado de haber apoyado a la BDS contra universidades israelíes.

Simultáneamente, mientras el Ministro de Justicia avanzaba aviesamente en su proyecto de reforma judicial invocando la mayoría de 64 escaños de la coalición (logrados por el apoyo de 14 diputados ultra derechistas), el Ministro de Hacienda, Bezalel Smotrich, también Superintendente de los asentamientos coloniales judíos en Cisjordania, arremetía desde el Ministerio de Defensa hacia la anexión territorial. Mediante medidas ad hoc, mientras los manifestantes ganaban las calles, el ministro anti palestino   autorizaba la construcción de viviendas para los colonos judíos en la zona C. Según los acuerdos intermedios de paz firmados por Israel, esa zona, con más de 50% de propietarios particulares palestinos y que cubre más del 60% de la Cisjordania, no podía ser colonizada. Israel se había comprometido a   mantener una ocupación militar temporaria solo por consideraciones de seguridad. Smotrich, en cambio, contraviniendo el derecho internacional, alega motivaciones religiosas mesiánicas y seudo históricas para anexar la zona C de Cisjordania, destinada al Estado Palestino.

Ahora bien, pese a la gigantesca protesta de la sociedad civil contra la destrucción judicial de la democracia israelí que lleva ya más de seis meses, son pocos los manifestantes que denuncian esas anexiones. Al ministro Smotrich no le preocupa camuflar, como hacían otros ministros anteriores tras bambalinas, las acciones ilegales de los colonos. El sexto gabinete ultra nacionalista de Netanyahu no tiene empacho alguno en legalizar hoy asentamientos precarios y emprender el blanqueamiento de caseríos levantados ilegalmente sobre terrenos privados palestinos. Es que para la actual coalición de ultra derecha mesiánica toda la empresa colonial de asentamientos dejó de precisar eufemismos: las excusas de seguridad son sustituidas por justificaciones teocráticas de los ultra ortodoxos fundamentalistas. En esta nueva época de segunda fundación de la Israel ultranacionalista, la política sionista ha sido usurpada por un régimen etnocrático judío xenófobo que se propone liquidar la propuesta negociadora de Itzjak Rabin en pro de la coexistencia de dos Estados, uno judío y otro palestino.

Afortunadamente, la esperanza de enfrentar el curso de la nueva fundación autoritaria de Israel crece en la protesta multitudinaria de la sociedad civil, que está relevando al agotado sistema de partidos políticos. Muy significativamente, algunos núcleos de jóvenes contestatarios están marcando el paso hacia rebeldías que nunca antes osaron transitar.

La norme protesta civil, politización de la juventud y pesimismo de los intelectuales

Recientemente, más de 200 estudiantes de secundaria, en camino de ser reclutados por Tzahal, el Ejército de Defensa de Israel, ya han anunciado que rechazarán su llamado a filas, no sólo para protestar contra la reforma judicial, sino también por “la ocupación” de territorios palestinos. Ese grupo de estudiantes, afiliado al “bloque contra la ocupación”, desatará una impredecible nueva dinámica en la protesta civil. Por primera vez, jóvenes que próximamente serán conscriptos, incorporan el conflicto palestino-israelí como condicionante del reclutamiento obligatorio. En la próxima semana el grupo espera enviar una carta formal a Tzahal basada en el posicionamiento que publicaron en su cuenta X (anteriormente Twitter), además de en varios otros medios. Algunos de ellos denunciaban que las supuestas tendencias dictatoriales del gobierno que hoy arremete con la reforma judicial, se habrían generado durante años continuados de opresión a los derechos palestinos. Esencialmente, el grupo de estudiantes pareciera   argumentar que, si el gobierno no respeta los derechos humanos palestinos, es menos significativo faltarles también el respeto a los derechos civiles de los ciudadanos judíos (Yonah Jeremy Bob (Jerusalem Post, 29-8-23).

Hasta ahora, los grupos de ex oficiales   agrupados en “Hermanos de Armas”, que han liderado las protestas contra la reforma judicial, habían repudiado explícitamente adoptar posturas sobre la cuestión colonial palestina, limitándose a denunciar únicamente las tendencias dictatoriales de Netanyahu. El foco de su protesta ha sido la amenaza de abandonar el servicio por parte de 10 mil reservistas experimentados, muchos de los cuales no tienen obligación legal formal de continuarlo.

Por el contrario, esta nueva campaña de inminentes conscriptos incorpora en su ataque frontal al gobierno de ultraderecha el conflicto palestino-israelí, lo que podría aumentar el entusiasmo entre algunos manifestantes, pero, asimismo, desanimar a los manifestantes de centroderecha que hasta ahora se sentían cómodos defendiendo solamente el poder judicial.

