Argentina:

Marchas y contramarchas

Dos movilizaciones ocuparon el centro porteño, el 31 de agosto, con reclamos opuestos sobre la inseguridad. Blumberg observó en Plaza de Mayo una “falta de decisión” del Gobierno y reclamó que se “apliquen las leyes penales” para mejorar la seguridad. En el Obelisco, el subsecretario Luis D’Elía acusó a Blumberg de “usar a su hijo para escalar en su carrera política”.

Juan Carlos Blumberg, acompañado de familiares de víctimas de hechos de violencia, rechazó el proyecto de reforma del Código Penal que impulsaba el Gobierno y reiteró su demanda de disminuir la edad en la imputabilidad de menores, instalar el juicio por jurados y urbanizar las villas.
Los líderes de PRO, Mauricio Macri y Ricardo López Murphy, el radical Nito Artaza y Cecilia Pando, la esposa de un militar separado del Ejército por hacer apología de la dictadura, presenciaron el acto del ingeniero mezclados entre cerca de 20.000 personas, de sectores medios y altos, para mantener un bajo perfil.
Blumberg se defendió de sus críticos al aclarar que “la seguridad también es tener trabajo, educación y una vivienda digna” pero recalcó que “también lo es la protección del ciudadano, así como el respeto a la Constitución y las leyes».
El subsecretario de Tierra y Hábitat del Ministerio de Planificación dijo en su contra marcha que “detrás de Blumberg marchaban Bernardo Neustadt, Cecilia Pando, Mariano Grondona…, toda la lacra del Proceso. También están marchando en aquella plaza aquellos que hoy no quieren seguridad sino impunidad para sus delitos atroces. Los que torturaron, los que mataron en la dictadura están detrás de esa marcha”.
D’Elía aseguró, frente a 3000 personas, que «no se van a solucionar los problemas de seguridad, que seguro tenemos con pena de muerte, construyendo mártires» y que se sintió “profundamente avergonzado de la conducta” de Blumberg, que “usó a su hijo como peldaño para subir la escalera de su carrera política”.
Adolfo Pérez Esquivel, el premio Nobel de la Paz y uno de los convocantes iniciales a la movilización realizada en el Obelisco, no aceptó compartir escenario con D’Elía porque pretendía “una movilización pacífica”, y habló frente a cien personas «en rechazo a la mano dura y a la represión autoritaria, no contra D’Elía».