AMIA: 29 años sin justicia

Pasteur esquina Kirov

El atentado a la AMIA es una herida que no cicatriza. A la pérdida de 85 vidas se suma la destrucción de centenares de libros, obras de arte, documentos históricos: la demolición del centro comunitario provocó el aniquilamiento de tesoros de la cultura judía. Un caudal espiritual que superaba los límites del edificio de la calle Pasteur.
Por Moshé Rozén, desde Nir-Itzjak, Israel

A principios de la década del setenta del siglo pasado, antes de radicarme en Israel, trabajé un tiempo en el Archivo de Prensa de la AMIA. Allí llegaban diarios y semanarios de Argentina y de todo el planeta. Nuestro equipo (gente abnegada y capaz, que merece un recuerdo aparte) tenía como tarea el recorte y clasificación de todo lo publicado sobre temas relacionados con el pueblo judío en el país y en el mundo.

En aquellos años, el idish era todavía el idioma oficial en aquella casa; cada año el “Prese Arjiv” editaba un volumen de las notas guardadas.

De las múltiples publicaciones llegadas al archivo, llamaban especial atención el diario “Birobidyaner Shtern” (Estrella de Birobidzhán) y “Sovietish Heimland” (Patria Soviética), enviados desde la URSS. Sus páginas abrían una ventana a la vida judía en aquel planeta. Rusia era todavía un imperio y pocos pronosticaban su caída en menos de veinte años. La lectura de esos periódicos reclamaba paciencia para encontrar alguna pieza de valor entre lagunas de autocensura y colinas de propaganda política.

El diario “Birobidyaner Shtern”

El idish era un idioma oficial en la República Judía Autónoma de Birobidzhán.

El “Birobidyaner Shtern”, más que diario era una especie de boletín de información municipal, con mínimas referencias al mundo exterior, un mundo lejano a aquella frontera de Rusia con China. Las escasas noticias sobre Israel no reflejaban afecto por la realización nacional judía: la Estrella de Birobidzhán no admitía otro astro judío en el firmamento…

“Sovietish Heimland” se editaba en el Centro de Prensa de la calle Kirov, en Moscú, con énfasis en la literatura local en idish y fuerte acento político, marcadamente hostil hacia Israel.

El 8 de diciembre de 1991, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se desintegró.  La prensa judía sobrevivió la caída de aquel imperio, pero el idish ya no es la lengua madre de las comunidades que todavía viven en aquellos lares.

El 18 de julio de 1994 el derrumbe en AMIA sepultó al archivo de prensa.

El idioma idish no es hoy la música que resuena en las calles, en la porteña Pasteur y la moscovita Kirov.