El que sigue, es un breve repaso más bien caprichoso, bastante alejado de la sistematización que requiere un análisis histórico más formal. Se trata en realidad de una navegación algo aleatoria por las más de 12 mil páginas que conforman la colección histórica de Nueva Sion. Es que, en realidad, no hace falta mucho más que eso para encontrar perlitas valiosas en nuestra historia…
Uno de los aportes más interesantes de Nueva Sion en sus primeros años de vida, en paralelo al devenir inmediatamente posterior a la creación del Estado de Israel y las espantosas noticias que daban cuenta de la dimensión de la Shoá, fue dar a conocer estudios sociológicos realizados en el ámbito de la comunidad judía argentina de todo el país, con información muy rica relacionada a la demografía, así como diferentes aspectos socioeconómicos e institucionales, entre otros datos.
En la edición 60-61, del 14 de julio de 1950, en un extenso artículo de cinco páginas firmado por Iejiel Harari e Itzjak Lewin, se despliega un pormenorizado informe sobre “las profesiones, idiomas y crecimiento de la comunidad judía de Córdoba”. Entre los diferentes datos relevados, figuran la distribución y fechas de llegada de las 1.800 familias judías que en ese momento vivían en la provincia mediterránea; el idioma usado por padres e hijos; las ocupaciones de los jóvenes; la cantidad de hijos promedio que tenían las familias judías cordobesas; y testimonios de más de 15 personalidades que pertenecían a la comunidad judía cordobesa.
El 7 de agosto de 1952, la edición 114 se hizo eco del fallecimiento de Eva Perón con una nota necrológica, breve pero estratégicamente ubicada en el centro de la tapa. Ilustrada con una bella foto de “una de las figuras más excepcionales en la vida pública argentina”, el artículo destaca, entre otras facetas de Evita, su “inmensa obra social”; la “veneración y el cariño que hacia ella sentía su pueblo”; y la “consecución del derecho de voto” de las mujeres argentinas. “La historia argentina no ha conocido una mujer de tal temple y su desaparición ha conmovido hondamente a toda la población del país y sobre todo a las capas laboriosas”, destacaba Nueva Sion, muy a pesar de la opinión de vastos segmentos de la comunidad judía argentina en aquel momento.
Poco antes del silenciamiento que tuvo lugar durante la última dictadura cívico-militar, que al quitarle la franquicia postal impidió la circulación de Nueva Sion, el periódico reflejó en sus páginas otro avance de la derecha, aunque en este caso por vía democrática. Fue cuando, tras 29 años de hegemonía de la centroizquierda, en las elecciones del 17 de mayo de 1977, el Likud desplazó del poder a Maaraj, la alianza de Avodá y Mapam.

Fue entonces que en la edición 593, de agosto de 1977, la última publicada en la primera era de Nueva Sion, el dirigente de Mapam Aaron Efran, exdiputado y javer del kibutz Ein Hashofet, lanzó una premonitoria advertencia en el artículo Las señales del arrepentimiento: “El Likud, aún antes de encontrar la fórmula que le permitiera formar gobierno basado en una mayoría parlamentaria, festeja su triunfo apresurándose a exigir y llevar a cabo la anexión de territorios y la instauración de un régimen colonial sobre millones de árabes, y a proclamar una revolución en la propiedad clasista de los bienes del movimiento obrero”.
Hubo que esperar seis largos años hasta que fue posible relanzar Nueva Sion. Desde el comienzo de su segunda etapa, en abril de 1984, la lucha por los Derechos Humanos, la Memoria, la Verdad y la Justicia se convirtió en un tema insoslayable y nodal. A días de finalizado el Juicio a las Juntas, el 21 de diciembre de 1985 la columna editorial de la edición 630, titulada “Nunca más a los adoradores del absoluto y de la muerte”, manifestaba la trascendencia histórica a nivel internacional de las condenas y destacaba que: “No hay que olvidar el escepticismo de hace escasos dos años, cuando resultaba difícil imaginar que un juicio como el que tuvo lugar pudiera abrirse, no hablemos ya de desarrollarse con seriedad, dar libremente la palabra a todos los testigos designados y al fiscal y llegar a dictar sentencia. No la que esperábamos, queríamos y creemos justa, pero la de los jueces de la democracia”.
Pocos años después, ya en la década del ’90, las páginas de Nueva Sion se vieron enlutadas por el horror de los atentados a la Embajada de Israel y a la sede de la AMIA. Lo trágico de ambos acontecimientos se vio ensombrecido aún más por la serie de complicidades que impidieron encontrar a los autores de ambos ataques. Complicidades en las que tuvieron responsabilidad también dirigentes de las organizaciones centrales de la comunidad.
Nueva Sion se convirtió entonces en un estandarte en la lucha contra la impunidad, aún vigente en la actualidad. El 10 de julio de 1995, a un año del Atentado a la AMIA, en la contratapa de la edición 795, Diana Wassner remataba su columna “Mamá, ¿cuándo van a agarrar a los malos?” con un reclamo y un pedido. “La comunidad judía fue golpeada en su centro. Como familiar de una víctima puedo decir que muchas instituciones nos han apoyado, acompañado, y han hecho suya esta lucha que en definitiva debería de ser de todos. De todos modos, uno siempre espera más de la dirigencia, yo siempre espero más. Ente otras cosas espero que denuncien, que no se callen la discriminación de la que son objeto día a día. Esperaba que en Pasteur 633, en esa mezcla de escombros, tierra y, tanto dolor, se erija un monumento a la vida y a la muerte, al horror y a la esperanza, un testimonio, un homenaje, un lugar que guarde la historia para que las generaciones futuras nunca olviden que ahí, una mañana fría de un 18 de julio a las 9:53 hs. estalló una bomba”.
La vigencia de las convicciones humanistas y progresistas de Nueva Sion se pusieron de manifiesto, una vez más, en nuestro número 989. En esta edición especial, titulada “En Israel, la paz sigue en movimiento”, contamos con testimonios del historiador Meir Margalit; el padre de un soldado caído en Líbano, Aaron Barnea; el director de la organización Etgar, Mario Schejtman; el directivo de Médicos por los DD.HH. Dani Filc; el fotoperiodista Miki Kratsman y Ester Diner, miembro Mujeres Activan por la Paz; entre otros referentes del pacifismo.
El dossier incluyó las palabras de apoyo de Amos Os a Rompiendo el Silencio, una ONG formada por exsoldados israelíes que lucha contra violaciones a los derechos humanos en los territorios palestinos bajo ocupación militar. “(…) una de las cosas que quiero que nuestros adversarios y contrincantes tengan en cuenta es que la fortaleza moral no es un lujo. La fortaleza moral es una necesidad existencial para un pueblo, para una sociedad, para los seres humanos y también para un individuo aislado. La fortaleza moral no es algo que podemos dejar para mejores días, para cuando termine la guerra y lleguen días normales y la tierra esté calmada por 40 años, para en ese momento ir al ático o al sótano y recuperar nuestro instinto moral limpio, casi nuevo, para mostrárselo a todo el mundo. No, el impulso moral es un asunto fundamental desde el primer paso”, afirmó el laureado escritor israelí.