En 1981, más de 120 Premios Nobel suscribieron un importante Manifiesto-Llamamiento que comenzaba así (el texto completo y la lista de firmantes están al pie de este documento):
“Los abajo firmantes, mujeres y hombres de ciencia, de letras, de paz diferentes entre nosotros por la religión, la historia o la cultura, que hemos sido premiados porque buscamos, honramos y veneramos la verdad en la vida y vida en la verdad, a fin de que nuestras obras sean un testimonio universal de diálogo, de fraternidad y de civilización común en la paz y en el progreso.
Dirigimos un llamamiento a todos los hombres y todas las mujeres de buena voluntad, a los poderosos y a los humildes, cada uno de ellos con sus propias responsabilidades, para que cientos de millones de personas que agonizan a causa del hambre y del subdesarrollo, víctimas del desorden político y económico internacional que reina en la actualidad, puedan volver a la vida” (…).
Se trataba entonces de intervenir para cercar y superar el horrendo holocausto por hambre en el mundo preanunciado y que ya se estaba produciendo. Desde entonces el mundo tomó mayor conciencia de sus responsabilidades y ciertamente, de forma progresiva, decenas de millones de personas fueron salvadas. El mismo Partido Radical que promovió aquella iniciativa está hoy convencido, ante la probabilidad e inminencia del estallido de un “próximo y tremendo conflicto”, de la necesidad y la urgencia de proponer y realizar esta nueva iniciativa.
“Los abajo firmantes, apoyamos la iniciativa no violenta del primer gran “SATYAGRAHA MUNDIAL POR LA PAZ” dirigido a promover y realizar rápidamente una ALTERNATIVA a la amenaza de un próximo y tremendo conflicto que, desbordando del Oriente Medio, podría extenderse rápidamente por el mundo entero.
Cada día, a cada hora, se confirma ya el carácter improvisado, frágil, superficial, de la “paz”, de la resolución 1.701 del Consejo de Seguridad de la ONU. Europa parece arriesgarse a volver a su trágica e infamante historia de los años ´30 y ´40: en el Medio Oriente parece prevalecer la voluntad de guerra más o menos “santa”, de intolerancia, de mortal enemistad contra el mundo moderno y los fundamentos de su civilización.
Cualesquiera que sean las responsabilidades y las opciones de unos y otros, es preciso comprometerse de inmediato para hacer imposible el objetivo de la eliminación del Estado y del pueblo israelí de Oriente Medio (del que constituyen el 0,2% del territorio y son algo más del 1% de la población). Ese objetivo está hoy no sólo admitido sino proclamado y publicitado tanto por la máxima autoridad representativa de Irán como por el complejo Sistema de poder y de combate Terrorista, cuyas fuerzas y amenazas parecen agravarse y desplegarse con un potencial de destrucción y desolación sin precedentes.
Esta tragedia, que se desarrolla desde hace decenios y que hoy está en su punto álgido, es ante todo de carácter absolutamente fraticida, tanto desde el punto de vista antropológico como cultural, una condición patológica gravísima que hay que curar rápidamente con gran determinación política para reforzar los valores humanos y humanísticos que han adquirido el carácter de derechos naturales, históricamente logrados por la humanidad; y con confianza en la naturaleza y en la historia más profundas, radicales, vitales, de aquella parte del mundo.
La civilización mediterránea, egipcia, greco-romana, bizantina, en su conjunto laica y tolerante, ha visto nacer y madurar a las tres grandes religiones monoteístas, la hebrea, la cristiana, la islámica, justo en una única parcela de tierra, la misma que hoy parecería estar destinada a ser escenario y causa de un posible y horroroso Apocalipsis para la civilización y la humanidad.
Hay que reaccionar rápidamente. Europa continental y el Medio Oriente, se compenetran en la historia, a través de los pueblos del Mediterráneo.
Hoy Israel es la cabeza de puente más directa de la Europa continental, de sus quinientos millones de personas, ciudadanos ya de la UE o de países candidatos a la adhesión a la misma.
La UE e Israel han tenido, y siguen teniendo, una enorme responsabilidad: una, la UE, la de abandonar la construcción, también institucional, de una Gran Patria Europea, alma de los Tratados de Roma, lo que hace temer al pueblo europeo que zozobre en la “Europa de las Patrias”, ajena -ésta- a la prevista por los fundadores, por los Adenauer, los De Gasperi, los Schuman, los Spinelli, Rossi, Eugenio Colorini, los prestigioso inspiradores y señeras figuras del federalismo europeo; el otro, Israel, por haber optado por un enrocamiento nacional y una política estructural de defensa, tan desesperada como noble, ajena a la magna e inicial utopía sionista, humanista, socialista y liberal, esencialmente tolstoiana, no violenta.
En consecuencia el primer e instrumental objetivo a conseguir por el gran Satyagraha Mundial por la Paz será el del ingreso de Israel en la UE, de su natural reencuentro inmediato con la Gran Europa, continental, báltica y mediterránea. De tal forma el ataque militar y terrorista a Israel se vería privado de la fuerza de sus objetivos confesados y de sus motivos reales.
Prolegómeno, promesa, del reencuentro europeo, mediterráneo: desde Turquía, con Jordania, Palestina y El Líbano democráticos, hasta el Maghreb, Marruecos.
No es que estemos ejerciendo a secas nuestro derecho a soñar y de cultivar el sueño del anuncio.
Éste es el objetivo por el que nos dirigimos a los demócratas del mundo entero, a sus Parlamentos, al sistema de las Naciones Unidas que debe volver a defenderse y reforzar los valores y proclamaciones de su Carta Constitutiva, al pueblo que se ha constituido y navega por Internet, cuya libertad resultaría posteriormente negada, doblegada, en nombre de las exigencias de la guerra y de la seguridad. Este llamamiento podrá ser adoptado, hecho propio, hecho patente, en las fechas del Primer Gran Satyagraha Mundial por la Paz, la Vida del Derecho y el Derecho de todos a la Vida; ALTERNATIVA CONCRETA al de otra manera probable y próximo desencadenamiento de una guerra global, sin confines geopolíticos, éticos o humanos”.