¿Como llegamos a la elección?
Hasta ese momento había coincidencia en los analistas políticos en que estábamos en un escenario de un sistema político fuerte, que podía contener la crisis socio económica que venimos atravesando desde hace bastante tiempo. Una conjunción de reglamentaciones electorales, como las PASO, la elección a doble vuelta, el piso del 45% que adelanta el voto estratégico, las renovaciones parciales de las Cámaras, más las autonomías provinciales para definir fechas de elecciones, presentaban un panorama de dos coaliciones con capacidad de alternancia, dando estabilidad al sistema. La incertidumbre previa estaba dada en cuanto a la diferencia porcentual entre estos dos bloques en las PASO, y cómo se dirimiría la interna en Juntos por el Cambio. Se daba por descontado que La Libertad Avanza consolidaría alrededor de un 20% de los votos, pero con bajas expectativas de crecimiento luego de las elecciones provinciales, en las que no pudo lograr un buena performance.
El escenario de los bloques
El oficialismo está finalizando un mandato lleno de dificultades, externas e internas; además de la debilidad de origen del Presidente, cuya designación de su candidatura fue realizada por la actual Vicepresidenta por las redes sociales. Esto se reflejó tanto antes de asumir, en la conformación del gabinete, como en el ejercicio del gobierno. Si bien el actual gobierno tuvo que enfrentar graves crisis internacionales, como la pandemia y la guerra en Ucrania, y también una sequía de tres años, no se puede negar que la crisis económica heredada del gobierno de Cambiemos, imprimió a su gestión un gran endeudamiento que condicionaría a cualquier gobierno que emergiera en el 2019. Pero en nada ayudaron, más bien todo lo contrario, las deslegitimaciones y los cuestionamientos públicos que hicieran tanto la Vicepresidenta como un amplio sector que le responde. En muchos casos tratando de mantener su capital político, escindiéndose del gobierno del que forman parte.
Juntos por el Cambio quedó obnubilado por el triunfo electoral del 2021, hecho inédito, habiendo terminado su mandato con una gran crisis económica, volviéndose competitivos en solo dos años. Esto abrió una fuerte interna, salvaje, como la de la provincia de Santa Fe, y con un voltaje un tanto menor, pero no menos violenta en el orden nacional.
¿Qué veía el ciudadano de a pie? Un gobierno muchas veces paralizado por su crisis expuesta y una oposición que luchaba internamente, también a cielo abierto, sin posibilidades de ponerse de acuerdo, lo que preanunciaba otro gobierno en lucha y sin resolver los problemas de fondo, más allá de lo ideológico. En definitiva dos bloques con una mirada endógena y autistas.
Resultados y perspectivas
El ala moderada de Juntos por el Cambio perdió en todo el país, incluyendo el distrito en donde gobierna. Por un lado, Larreta y Massa disputaban el mismo electorado de centro, y por otro, fracasó sumar dirigentes con bases electorales de las últimas elecciones, olvidándose que los votos no son propiedad de ningún dirigente. Tal el caso de Espert: en la medida que ingresara a alguno de los dos grandes bloques, perdía sus votos, que fueron directamente a Milei; lo mismo se podría decir de otros casos.

Macri es un ganador de la interna, pero es una ganancia de muy corto plazo, dinamitó su propio bloque. Pero la verdadera perdedora es Patricia Bulrrich, ya que iba a todo o nada; se puede quedar sin nada ya que su jefe político está tejiendo, desde hace tiempo, un acuerdo con La Libertad Avanza, para hacer alianzas en el Congreso.
El resultado parecería de tercios, pero se prevé que Milei pueda consolidar su 30% con perspectivas de crecer, incluso ganar en primera vuelta. En cambio Bullrich, con un 16.98%, está en tercer lugar individualmente, y Massa en segundo lugar, con un 21.40%. Ahora el desafío de Bullrich es encolumnar el voto de Larreta (11.30%) y el de Massa lo más posible a su izquierda, incluyendo el 5.87% de Grabois. Nada es automático, dadas las profundas divisiones. Por eso la que la tiene más difícil es la candidata de Juntos por el Cambio.
Las perspectivas parecen ominosas ya que se está instalando la inevitabilidad del triunfo de Milei, y tratando de instalar un consenso hacia un ajuste brutal, que incluye privatizaciones que van desde el CONICET hasta el INCAA, pero no solo eso, van contra todo lo que sea estatal, incluyendo salud y educación, lo que no sucedió ni siquiera en los 90.
No se puede subestimar al votante, si bien hay un fuerte voto emocional de bronca y frustración que busca algo nuevo y disruptivo, como sucedió y está sucediendo en distintas latitudes, también hay una reacción a los tan importantes avances en derechos, especialmente en las últimas dos décadas. Se vino generando una reacción que hoy encontró un canal de expresión, tanto en temas de género, derechos laborales e incluso en relación a la dictadura.
En este escenario habría que ver si a pesar de las endiabladas variables económicas, Massa logra aglutinar a los sectores de centro y de centro izquierda, e incluso a la derecha moderada. Le va a resultar más difícil a Bullrich captar el voto de centro moderado, ya que si baja el tono de su discurso no sería muy creíble, y si insiste en disputar votos de la derecha dura, para eso está el original. Si bien le resultó para ganarle a Larreta, es evidente que tiene un límite.
Párrafo aparte lo constituye la actitud de Milei frente al judaísmo y su posible acercamiento a Israel. Ya hay experiencias al respecto con Trump y Bolsonaro, pero si bien estos eran a través de los evangelistas y su peso electoral, en el caso del libertario hasta existiría la posibilidad de conversión. Todo esto genera simpatías dentro de la comunidad, muchos casos por cercanía ideológica, y en otros por su actitud hacia Israel, como sucedía con los otros dos casos. En definitiva, existen muchas confusiones, lo que requiere tranquilidad de pensamiento y claridad por parte de la dirigencia comunitaria para no dejarse arrastrar por falsos profetas.
El final está abierto, lo que sí está claro es que en el caso de un triunfo de Milei, y su muy probable alianza parlamentaria con el macrismo, va a terminar por precipitar un fin de ciclo, tanto del actual oficialismo, como también de una centro derecha moderada, surgidos ambos luego de la gran crisis social y económica del 2001. Pero lo más grave, con una muy probable explosión social y una fuerte redistribución regresiva de ingresos, es que va a afectar a muchos de los votantes más fervientes del libertario.
En definitiva, no está todo perdido, pero el desafío del arco democrático es como conectar con las demandas populares, con propuestas creíbles y alternativas al tan instalado ajuste, a pesar del desgaste de gran parte del liderazgo político actual.