Martes 25 de julio de 2023. Las tapas de los principales diarios de Israel amanecían negras con el mensaje «un día negro para la democracia israelí» en un pequeño texto blanco en la parte inferior. Estas páginas fueron pagadas por el grupo de protesta del sector Hi Tech (Hi Tech Protest) que reúne a compañías de alta tecnología, directores generales, inversores y emprendedores, uno de los más pujantes del país, pieza fundamental del concepto “Start Up Nation”.
El propio colectivo afirmó en Twitter haber sido el motor de esta impactante campaña mediática que alcanzó los principales portales de noticias del mundo y, más allá de no poder frenar el avance del “proyecto de ley de estándar de razonabilidad”, tuvo una aprobación muy alta en sectores globales preocupados por lo que pasa en la única democracia de medio oriente.
Para medir el alcance de las protestas promocionadas por el sector es necesario mensurar los indicadores y lo que aportan a la economía. En 2022, el 18,1% del PIB israelí es logrado por la industria de alta tecnología, siendo el más grande en términos de producción económica. Aproximadamente el 14% de los israelíes trabajan en profesiones tecnológicas y no tecnológicas de alta tecnología, así como también posee la tasa más alta en número de crecimiento de contratación de mano de obra (6,3% anual vs 2,2% del promedio de la economía) y en incremento de salarios. El 48,3% del total de las exportaciones, es decir, 71 mil millones de dólares, corresponden al sector.
La cosa cambió sin dudas. Israel es el único miembro de la OCDE donde más del 50% del I + D (investigación y desarrollo) proviene de fuentes externas. Sin embargo, desde la segunda mitad de 2022, ha habido una disminución del 45% en el volumen de inversiones en comparación con el año anterior. 150 empresas israelíes líderes se declaran en huelga al son de las protestas por la reforma judicial, en parte, denunciando la famosa “falta de seguridad jurídica” y la ruptura de la trama para hacer negocios. Hay miedo de lo que pueda ocurrir. “La reforma creará inestabilidad económica en Israel y habrá una rama del gobierno que podrá hacer lo que quiera, incluso cambiar la fiscalidad y las formas de operar de las empresas”, sostienen directivos de las compañías que, tras exitosos años en el Silicon Wadi, ven como la ambición de poder de Netanyahu puede hacer trizas esa realidad.
En abril de 2023, había 9.093 empresas de tecnología en Israel, siendo el tercer polo global de Hi Tech, después de San Francisco y Nueva York. Sin embargo, hay un número de empresas y fondos inversores que decidieron retirarse al extranjero; por ejemplo, a Emiratos Árabes o a Estonia, quienes los reciben con los brazos abiertos. La financiación privada para las empresas israelíes de alta tecnología alcanzó un mínimo de cinco años en la primera mitad de 2023, según un análisis publicado por Start-Up Nation Central. Surgen menos emprendimientos nuevos, hay menor recaudación de fondos en las rondas inversoras.

Se sostiene con más números. En el sector fintech, Israel experimentó una caída de más del 90 % en las inversiones totales entre 2019 y 2023, de 6.000 millones de dólares, hasta el momento solo se invirtieron 545 millones. El sector empresarial de IT y datos experimentó una caída del 66 % en las inversiones privadas totales, de 1.340 millones de dólares a $450 millones. En el sector innovación en salud, en solo un año cayeron 75% las inversiones privadas, mientras que en el sector de alta tecnología agrícola, las caídas son de por lo menos un 70% en relación al 2022.
No solo son las empresas de alta tecnología, sino la economía en general. Las calificadoras Standard & Poor’s y Moody´s mantuvieron la calificación en relación con la sostenibilidad de la deuda israelí, pero redujeron el crecimiento al 1% anual en 2023 en comparación al 6% logrado en 2022, como producto de la inestabilidad política y al mal clima para hacer negocios. Días atrás, Morgan Stanley, otra calificadora, rebajó la perspectiva crediticia de Israel y señaló que el gobierno ha reconvertido la trayectoria de su economía en una dirección que probablemente asuste a los inversores, y pronosticó que el shekel continuará cayendo en comparación con el dólar.
El propio gobernador del Bank of Israel, Amir Iaron, criticó el proyecto de reforma judicial, además de advertir sobre el incremento en los costos del endeudamiento y la reducción de las inversiones extranjeras.
Democracia e instituciones
Hablar de democracia puede no ser algo sencillo. Para algunos, la democracia es solamente ir a votar, del resto se ocupa el ganador de las elecciones. Sin embargo, es muchísimo más complejo. Es el respeto por las minorías, por las instituciones, por la división de poderes y por esa rara avis llamada Constitución Nacional o, como en el caso israelí, las Leyes Fundamentales.
La ley del sistema judicial es una de ellas y se aprobó en 1984 durante la magistratura de Itzjak Shamir, perteneciente a Herut, partido de derecha que posteriormente se fusionaría con el Likud. Fue una de las normas votadas con un amplio consenso que incluye lo relacionado con la Corte Suprema, la cual funciona como corte de apelaciones, pero también como tribunal de primera instancia en los asuntos relacionados con la legalidad de las decisiones de las autoridades del Estado, así como a las Cortes de Distrito, las Cortes Laborales, las Religiosas, las Magistradas, las de Pequeñas Demandas, las de Almirantes (de Mar) y las de Tránsito.
Para los estudiosos como Giovanni Sartori, Norberto Bobbio o Luis Alberto Romero, la democracia es mucho más que solo votar para elegir representantes. Es respetar a las minorías entendiéndolas como eje fundamental del disenso, pero también como parte del juego legislativo y de que las mejores leyes son aplicadas con mayorías amplias y un consenso o acuerdo mayoritario; a la división de poderes como inalienable del juego democrático y del balance de pesos y contrapesos, y que su existencia representa un equilibrio de poderes necesario para evitar la autocracia.
La intención de Netanyahu y el fanatismo ultraortodoxo es degradar al régimen histórico de Israel, tal como las ultraderechas a nivel global. El Yo soy el Estado, el que decide la justicia, las leyes y los límites y el que no adhiere, es un enemigo, un cómplice de poderes extranjeros. Una parte de la población israelí y judía a nivel mundial, incluso adherentes al Likud, quieren ponerle un freno a este gobierno que podría terminar en una teocracia.
La Hi Tech dio el primer paso de parte del sector empresarial, y es que no se puede llevar todo puesto, porque el próximo podés ser vos, emulando con sencillez a Bertold Brecht.