​Sin embargo, la mayoría de los núcleos juveniles que participan activamente en la protesta comparten motivaciones individuales: básicamente, la libertad de género y el laicismo. Son pocos quienes adhieren al bloque anti ocupación. Una fuente de inspiración y usina ideológica son ONGs   británicas que protestan por la crisis climática global y por reivindicaciones   LGNB. Hace tiempo el modelo de identificación rebelde dejó de ser el sabraisraelí laborista idealista, reemplazado por el joven libertario de Berlín, Londres o Paris.  La mayoría de los jóvenes y adultos israelíes que participan en las manifestaciones los sábados, vociferan un discurso de derechos, afirmando luchar por los derechos liberales democráticos civiles de mujeres, personas LGBTQ y minorías étnicas. Sin embargo, se abstienen de delinear las fronteras del colectivo que pretenden representar durante las   marchas multitudinarias. Asimismo, no son claros cuando hablan de un Estado judío democrático porque no mencionan a los palestinos israelíes.  Procuran   construir y preservar una comunidad fragmentaria de protesta, a través de grupos de WhatsApp, conferencias vía Zoom, e Instagram.

Paradojalmente, mientras esos núcleos de inminentes conscriptos y rebeldes dirigentes juveniles se muestran osados en la protesta proponiendo alternativas creativas, algunos lucidos intelectuales adultos solo   expresan pesimismo y resignación. ¿Puede el judaísmo sobrevivir a una dictadura mesiánica en Israel? pregunta Yugal Noah Harari ¿Qué pasará al Judaísmo si la democracia israelí es destruida por los supremacistas zelotes? es la pregunta angustiosa del célebre historiador de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Otros intelectuales expresan no solo pesimismo respecto al futuro inmediato de Israel. Algunos de ellos hasta renuncian a fundamentos seminales del sionismo que caracterizaron a la primera época de Israel.  Así, B. Michael deja de creer en la esperanza sionista de que la sociedad de un Estado soberano judío pudiera crear un nuevo judaísmo liberado del Galut.

Este brillante intelectual no solo se abstiene de hacer un llamado a judíos liberales de la diáspora para sumarse a la gran protesta civil israelí contra el gabinete ultranacionalista que rompe los vínculos con las diásporas mundiales. Michael acaba también de hacer un llamado a los hermanos de la diáspora para que no emigren a Israel, a fin de que preserven el judaísmo, avergonzado por la inexistencia en Israel de una versión cuerda del pueblo judío.

Michael exhorta:

“Por lo tanto, mis queridos hermanos de la diáspora, la antorcha que mantenga viva la llama del judaísmo pasa a vosotros. De ahora en adelante, sois los guardianes de la luz que nos guiará. Seréis los encargados de demostrar la existencia de una versión éó del pueblo judío. Sois responsables de preservar un rostro del judaísmo que no sea vergonzoso” (B. Michael, ­Queridos hermanos, simplemente no emigren a Israel, Haaretz,23-8-23)

Las contorsiones del parto y síntomas de la nueva época de Israel

Hay que ver y escuchar atentamente las señales y síntomas en la gigantesca protesta de la sociedad civil israelí para auscultar la esperanza que infunden los centenares de miles de manifestantes jóvenes y adultos. Hasta dirigentes democráticos de Hungría y Polonia viajan para aprender de la protesta israelí su modelo de organización, aquello que la transición del comunismo autoritario a la democracia les impidió desarrollar a las multitudes en sus países para que salieran a las calles de Varsovia y Budapest a fin de oponerse al ultranacionalismo del primer ministro húngaro Víctor Orban y de Andrzej Duda, presidente polaco del partido Ley y Justicia (PiS).

En cambio, muy contados dirigentes judíos de las diásporas latinoamericanas tienen el coraje de adherir públicamente a la protesta y sumarse a la oposición al actual gobierno ultranacionalista, divorciado completamente de las necesidades y dilemas de las comunidades judías.

Las señales nacionalistas de fuego del comienzo de la nueva época del Estado de Israel, ponen en peligro los más valiosos logros de la democracia en el primer experimento exitoso de creación de una sociedad y cultura judías en un Estado nación soberano. El sionismo mesiánico anti palestino y anti diáspora de la nueva época de los Netanyahu, Ben Gvir, Levin y Smotrich, no amenaza únicamente la paz con los palestinos; es un atentado letal contra el legado plural y democrático del judaísmo humanista de los más insignes sionistas, desde Ajad Haam, Martin Buber, Nahum Goldman y Yeshaiahu Leibovitch, hasta A. B. Yeoshúa, Amos Oz y David Grossman.

Nadie como Grossman ha sabido leer las contracciones dolorosas, pero también los síntomas promisorios de parto de la nueva época, denunciando falsas ilusiones y a los responsables de la crisis nacional:

“Ahora el suelo se está moviendo bajo nuestros pies. La movida nos muestra también los sofisticados mecanismos de autoengaño, de lavado de cerebro, de ilusión que pasamos durante 75 años para evitar el estallido de todos ellos. ¡Cómo aprendimos a esconderlos, principalmente, de nosotros mismos! ¡Cómo aprendimos a domarlos, a domesticarlos! ¡Qué ingenuo suena hoy el mantra unidad, con el que nos han bombardeado durante décadas! ¡Qué falso suena la palabra cohesión, cuando un lado casi borra el desconsuelo del lado opuesto! (…) Como un azote de la conciencia se hace ahora patente la responsabilidad -mejor dicho, la culpa- de quienes se autoproclamaron promotores de la historia judía y causaron el gran desastre del país, el proyecto de los asentamientos en territorios palestinos.” (Haaretz, 23 de junio 2023)

En dos palabras, es posible resumir, Israel está en peligro, la única esperanza es la multitudinaria protesta civil.